15 poemas para meditar sobre la muerte

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 19 min.

La muerte es una de las grandes incógnitas y obsesiones en la vida del ser humano. Desde la Edad Media, existe un imaginario que la vislumbra como un cadáver que persigue a las personas, hasta ser aceptada hoy como un proceso natural. La visión cambia mucho en cada cultura, como pasa en México donde se entiende como una celebración.

En la literatura, hay diversas formas de afrontarla. Los poetas se han debatido entre considerarla una libertadora, una enemiga o un misterio insondable. A continuación, se pueden encontrar 15 maneras de entender el fin de la existencia.

1. ¡Cómo de entre mis manos te resbalas! - Francisco de Quevedo

¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!
¡Qué mudos pasos traes, oh, muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz, de tierra el débil muro escalas,
en quien lozana juventud se fía;
mas ya mi corazón del postrer día
atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh, condición mortal! ¡Oh, dura suerte!
¡Que no puedo querer vivir mañana
sin la pensión de procurar mi muerte!

Cualquier instante de la vida humana
es nueva ejecución, con que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

Francisco de Quevedo (1580 - 1645) es un autor clásico del Siglo de Oro español. En este soneto reflexiona sobre la fugacidad de la vida. El hablante siente cómo el tiempo avanza inexorablemente y se acerca la muerte. De este modo, hace un llamado al lector a no confiarse de su juventud y a tomar consciencia de su condición mortal.

Asimismo, afirma que la muerte "con callado pie todo lo iguala", es decir, es un hecho que afectará a todos, sin importar rango o condición. Por ello, hay que disfrutar mientras se puede y estar preparado para cuando llegue el momento.

2. Remordimiento por cualquier muerte - Jorge Luis Borges

Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
el muerto no es un muerto: es la muerte.
Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.
Todo se lo robamos,
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,
allí la acera donde acechó su esperanza.
Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;
nos hemos repartido como ladrones
el caudal de las noche y de los días.

Jorge Luis Borges (1899 - 1986) es uno de los autores más importantes del siglo XX. A través de su obra, intentó abarcar la multiplicidad del universo y hacer al lector partícipe activo, un co-creador del texto.

En este poema, se refiere a la defunción de una persona desconocida que en sí misma encierra el concepto de muerte. Así, alude al binomio: vida-muerte, pues son dos polos que se cruzan constantemente. En su visión, los vivos le roban la existencia a quienes perecieron. De esta manera, hay una especie de deuda hacia quienes se han ido y tiene que ver con disfrutar del mundo que los otros dejaron.

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3. 255 - Emily Dickinson

Morir — lleva muy poco tiempo —
Se dice que no duele —
Tan sólo es un desmayo — por etapas —
queda después — fuera de vista —Un Lazo más oscuro — por un Día —
Apenas un Crespón en el Sombrero —
y luego la preciosa luz del sol —
nos ayuda a olvidar —
al ausente — la mística — criatura —
que si no nos hubiera amado así —
se habría dado al sueño — esa infalible hora —
sin el menor cansancio —

Aunque en vida prácticamente no publicó nada, Emily Dickinson (1830 - 1886) es reconocida en la actualidad como una de las poetas más importantes de Estados Unidos.

En estos versos, se refiere a la muerte como un proceso natural dentro de la existencia del ser humano. Sin embargo, se hace difícil debido al apego emocional entre las personas. Aún así, en su visión, el tiempo todo lo cura. Afirma que: "luego la preciosa luz del sol — nos ayuda a olvidar —", ya que el ausente permanece en el recuerdo, mientras al fin descansa.

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4. Sobre la muerte - John Keats

I

¿Puede la Muerte estar dormida, si la vida es solo un sueño,
Y las escenas de dicha pasan como un fantasma?
Los efímeros placeres a visiones se asemejan,
Y aun creemos que el dolor más grande es morir.

II

Cuán extraño es que el hombre deba errar sobre la tierra,
Y llevar una vida de tristeza, pero que no abandone
Su escabroso sendero, ni se atreva a contemplar solo
Su destino funesto, que no es sino despertar.

John Keats (1795 - 1821) es uno de los más grandes representantes del romanticismo inglés. En su poética toma especial importancia el tono melancólico. Aquí, reflexiona sobre la muerte como una liberación frente a la existencia que lleva el ser humano.

Hace alusión a la vida como sueño, tópico literario bastante extendido en este periodo. De esta manera, cuestiona el valor que se le asigna al hecho de estar vivo, que siente como un eterno errar. En su imaginario, morir se vislumbra como el "despertar" y el descubrimiento de la verdadera senda del hombre.

5. XVII - Teresa Wilms Montt

Morir, dormir, soñar acaso...
Desgraciados de los seres que, como Hamlet, llevan la trágica duda en el espíritu.
Morir durmiendo...
Dormir muerta...
Soñar, sin darse cuenta de que la vida se ha ido...

Teresa Wilms Montt (1893 - 1921) fue una poeta chilena poco reconocida en su país. Debido a las condiciones sociales de la época, su escritura fue coartada y sólo logró ser publicada en Argentina y España en ediciones poco difundidas.

Su obra es bastante autobiográfica y en ella expresa sus inquietudes, melancolía y, en particular, su dolor. Casada por deber a los 17, mantuvo una vida solitaria hasta que fue encerrada en un convento durante dos años por tener un amante. Logró escapar a Argentina y luego a España, pero el hecho de que le quitaran a sus hijas la condujo al suicidio.

En este poema, reflexiona sobra la alegría que significaría morir para una alma incomprendida como la suya. De esta forma, se identifica con Hamlet de Shakespeare, como un ser torturado por la angustia. Por ello, alcanzar la muerte sería un regalo. El 24 de diciembre de 1921 consumió de manera excesiva Veronal, un tranquilizante y somnífero que le quitó la vida.

6. Coplas a la muerte de su padre - Jorge Manrique

V

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos,
así que cuando morimos
descansamos.

Uno de los libros clásicos en torno a la muerte corresponde a las Coplas de Jorge Manrique (1440 - 1479). En estos versos elegíacos que escribe a partir de la muerte de su padre, reflexiona sobre la existencia humana. La visión que presenta en torno a la muerte resulta bastante positiva, pues se entiende como un descanso.

7. La última inocencia - Alejandra PIzarnik

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

He de partir

Pero arremete ¡viajera!

La poeta argentina Alejandra Pizarnik (1936 - 1972) se ha convertido en una autora de culto en la actualidad. Se la ha denominado "la última escritora maldita", ya que en su obra está muy presente la melancolía, la angustia ante la existencia humana y la reflexión en torno a la muerte.

Desde muy joven luchó contra la depresión y en este poema hace alusión a la idea del suicidio. Hace referencia a lo juzgada que se siente por el mundo ("piedras opresoras/ que duermen en la garganta) y al sinsentido de la vida ("no más inercia anonadada"). Por ello, morir significaría una liberación de la angustia y el sufrimiento. En la última línea, se dirige a sí misma para dar el paso definitivo con la frase "arremete, ¡viajera!".

Este texto fue publicado en 1956. 16 años después, en 1972, la escritora se suicidó con una sobredosis de pastillas para dormir.

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8. En la tumba del soldado desconocido - Oscar Hahn

Con qué alegría marchan los hombres a la guerra
Con qué entusiasmo limpian y cargan sus fusiles
Con qué fervor cantan sus himnos de combate
Con qué ansiedad toman su puesto en la trinchera
Con qué inquietud oyen el ruido de las bombas
Con qué insistencia silban las balas en el aire
Con qué lentitud corre la sangre por su frente
Con qué estupor miran sus ojos el vacío
Con qué rigidez yacen sus cuerpos en el barro
Con qué premura son arrojados en la fosa
Con qué rapidez son olvidados para siempre

En este poema, Oscar Hahn (Chile, 1938) reflexiona sobre la muerte anónima de los soldados que van a la guerra. Así, muestra cómo los hombres se enfrentan con ánimo y valentía a una contienda que sólo les traerá dolor y un fin casi seguro.

También realiza estos versos como homenaje al soldado desconocido, cuerpo que fue encontrado en Tacna en 1900, en el lugar donde se había producido una batalla decisiva para el triunfo de Chile en la Guerra del Pacífico. Debido a la salinidad del suelo desértico, el cadáver se encontraba momificado y en muy buenas condiciones. Por ello, se erigió un monumento en su honor y a los más de 500.000 fallecidos en la batalla de Tacna.

9. Muerte en el olvido - Ángel González

Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...

Ángel González (1925 - 2008) fue un importante poeta español. En estos versos, se refiere a la muerte que implica el olvido. En su reflexión, el hecho de que las personas nos recuerden, hace que nos podamos mantener vivos. Por ello, el hablante se refiere a su amada como quien es capaz de crear la mejor versión de sí mismo y lo ayuda a enfrentar con fuerza la existencia.

10. Los sonetos de la muerte - Gabriela Mistral

I

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

Gabriela Mistral (Chile, 1889 - 1957) fue una de las voces más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX. Con "Los sonetos de la muerte" se hizo famosa, ya que ganó el Primer Lugar del Concurso Literario Juegos Florales en 1914.

En estos versos se despide de un amor imposible que ha muerto y que, con este acto, se ha convertido para siempre en parte de ella ("¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna/bajará a disputarme tu puñado de huesos!"). Aunque el tema de la muerte fue recurrente en su creación, se cree que el poema tiene un carácter autobiográfico y está dedicado a Romelio Ureta, de quien estuvo enamorada y que se suicidó en 1909.

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11. La muerte de los pobres - Charles Baudelaire

Es la Muerte que consuela, ¡ah! y que hace vivir;
Es el objeto de la vida, y es la sola esperanza
Que, como un elixir, nos sostiene y nos embriaga,
y nos da ánimos para avanzar hasta el final;

A través de la borrasca, y la nieve y la escarcha,
Es la claridad vibrante en nuestro horizonte negro,
Es el albergue famoso inscripto sobre el libro,
Donde se podrá comer, y dormir, y sentarse;

Es un Ángel que sostiene entre sus dedos magnéticos
El sueño y el don de los ensueños extáticos,
Y que rehace el lecho de las gentes pobres y desnudas;

Es la gloria de los Dioses, es el granero místico,
Es la bolsa del pobre y su patria vieja,
¡Es el pórtico abierto sobre los Cielos desconocidos!

Charles Baudelaire (Francia, 1821 - 1867) es uno de los poetas que definió la literatura moderna. Siempre polémico y revolucionario, se enfocó en retratar una belleza diferente, al mostrar la realidad de la ciudad con sus prostitutas, mendigos y excesos.

En este texto hay una mirada social. Si bien en la poética había una tradición que afirmaba que la muerte alcanza a todos por igual, Baudelaire reflexiona sobre la diferencia radical entre las vidas que llevan pobres y ricos. En el siglo XIX, las clases sociales eran mucho más marcadas y los niveles de miseria llegaban a extremos en que para algunas personas era imposible subsistir. Así, presenta la muerte como una liberación ante el calvario que deben enfrentar algunos por su situación económica.

12. Melancolía - Alfonsina Storni

Oh muerte, yo te amo, pero te adoro, vida...
cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
haz que por vez postrera
penetre mis pupilas el sol de primavera.

Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
era tan bueno el astro que en la aurora salía
a decirme: buen día.

No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
pero antes que me bese el viajero piadoso
que todas las mañanas,
alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.

Alfonsina Storni (1892 - 1938) fue una de las poetas más destacadas de América Latina a comienzos del siglo XX. Su obra muestra la realidad que debía enfrentar la mujer en aquellos años. De este modo, cuestiona las normas establecidas por la sociedad patriarcal y mantiene una postura de independencia.

En estos versos, la hablante se debate entre la vida y la muerte. Para ella, ambas representan cosas beneficiosas. Por un lado, la vida es la oportunidad de sentir el mundo en toda su amplitud, y por otra parte, la muerte se entiende como una liberación y un descanso.

Así, su visión permiten abrazar la existencia de una manera más orgánica, ya que hace un llamado a disfrutar del hecho de estar vivo, aceptando también que es una experiencia efímera.

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13. Muerte - Nicolás Guillén

¡Ay, de la Muerte no sé
de qué color va vestida
y no sé si lo sabré!

¿Mano en el hueso y guadaña,
curva guadaña huida,
en la punta de una caña?

¡Literatura sabida,
terrorismo medioeval
para chantajear la vida!

Yo entraré en la noche ciega,
como entra la bestia pura,
que cuando la muerte llega
va y en la espesa espesura
cuerpo en calma y alma entrega.

Variante:

¿Qué sabéis de la Muerte?
Nada.
Ni siquiera si existe.
Esta gran calumniada,
la gran triste,
la poderosa y fuerte,
es la gran ignorada.

Mas ya me veis: espero
mi momento postrero,
curioso, preparado,
pues quizá me sea dado
sentir que llega, armada,
y herido por su espada
gritar: ¡Te vi primero!

El poeta cubano Nicolás Guillén (1902 - 1989) es el creador de una obra en la que toma especial importancia la musicalidad del lenguaje. Centró su creación en los procesos de mestizaje y, como afrodescendiente, intentó reunir ambas culturas.

Aquí se dirige directamente a la muerte, ya que la observa como una presencia constante en la vida del ser humano. Hace referencia al imaginario que la rodea, pues desde la Edad Media se la ha caracterizado como una figura cadavérica con manto negro y guadaña que persigue a las personas. Es por esto que decide enfrentarla como un proceso natural, tal como lo hacen los animales.

Finalmente, hacia el final, añade una "variante", en la que afirma que en realidad no se sabe nada concreto sobre la muerte y quiere llegar a ese momento con los brazos abiertos para "gritar: ¡Te vi primero!".

14. Morir cada día un poco más - Blanca Varela

Morir cada día un poco más
recortarse las uñas
el pelo
los deseos
aprender a pensar en lo pequeño
y en lo inmenso
en las estrellas más lejanas
e inmóviles
en el cielo
manchado como un animal que huye
en el cielo
espantado por mi.

Blanca Varela (1926 - 2009) es una de las poetas más destacadas de Perú. Trabajó temas como la soledad, el cuestionamiento de la situación de la mujer y la maternidad.

Este texto tiene una visión muy triste sobre la existencia, ya que la autora menciona como cada día se acerca más a la muerte, repitiendo los rituales sociales del deber ser que van desde la apariencia física hasta lo más íntimo del ser. De esta forma, la vida se convierte en un trayecto sin sentido, donde sólo queda esperar la desaparición.

15. Sólo la muerte - Pablo Neruda

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel al alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido sin perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado, como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos,
la muerte está en la escoba,
es la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.

Pablo Neruda (Chile, 1904 - 1973) fue uno de los poetas más importantes del siglo XX. Aquí decide personificar a la muerte como una presencia constante en la vida del hombre, pues acecha cada paso de la existencia humana.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.