11 poemas de Emily Dickinson sobre amor, vida y muerte


Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

Emily Dickinson (Estados Unidos, 1830 - 1886) es una de las figuras más intrigantes en la historia de la literatura. No se interesó en publicar sus escritos y decidió llevar una vida de encierro monacal, vistiéndose sólo de blanco y compartiendo con sus familiares más cercanos.

Llegó a escribir dos mil poemas que no llevan título y que se publicaron con su número, siguiendo el orden cronológico. Dentro de su inmensa producción, hemos seleccionado 11 poemas que muestran sus inquietudes en torno al amor, la vida y la muerte.

1212

Una palabra está muerta, cuando se la pronuncia
dicen algunos —
Yo digo que a vivir recién empieza
ese día

(Traducción de Verónica Zondek)

Emily Dickinson escribía para sí misma. Apenas diez de sus poemas fueron publicados de forma anónima. Tuvo que pasar más de un siglo para que su obra fuera valorada y reconocida, pues sus creaciones se plantean como un enigma que el lector debe desentrañar, algo muy osado para su época

Este poema pertenece a la producción más madura de la autora. La crítica ha afirmado que se adelanta muchísimo a su tiempo, al postular el carácter creativo del lenguaje, algo que la filosofía y lingüística recién comenzará a discutir en el siglo XX.

Con sólo cuatro versos, afirma el poder de la palabra sobre la realidad, pues cada vez que emitimos enunciados, creamos un mundo que existe de manera autónoma. Al pronunciar una palabra, le damos vida.

917

El Amor - es anterior a la Vida -
posterior - a la Muerte -
inicial de la Creación, y
de la tierra el Exponente -

(Traducción de Verónica Zondek)

Este poema se ha convertido en uno de los más famosos de la autora. En sólo cuatro estrofas logra situar el amor como la fuerza más importante en el universo, en aquello que es más poderoso como para incluso vencer a la vida y a la muerte.

335

«No es que morir nos duela tanto.
Es vivir lo que más nos duele.
Pero el morir es algo diferente,
un algo detrás de la puerta.

La costumbre del pájaro de ir al Sur
-antes que los hielos lleguen
acepta una mejor latitud-.
Nosotros somos los pájaros que se quedan.

Los temblorosos, rondando la puerta del granjero,
mendigando su ocasional migaja
hasta que las compasivas nieves
convencen a nuestras plumas para ir a casa».

La autora planteó una mirada muy moderna, pues en contra del positivismo que imperaba en el periodo, entrega una visión bastante sombría sobre la existencia.

Así, la muerte siempre estuvo muy presente, ya fuese como la enemiga que le quitaba a sus seres queridos o como la presencia que la perseguía. En este caso, se ve como la liberación ansiada por el alma frente a los sinsabores de la vida.

Compara a los humanos con los pájaros que deben enfrentar el mal tiempo y buscar mejores climas, hasta que finalmente puedan "regresar a casa", es decir, morir y descansar.

605

La Araña sostiene un Ovillo de Plata
En su Mano invisible-
Y mientras baila despacio para Sí
Su Hilo de Perla –ella Devana-

Aplicada va de Nada a Nada-
Insustancial Industria-
Que suplanta nuestros Tapices con el Suyo-
En la mitad de tiempo-

Una Hora para alzar supremos
Sus Continentes de Luz-
Después el Ama de Casa hará colgar de la Escoba-
Esos Confines –ya olvidados-

(Traducción de Amalia Rodríguez Monroy)

Uno de los grandes temas que trabajó fue el espacio de la naturaleza. En este poema plantea la incomprensión del ser humano frente a la maravilla del mundo animal. La araña construye hábilmente su tela, como una artista de la delicadeza, para que más tarde, el ama de casa sea incapaz de apreciarla y la destruya como una actividad más dentro de su cotidianidad.

De esta forma, Dickinson invita al lector a captar aquellos detalles sublimes de nuestra existencia y comenzar a apreciar la vida desde otros ángulos. La idea es no dejarse arrastrar por mantener un ritmo automático, un mensaje que resuena mucho más fuerte para el público de hoy.

135

El Agua se conoce por la sed;
La tierra - por los Mares navegados.
El Éxtasis - por el tormento-
La Paz - por el recuento de sus batallas-
El Amor, por el Moho de la Memoria-
Por la Nieve, los Pájaros.

(Traducción Amalia Rodríguez Monroy)

En estos versos indaga en la continua yuxtaposición entre la felicidad y el dolor. Aunque lo malo pueda verse como algo de lo que el ser humano debería mantenerse alejado, Dickinson postula que si no fuese por aquellas experiencias, no se podría realmente valorar la vida. Si alguien no se hubiese enfrentado nunca a ninguna batalla, ¿cómo podría apreciar más tarde la paz?

1627

A la Abeja no le importa
el pedigrí de la Miel —
para ella, un trébol, siempre,
es Aristocracia -

(Traducción de Rodrigo Olavarría)

Aquí se centra en el tema de la naturaleza como protagonista, para así poder comparar la sabiduría animal con la conducta humana, que muchas veces puede ser más irracional.

De manera irónica y juguetona, demuestra cómo la abeja se concentra en producir el sustento, sin fijarse en detalles nimios, como lo hacen las personas. Sutilmente, es capaz de ejercer una gran crítica a la sociedad de su época.

254

“La Esperanza” es esa cosa con plumas —
Que se asienta en el alma —
Y entona la canción sin las palabras —
Y nunca se detiene — del todo —

y más dulce — se escucha — en la Galerna —
Y airada debe estar la tormenta —
que pudo avergonzar al Pajarito
que a tantos les dio abrigo —

Le escuché en la tierra más fría —
y en el más gélido Mar —
pero, nunca, en la Adversidad
Me pidió una sola — migaja.

(Traducción de Enrique Winter)

Este poema dedicado a la esperanza es uno de los más celebres de su producción. La personifica como un pequeño pajarito, que a pesar de su aparente insignificancia, es capaz de liberar al esclavo, acompañar al que sufre y jamás pide nada a cambio.

En su visión, basta con mantener siempre viva la esperanza, para así poder enfrentar cualquier infortunio que la vida depare.

249

Noches Locas — ¡Noches locas!
¡Si estuviera junto a ti
las Noches Locas serían
nuestro lujo!

Inútiles — los Vientos —
para un Corazón en puerto —
¡cansado de la Brújula —
cansado de los Mapas!

Remando en el Edén —
¡Ah! — ¡El Mar!
¡Pudiese yo anclar — esta noche —
en ti!

(Traducción de Rodrigo Olavarría)

Aunque Emily Dickinson permaneció soltera durante toda su vida, gran parte de su obra está dedicada al amor. En este poema se puede ver un acercamiento hacia lo erótico, pues se encuentra muy presente el deseo por el otro como presencia física.

Hay varias conjeturas sobre su vida amorosa. Se sabe que mantuvo una breve relación con el amigo de su padre, Otis Phillips Lord, luego de que enviudara, pero al poco tiempo murió.

Existen otras teorías que apuntan a su amigo, el Reverendo Charles Wadsworth y a Susan Gilbert, su amiga de infancia y cuñada. Estas ideas se sustentan en poemas que se refieren al amor desde la imposibilidad y, en ambos casos, hubiese sido una relación prohibida.

1406

Nunca se supo de Pasajero que huyera
tras alojar una noche en la memoria —
Esa astuta — Posada subterránea
se las ingenia para que ninguno vuelva a salir —

(Traducción de Verónica Zondek)

La melancolía y la desolación son dos temas recurrentes en el imaginario de Dickinson. En estos versos, la memoria se vislumbra como una especie de viaje que impide avanzar al ser humano y nadie logra liberarse de ese enorme peso.

1129

Toda la verdad decidla pero al sesgo —
el éxito mora en rodeos
demasiado brillante para nuestro doliente deleite
la verdad soberbia sorprende
como el relámpago a los niños
que una buena explicación tranquiliza
la verdad tiene que deslumbrar gradualmente
o todo hombre será ciego —

(Traducción de Silvina Ocampo)

La escritora estaba muy consciente del poder que encerraba el lenguaje y de las sutilezas que se necesitan para transmitir de buena manera lo que se desea.

A pesar de que vivía recluida en su hogar, mantuvo correspondencia con muchas personas y se han editado más de mil de sus cartas. En ellas puede notarse el ingenio con el que era capaz de elaborar sus ideas, ya que sabía que la verdad es algo que debe revelarse con cautela.

113

Soportar nuestra parte de noche —
nuestra parte de amanecer —
Nuestro vacío llenar con deleite,
nuestro vacío con desdén —

Una estrella aquí y otra allá,
¡algunos pierden el camino!
Una niebla aquí — y otra allá —
y luego - ¡El Día!

(Traducción de Rodrigo Olavarría)

A la poeta le gustaba mucho jugar con la idea de los contrarios. Así lo demuestra en este poema, en el que afirma que los seres humanos debemos aprender a vivir con lo bueno y con lo malo. Más allá de las cosas que sucedan y cómo puedan afectar, siempre llegará un momento en que vuelva a alumbrar el día, metáfora de la solución a los problemas.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.