¿Qué es un haikú? 13 ejemplos para explorar la poesía japonesa


Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

El haikú es una composición poética de origen japonés que se distingue por su brevedad, austeridad y sencillez. Fue el famoso escritor Matsuo Basho quien popularizó este género en el siglo XVII, al dotarlo de un carácter espiritual.

Se trata de poemas construidos a través de tres versos sin rima de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Funcionan como textos que intentan condensar la esencia de un momento, a través de la unión de dos imágenes poéticas.

Se centran en la contemplación de la naturaleza y sus estados, pues funcionan como símbolo de la condición humana. Su atención al detalle los convierte en poemas extremadamente ligados a lo sensorial y visual. Por medio de ellos, es posible percibir las pequeñas y sutiles características del entorno y de lo cotidiano.

Matsuo Basho

Por más que cante un pájaro
en el bosque, el ciruelo
no rompe a florecer

Matsuo Basho (1644 - 1694) es uno de los escritores japoneses más conocidos en Occidente, particularmente por ser quien popularizó los haikús como formas poéticas independientes.

Su estilo se caracterizó por la sencillez y la sutileza. Así, recreaba escenas de la naturaleza enfatizando detalles minúsculos que servían para generar una imagen mental en la que el lector puede encontrar su propio significado.

Así, en este texto plantea cómo sin importar el esfuerzo, hay situaciones que deben seguir su ciclo natural, como el florecimiento del ciruelo que sólo ocurrirá en la estación que corresponde.

Kobayashi Issa

Yo nada tengo,
pero gozo de calma,
y del frescor

Kobayashi Issa (1763 - 1828) fue un destacado creador de haikús en los que primaba la mirada hacia la vida natural y sencilla. En este poema hace alusión a la felicidad que se puede encontrar en las cosas simples, pues el ser humano sólo necesita calma para disfrutar la vida en su plenitud.

Yosa Buson

Cae la primera nieve
luego se derrite
en rocío sobre el pasto

Yosa Buson (1716 - 1784) es uno de los grandes maestros asociados al haikú tradicional, en el que prima una mirada ligada a lo filosófico. Asimismo, presenta una composición en la que destaca lo pictórico, ya que también fue un destacado pintor.

En estos versos alude a la manera que tiene el tiempo de mudar las cosas a su propio ritmo, para dar espacio a lo nuevo. Por ello, utiliza como símbolo el agua, pues viene a demostrar lo cíclica y mutable que resulta la existencia.

Takarai Kikaku

una lluvia de verano -
una mujer está sentada sola
mirando fuera

Takarai Kikaku (1661-1707) fue uno de los discípulos más famosos de Basho. Por ello, sigue el estilo sencillo en el que prima la observación de la realidad. En este haikú se contrapone el movimiento de la lluvia junto a la quietud de la mujer, entregando una imagen armónica.

Chiyo-ni

alborada
no brillan más luciérnagas
y las olvido

Chiyo-ni (1703-1775) fue una de las poetas de haikú más valoradas en Japón. Su estilo se caracteriza por la simpleza y la búsqueda espiritual, pues se convirtió en una monja budista hacia el final de vida.

En estos versos alude a la alborada, el momento del día en que aparece el sol. Es el instante en que la existencia parece renacer y se tiende a olvidar lo que sucede en la noche. Así, hace hincapié en la dualidad de la vida, ya que todo está compuesto de luces y sombras que permiten generar un equilibrio necesario.

Masaoka Shiki

Ruego a la mariposa
me brinde compañía
en esta caminata

Masaoka Shiki (1867-1902) contribuyó a modernizar el haikú al insertar su experiencia autobiográfica. Asimismo, fue una importante figura en el periodo, pues reflexionó sobre este género poético e impulsó la publicación de nuevos talentos.

El escritor tuvo una vida muy breve debido a la tuberculosis, de la que finalmente murió con apenas 34 años. Por ello, en este poema alude a la mariposa por su capacidad de metamorfosis. Es una criatura que tiene la capacidad de pasar desde un estado larvario hasta alcanzar una belleza cegadora. De este modo, el hablante busca que este espíritu lo acompañe en su duro camino por una vida que sabe será breve.

Kyoshi Takahama

Año viejo año nuevo
ensartados juntos
como en una vara

Kyoshi Takahama (1874 - 1959) fue el discípulo más reconocido de Masaoka Shiki. Tras su muerte, se dedicó a propagar el haikú a través de la revista Hototogisu quepermitió que se popularizara el género.

Su labor estuvo ligado a mantener el estilo tradicional del haikú, con una descripción realista y objetiva en la que predomina la mirada sobre la naturaleza como metáfora de la existencia humana.

Natsume Soseki

Y desde mi almohada
se ven marchar estrellas.
Va abriendo el alba

Natsume Soseki (1867 - 1916) es reconocido mundialmente por sus novelas Kokoro (1914) y Soy un gato (1905). En estas obras exploró la sociedad de su época y se sumergió en el desarrollo psicológico de sus personajes.

Además de la narrativa, también incursionó en el haikú, en el que optó por la representación de lo cotidiano. En este poema se puede ver que aunque el hablante se encuentra en una posición estática (acostado en su cama), la naturaleza le permite transportarse.

Taneda Santôka

Por la mañana,
mojado de rocío
voy por donde quiero.

Taneda Santôka (1882 - 1940) es un caso paradigmático dentro de los cultores del haikú. Tras atravesar diversos problemas familiares, intentó suicidarse al lanzarse frente a un tren. Fue rescatado por un monje y llevado a un templo donde pasó algunos años. Con el tiempo, se convirtió en un monje mendicante que se dedicaba a recorrer Japón y vivir de las limosnas.

De esta manera, su obra se conformó con su propia biografía. En ella prima la visión del aquí y el ahora, así como hace un retrato sobre la pobreza y la precariedad. Sin embargo, no es una mirada amarga, pues está cruzada por la felicidad que otorga la libertad y las cosas sencillas.

En su época no fue validado por el círculo literario, ya que no respetaba las reglas métricas y poseía una particular forma de observar la existencia. A pesar de esto, el tiempo ha hecho que su poesía resulte innovadora y hoy es reconocido como uno de los poetas más importantes de Japón.

Hisajo Sugita

Junto al brasero―
Sentada a solas
no siento la soledad.

Hisajo Sugita (1890 - 1946) fue una de las primeras voces femeninas en el haikú moderno. Su obra remite a la vida cotidiana y a la observación de la naturaleza, siempre teñida de una subjetividad marcada por su condición de mujer.

Tuvo una vida compleja y sus intentos de tener su propia revista resultaron infructuosos en el periodo. Por ello, en estos versos se puede notar que la soledad es una fortaleza para la autora, pues estando consigo misma es cuando mejor acompañada se encuentra.

Tatsuko Hoshino

Bajo la iridiscencia
de un soleado día de invierno...
Caminan las palomas

Tatsuko Hoshino (1903 - 1984) fue una poeta muy importante para la difusión del haikú escrito por mujeres al fundar su propia revista. En aquellos años el espacio para las voces femeninas era reducido, por lo que en 1930 fundó la publicación periódica Kamakura en la que lograron escribir varias cultoras del haikú.

Su obra se caracterizó por la observación objetiva de la naturaleza, como en este texto en el que logra generar una potente imagen con la palabra iridiscencia. Con ella, el lector puede imaginar la gama de colores que proyecta el sol en un día invernal y que refleja la potencia de vida aún en los momentos menos esperados.

Shūōshi Mizuhara

Tras el frío de la lluvia
hacia la claridad
del abismo

En este haikú, Shūōshi Mizuhara (1892 - 1981) utiliza la naturaleza como símbolo. Luego de atravesar dificultades (lluvia y frío) el ser humano es capaz de ver con mayor nitidez sus problemas. Así, aunque puede parecer difícil (un abismo), el hecho de poder observarlo con calma, permite otro acercamiento hacia la situación.

Teijo Nakamura

La flor de loto
sus hojas y las marchitas
flotando en el agua.

Teijo Nakamura (1900 - 1988) fue una de las mujeres más destacadas del haikú en Japón y una importante figura alrededor de la revista Hototogisu.

Tal como en la mayoría de los haikús tradicionales, la observación directa de la naturaleza sirve como reflejo de su visión de mundo. Aquí, la bella flor de loto es capaz de mostrar su hermosura no sólo con sus hojas nuevas, sino que también con las marchitas que forman parte de quién es.

Ver también:

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.