23 poemas sobre la naturaleza de autores famosos

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 29 min.

La naturaleza es una parte integral en la vida del ser humano, pues es un espacio de múltiples significaciones. No sólo brinda infinitos regalos, sino que se instala como el único lugar donde el individuo es capaz de reencontrarse consigo mismo.

En el siguiente listado, se han seleccionado poemas que se refieren al mundo natural con su belleza, beneficios y diversas facetas.

1. 1627 - Emily Dickinson

Poema Dickinson

Emily Dickinson (Estados Unidos, 1830 - 1886) es una de las figuras más intrigantes en la historia de la literatura. Vivió una vida de encierro y aunque escribió más de dos mil poemas, no llegó a publicar en vida.

Uno de los grandes temas que trabajó fue el espacio de la naturaleza, tema que le fascinaba luego de estudiar floricultura, horticultura y botánica. De hecho, confeccionó su propio herbario que fue publicado de forma póstuma.

Aquí se centra en el tema de la naturaleza como protagonista, para así poder comparar la sabiduría animal con la conducta humana, que muchas veces puede ser más irracional.

De manera irónica y juguetona, demuestra cómo la abeja se concentra en producir el sustento, sin fijarse en detalles nimios, como lo hacen las personas. Sutilmente, es capaz de ejercer una gran crítica a la sociedad de su época.

Puedes leer más Poemas de Emily Dickinson sobre amor, vida y muerte

2. Naturaleza - Henry David Thoreau

Oh naturaleza, yo no aspiro
a ser el más encumbrado en tu coro,
o ser un meteoro en el cielo
o un cometa que pueda subir tan alto,
sino solamente un céfiro que pueda soplar
entre los juncos en la orilla del río.
Concédeme el lugar más apartado,
donde correr mi aérea carrera.

En algún apartado y solitario prado,
permíteme susurrar sobre los juncos,
o en los bosques con ruido de hojarasca
susurrar mientras cae la tarde tranquila,
porque antes que nada seré tu niño
y alumno en el bosque salvaje
que el rey de los hombres en otro lugar
y el más soberano esclavo de la preocupación,
porque antes prefiero tan sólo un momento de tu amanecer
que compartir el año entero de la desdichada ciudad.
Dame para hacer algún trabajo tranquilo
y que sea a tu lado.

Henry David Thoreau (Estados Unidos, 1817 - 1862) es una importante figura dentro de la literatura norteamericana. Se autodefinía como místico, trascendentalista y filósofo de los bosques. Cobró fama con la publicación del ensayo Walden (1854), que relata su experiencia viviendo en completa soledad en la naturaleza durante dos años.

Aunque no es reconocido por su lírica, llegó a escribir más de 200 poemas que se publicaron en revistas del periodo y que se reunieron de forma póstuma.

En estos versos plantea la relación que desea entablar con la naturaleza, convirtiéndose en un humilde habitante que puede gozar de sus encantos. Asimismo, desdeña la vida citadina que sólo acarrea preocupaciones, pues desea aprovechar la belleza y sencillez que le otorga el bosque.

3. Los pasos trascendentes, cotidianos - Elicura Chihuailaf

Elicura Chihuailaf

No podemos olvidar que los pasos cotidianos
en el Valle de la Vida
tienen que ver con los pasos del viento
pero también con los del más pequeño insecto
con la mirada del cóndor en alto vuelo
mas también con la oruga
con el grito de los ríos torrentosos
pero también con el silencio de los lagos
con la presencia del huemul
más también con la humildad del pudú.
¿Puede el bosque renegar del árbol solitario?
¿Puede la piedra solitaria renegar de su cantera?

Elicura Chihuailaf (Chile, 1952) es un escritor de origen mapuche que ha cultivado una obra bilingüe en la que predomina el concepto de oralitor. En la cultura mapuche se privilegia la palabra hablada, pues todas las historias y tradiciones son trasmitidas de forma oral. Por ello, a la hora de escribir un poema, resulta esencial tomar en consideración la memoria de los antepasados.

De esta forma, sus textos quieren asemejar un canto en el que el hablante toma consciencia de su lugar en el mundo y la interconexión que existe entre todo lo que vive. Cada ser, desde el más pequeño hasta el más grande, tiene un objetivo dentro del universo.

Así, finaliza con la idea de que es necesario entender la importancia de cada criatura para lograr la armonía. Es por esto que el bosque no puede menospreciar a ninguno de sus miembros y la piedra no debe olvidar ni dejar de respetar sus orígenes.

4. Una araña paciente y silenciosa - Walt Whitman

Una araña paciente y silenciosa,
vi en el pequeño promontorio en que
sola se hallaba,
vi cómo para explorar el vasto
espacio vacío circundante,
lanzaba, uno tras otro, filamentos,
filamentos, filamentos de sí misma.

Y tú, alma mía, allí donde te encuentras,
circundada, apartada,
en inmensurables océanos de espacio,
meditando, aventurándote, arrojándote,
buscando si cesar las esferas
para conectarlas,
hasta que se tienda el puente que precisas,
hasta que el ancla dúctil quede asida,
hasta que la telaraña que tú emites
prenda en algún sitio, oh alma mía.

Walt Whitman (Estados Unidos, 1819 - 1892) es uno de los autores clave de la literatura norteamericana. Su libro Hojas de hierba (1855) es una gran epopeya en la que se narra el nacimiento de su país y se dedica a alabar el paisaje natural como una maravilla inigualable.

Este poema es uno de los más populares, ya que compara el alma humana con el delicado trabajo de una araña. Tal como aquel insecto intenta encontrar su lugar en el mundo, el hombre busca desesperadamente el sentido de la existencia.

5. Égloga I (fragmento) - Garcilaso de la Vega

Corrientes aguas puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.

Garcilaso de la Vega (1501 - 1536) es uno de los poetas más destacados dentro de la literatura española. Siguiendo los pasos de Juan Boscán, renovó la lírica de su país al adaptar el endecasílabo italiano a la métrica castellana. Así nació el soneto, la forma poética más utilizada durante el Siglo de Oro Español.

Dentro de su obra, destacan las églogas, composiciones del género bucólico en la que dialogan pastores. De origen griego, fueron retomadas durante el Renacimiento en donde se intensificó la visión idealizada y el tema romántico.

En estos versos se puede notar el tópico "Locus amoenus", que quiere decir lugar ameno. Así, se describe un espacio paradisíaco en el que se pueden encontrar árboles, agua y prados. El hablante logra expiar sus angustias a través de la belleza del paisaje, pues la naturaleza funciona como un bálsamo para las emociones.

Revisa aqui Poemas cortos del Renacimiento (explicados)

6. La Ródora - Ralph Waldo Emerson

En mayo, cuando el viento cruza nuestras soledades,
encuentro la fresca ródora en los bosques,
esparciendo sus flores sin hojas en húmedos rincones,
para adornar el desértico y perezoso arroyo.
Los pétalos purpúreos al caer sobre él,
hacen el agua negra más alegre con sus colores;
aquí puede venir el petirrojo a refrescar sus plumas
y cortejar la flor que con su humildad adorna.
¡Ródora! si los sabios preguntaran por qué
estos encantos son dilapidados entre el cielo y la tierra,
diles a ellos, querida, que si para mirar se hicieron los ojos,
entonces la belleza es la única explicación de la existencia:
¿Por qué siendo rival de la rosa permaneces allí?
Nunca se me ocurrió preguntar, nunca supe:
pero en mi simple ignorancia, supongo
que el mismísimo supremo hacedor que me trajo a mí
te ha traído a ti.

Ralph Waldo Emerson (Estados Unidos, 1803-1882) es uno de los pensadores más importantes del siglo XX y líder de la corriente trascendentalista.

En su ensayo Naturaleza (1836) expuso los fundamentos de su filosofía. Allí plantea la importancia de la relación entre el mundo natural y ser humano, pues al entrar en contacto con medio ambiente es posible descubrir la energía cósmica que habita el universo.

Aquí hace una oda a la ródora, flor silvestre de color morado que encuentra en medio de un paseo por el bosque. La describe como poseedora de una belleza insuperable, que otorga encanto a su alrededor.

Hacia el final inserta parte de su filosofía, al sostener que Dios es el creador de maravillas como el hombre y aquella planta. Por ello, existe una unidad indivisible entre todo lo que habita el planeta.

7. Viento - Octavio Paz

Viento

Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.

Octavio Paz (México, 1914 - 1998) es uno de los intelectuales latinoamericanos más destacados del siglo XX, tanto por su obra ensayística como por su poesía.

En "Viento" decide rendirle homenaje a un fenómeno natural que forma parte de la realidad cotidiana. De esta manera, permite que el lector puede observar con otros ojos los regalos que recibe día a día.

Asimismo, puede relacionarse con el tópico vita flumen, que significa "la vida como río". Este motivo hace alusión a la existencia como un río que fluye sin jamás detenerse, siempre en constante movimiento y transformación.

Aunque en este caso no hay ninguna alusión al agua, el viento también tiene una capacidad renovadora. Al final del poema, el hablante se compara con la libertad del aire, "siempre de viaje".

Te puede interesar: Poemas imprescindibles de Octavio Paz (comentados)

8. Nada dorado permanece - Robert Frost

El primer tinte de la naturaleza es dorado,
Para mantener su verde más intenso.
Su hoja temprana va floreciendo
Y vive apenas una instante.
La hoja muere al caer, danzante,
Como se hundió el Edén muy a su pesar,
Así el alba día a día desciende,
Pues nada dorado permanece.

Robert Frost (Estados Unidos, 1874-1963) es un destacado poeta norteamericano que se popularizó por el uso de un lenguaje sencillo, que refleja la naturalidad y cadencia del habla cotidiana.

Uno de sus principales temáticas fue la naturaleza y su relación con el ser humano. En este poema, el hablante se refiere a lo inevitable del paso del tiempo. Así, alude al fin de la infancia y la juventud, pues lo único constante en la existencia es el cambio.

9. El árbol - Sara Teasdale

Sara Teasdale

Oh, ser libre de mí misma
sin nada que recordar,
tener como un árbol en diciembre
tan desnudo el corazón;

descansando, como un árbol descansa
cuando sus hojas han partido,
sin esperar una lluvia más durante la noche
ni el rojo del amanecer;

pero silencioso, tan silencioso
mientras los vientos van y vienen,
sin temer más la dura escarcha
o la brillante carga de la nieve;

y despreocupado, despreocupado de
si alguien pasa y ve
sobre la blanca página del cielo
su negra y fina tracería.

La figura de Sara Teasdale (Estados Unidos, 1884 - 1933) ha resurgido con los años, debido a su fuerza expresiva y a la consciencia social que demostró en su obra.

En este poema se compara la existencia con la de un árbol. La voz poética ansía la simpleza y la libertad de un ser que vive al paso de las estaciones.

Así, en diciembre, época de invierno en América del Norte, el árbol sólo se atiene a lo que los ciclos de la naturaleza le entregan. En cambio, para el ser humano, es un periodo de frío y melancolía que se abre hacia lo inesperado.

10. Helechos - Gabriela Mistral

Dónde la humedad se guarda
asistidora y mansueta
y el resuello del calor
no alcanza a la Madre Gea,
suben, suben silenciosos
como unas palabras lentas,
en silencio suben, suben
estos duendes manos quietas.

Y cuando tienen la alzada
de la garza o el flamenco,
ya descansan y se quedan
latiendo de su misterio.
¡No pasar por ellos, digo,
dejarlos, que están durmiendo!
Porque sólo yo, fantasma,
ni los doblo ni los hiero.

Óiganlos dormir, dormir
sin moverles un cabello.
Ellos no viven ni mueren,
sólo escuchan el silencio,
y con el silencio hacen
cosa que no conocemos:
sueño de niños o danzas
de unos enanos traviesos.
Quedan así entredormidos
custodiando su secreto
y tal vez mi propio sueño.

Duerman los helechos altos
callados como un secreto,
sigan latiendo dormidos
así, callando y latiendo.

¡Qué dulce su frente fría
y su aspiración de cielo!
En el aire van y van
y restan, restan, quedados,
y se parecen al monje
que entrega en su rezo el alma.
Duerman los helechos altos
que yo guardaré su sueño.

Gabriela Mistral (Chile, 1889 - 1957) es una de las figuras más importantes de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Además de escribir ensayos y poesía, tuvo un importante rol como educadora y fue la primera mujer de América Latina en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945.

La naturaleza fue uno de los grandes ejes de su obra, pues se sitúa como un espacio sagrado que le entrega armonía al hombre. En su libro póstumo Poema de Chile, presenta un viaje a través de su país natal, destacando todas los encantos naturales que posee.

En su recorrido decide homenajear incluso a las plantas más sencillas, como sucede en este poema en el que realiza una oda a los helechos. Así, personifica a estas plantas como seres pacíficos y tranquilos que buscan su descanso en la humedad.

Te puede interesar: Poemas fundamentales de Gabriela Mistral

11. A la naturaleza - Samuel Taylor Coleridge

Samuel Taylor Coleridge

Cierto que puede ser fantasía si yo
quiero sacar de todas las cosas de este mundo
gozo interior profundo que las ciña apretado;
y rastrear en hojas y flores, que me envuelven,
lecciones de cariño y piedad sincera.
Sea así: y aunque el ancho mundo resuene en burla
de tal creencia, a mí no me trae temor,
ni me trae dolor, ni perplejidad vana.
Así voy a elevar mi altar entre los campos,
y será el cielo azul mi cúpula policroma,
y la dulce fragancia que da la flor silvestre
será todo el incienso que te ofreceré a Ti,
a ti, mi único Dios, que no despreciarás
ni aun a mí, sacerdote del pobre sacrificio.

Samuel Taylor Coleridge (1772 - 1834) fue un pilar para la literatura inglesa, ya que fue quien impulsó el desarrollo del romanticismo. Este movimiento se caracterizó por expresar la subjetividad, así como por el redescubrimiento de la naturaleza como espacio privilegiado para el ser humano y como reflejo del estado emocional.

En estos versos se vislumbra la naturaleza como el verdadero lugar al que el hombre debe peregrinar y rendir culto. Para el hablante los campos, el cielo y las flores se convierten en su "único Dios". Así, la belleza y magnitud de lo natural resulta mucho más tangible que cualquier otra realidad y creencia. Por ello, se declara "sacerdote" de este maravilloso mundo.

Te puede interesar: Poemas importantes del Romanticismo (explicados), Principales autores del Romanticismo

12. Cuando la hierba crezca encima de mi sepultura - Alberto Caeiro

Cuando la hierba crezca encima de mi sepultura,
sea esa la señal para que me olviden del todo.
La Naturaleza nunca recuerda, y por eso es bella.
Y si tuvieran la necesidad enfermiza de "interpretar"
la hierba verde sobre mi sepultura,
digan que yo sigo reverdeciendo y siendo natural.

Alberto Caeiro es uno de los heterónimos de Fernando Pessoa (1888 - 1935), escritor portugués que se caracterizó por la creación de una obra múltiple en la que inventó varios personajes con un estilo poético distinto.

Caeiro surgió en 1914 y el autor lo llegó a considerar su maestro. En él volcó su interés por la poesía bucólica y filosófica.

Este poema hace referencia al ciclo de la vida. Aunque es un texto breve, encierra una reflexión muy profunda, ya que analiza cómo luego de que se acaba la existencia en la tierra, los seres humanos buscan una manera de perpetuar el recuerdo con los cementerios.

La frase "cuando la hierba crezca encima de mi sepultura" hace alusión al momento en que el cuerpo ya comenzó a descomponerse y a fusionarse con la naturaleza, tal como sucede con todas las criaturas.

Sin embargo, el hablante afirma que las personas tienen "la necesidad enfermiza de interpretar". Por ello, de manera irónica, juega con la idea de "ser natural", pues se fusiona con su entorno.

Te puede interesar: Poemas fundamentales de Fernando Pessoa

13. Amazonas - Pablo Neruda

Pablo Neruda

Amazonas,
Capital de las sílabas del agua,
padre patriarca, eres
la eternidad secreta
de las fecundaciones
te caen ríos como aves, te cubren
los pistilos color de incendio,
los grandes troncos muertos te pueblan de perfume,
la luna no te puede vigilar ni medirte.
Eres cargado con esperma verde
como un árbol nupcial, eres plateado
por la primavera salvaje,
eres enrojecido de maderas,
azul entre la luna de las piedras,
vestido de vapor ferruginoso,
lento como un camino de planeta.

Pablo Neruda (1904 - 1973) fue uno de los poetas más importantes en lengua española del siglo XX. Su obra resulta bastante multifacética, pues oscila entre el vanguardismo, la denuncia social y lo popular.

En su libro Canto general (1950) decidió explorar la historia de América Latina, siguiendo el estilo de los cantos épicos de la literatura clásica.

Por ello, decidió destacar al río Amazonas, el más largo y caudaloso del mundo. Además, es considerado el pulmón del planeta y el hogar de miles de especies. Así, lo imagina como un gran padre, "cargado con esperma verde" que permite mantener el equilibrio necesario para sus habitantes y el mundo entero.

Te puede interesar: Poemas más populares de Pablo Neruda: 1923 a 1970, Los mejores poemas de amor de Pablo Neruda

14. Cantad, pájaros - Vicente Aleixandre

Pájaros, las caricias de vuestras alas puras
no me podrán quitar la entristecida
memoria. ¡Qué clara pasión de un labio
dice el gorjeo de vuestro pecho puro!
Cantad por mí, pájaros centelleantes
que en el ardiente bosque convocáis alegría
y ebrios de luz os alzáis como lenguas
hacia el azul que inspirado os adopta.
Cantad por mí, pájaros que nacéis cada día
y en vuestro grito expresáis la inocencia
del mundo. Cantad, cantad, y elevaos con el alma
que me arrancáis, y no vuelva a la tierra.

Vicente Aleixandre (España, 1898 - 1984) fue una de las grandes voces de la famosa generación del 27 y uno de los autores más populares de su época, ya que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1977.

Aquí la naturaleza se convierte en un espacio de refugio para el hablante, pues el canto de los pájaros le permite olvidar los problemas y preocupaciones de la realidad mundana.

15. Mañana gris - Alfonsina Storni

Se abren bocas grises
en la plancha
redonda del mar.
Tragan nubes grises
las bocas
silenciosas del mar.
Dormidos los peces,
en el fondo,
están.
Colocados en nichos,
el cuerpo frío horizontal
duermen todos los peces
del mar.
Uno, bajo una aleta,
tiene un pequeño
sol invernal.
Su luz difusa
asciende
y abre una aurora pálida
en cada boca gris del mar.
Pasa el buque
y los peces
no se pueden despertar.
Gaviotas trazan signos de acero
sobre la inmensidad.

La escritora argentina Alfonsina Storni (1892 - 1938) fue una figura importante en el panorama literario de América Latina de comienzos de siglo, ya que su obra representa la visión femenina de la realidad.

En este poema la autora describe el mar como un mundo aparte del resto de la existencia, un lugar en el que coexisten distintas criaturas que realizan sus vidas ajenas al ajetreo del mundo.

Asimismo, es un texto de gran capacidad visual, pues sus imágenes permiten recrear una típica mañana nublada frente a la inmensidad del océano.

Te puede interesar: Poemas esenciales de Alfonsina Storni y sus enseñanzas

16. Sobre la cigarra y el grillo - John Keats

John Keats

No muere la poesía de la tierra jamás;
cuando todas las aves desmayan de calor
ocultándose en frescos ramajes, una voz
corre de seto en seto el prado ya segado:

es la de la cigarra, hecha la voz cantante
del lujo del estío; no agota su placer,
pues cuando se fatiga de divertirse así,
descansa a gusto bajo alguna grata hierba.

No cesa la poesía de la tierra jamás:
en la noche de invierno solitaria, acallada
por la escarcha en silencio, desde la chimenea

brota el canto del grillo, con más y más ardor
y al que, medio perdido, dormita, le parece
el son de la cigarra entre las lomas de hierba.

John Keats (Inglaterra, 1795 - 1821) fue uno de los principales representantes del movimiento romántico en su país. Aunque en su época no fue lo suficientemente reconocido, hoy se valora su estética imaginativa y la exuberancia de su lenguaje.

En estos versos se alude a la belleza única del mundo natural que goza de su propia poesía. Así, el canto de la cigarra durante el calor sofocante del verano y la melodía tranquilizadora del grillo durante el frío de la noche se convierten en un milagro sonoro.

Keats resulta ser bastante original, pues elude el clásico tema del canto de los pájaros para darle espacio a criaturas sencillas que no suelen ser destacadas en el mundo literario. Así, estos insectos son capaces de entregar un concierto que, aunque puede parecer monótono, llena de calma y alegría a quien lo oye.

Te puede interesar: Romanticismo

17. Perturbar abejas - Ida Vitale

En esta ciudad verde,
no siempre en flor,
a veces hay abejas.
Pero nada tan vano
como abejas sin flores y sin polen.
Un perfume las pierde:
el vaho culinario de las bayas
violetas del junípero
las lleva hacia el desastre:
entran por la ventana,
sobrevuelan el vapor
que va a ahogarlas.

Sólo el equívoco
y dulce disparate
pone el caos en orden:
algo de miel en el alféizar
desata el nudo apiario
y las quita del sitio equivocado
que adelanta su muerte.

Ahora, ¿quién las guarda?,
¿adónde huyen cuando todo se nubla?,
¿qué flor mínima encuentran?

Ida Vitale (1923) es una de las más importantes voces de la literatura uruguaya. Aunque también ha escrito prosa, lo que más destaca es su labor poética, como una de las máximas representantes de la poesía esencialista.

De este modo, se ha destacado por una obra en la que conviven el lenguaje intelectual y popular, así como se esconden reflexiones profundas en descripciones del mundo cotidiano.

Este poema pertenece a su obra más actual Mínimas de agua nieve (2016). En él hace referencia a las abejas, que han pasado a formar parte de la lista de especies amenazadas, debido al uso de pesticidas y fungicidas. La paulatina disminución de abejas silvestres puede tener consecuencias devastadoras para el futuro de la humanidad, pues son las encargadas del proceso de polinización.

En un estilo narrativo relata la inutilidad de estos insectos en la ciudad, ya que sin plantas y flores les es imposible cumplir su labor. Así, entran a las casas confundidas y son sometidas a una temprana muerte. Con ello, la autora busca generar consciencia sobre el trato que el ser humano le otorga a una criatura que permite el equilibrio de la vida y se encuentra afectada por el acelerado ritmo de la modernidad.

Te puede interesar: Ida Vitale: 10 poemas esenciales

18. ¿Has olvidado que el bosque era tu hogar? - Jorge Teillier

Jorge Tellier

¿Has olvidado que el bosque era tu hogar?
¿Qué el bosque grande, profundo y sereno
te espera como un amigo?
Vuelve al bosque
allí aprenderás a ser de nuevo un niño.
¿Por qué te olvidaste que el bosque era tu amigo?

Los caminos de las hormigas bajo el cielo,
el estero que te daba palabras luminosas,
el atardecer con el que juegas con la lluvia.

¿Por qué lo has olvidado?
¿Por qué no recuerdas nada?”

Jorge Teillier (1935 - 1996) fue un destacado escritor chileno que desarrolló el concepto de poesía lárica. En ella, se busca explorar la relación del hombre con la naturaleza y recuperar la experiencia cotidiana.

Luego de pasar su infancia en un pequeño pueblo del sur de su país, se trasladó a la capital para estudiar. Así fue como desarrolló una estética en la que prima la belleza y simpleza del paisaje, acompañada de una nostalgia por el pasado.

Así, en este poema apela al lector para que recuerde sus orígenes. Frente a la modernización del mundo, el hablante quiere volver a poseer una mirada infantil que puede asombrarse con las cosas más sencillas y gozar de los espacios que regala la tierra.

19. Río - Jorge Guillén

¡Qué serena va el agua!
Silencios unifica.
Espadas de cristal
a la deriva esquivan,
¡lenta espera!, sus filos:
el mar las necesita.
Pero un frescor, errante,
por el río extravía
voces enamoradas:
piden, juran, recitan
¡pulso de la corriente!
¡cómo late!: delira.
Bajo las aguas, cielos
íntimos se deslizan.
La corola del aire
profundo se ilumina.
Van más enamoradas
las voces. Van, ansían.
Yo quisiera, quisiera...
Todo el río suspira.

Jorge Guillén (1893 - 1984) es un destacado poeta español, perteneciente a la generación del 27, movimiento literario de carácter heterogéneo que buscó renovar la lengua.

En estos versos realiza una oda hacia el río y su fuerza por medio de imágenes que recuerdan el constante fluir e impulso de vida que transmite. Asimismo, el agua se compenetra con el ser humano, pues hay quienes van allí a contar sus penas, amores y deseos. Frente a esto, "el río suspira", es decir, se convierte en el confidente de los enamorados con su ritmo portentoso.

Te puede interesar: Generación del 27

20. Alba - Blanca Varela

Al despertar
me sorprendió la imagen que perdí ayer.
El mismo árbol en la mañana
y en la acequia
el pájaro que bebe
todo el oro del día.

Estamos vivos,
quién lo duda,
el laurel, el ave, el agua
y yo,
que miro y tengo sed.

La poeta peruana Blanca Varela (1926 - 2009) es una de las voces más destacadas de la literatura latinoamericana del siglo XX. Trató temas como la soledad, el cuestionamiento de la situación de la mujer y la maternidad.

En este poema se refiere al ritmo natural de la existencia. Así, cada mañana, observa desde su ventana el mismo árbol y diversos pájaros que habitan allí.

Aunque aquella imagen permite constatar que todos forman parte del universo y están vivos, también muestra que los seres humanos son los únicos disconformes con las maravillas de la realidad. Ella siente sed, metáfora del ansia de las personas por tener cada vez más, en lugar de ser agradecidos por lo que poseen.

21. Haikú - Yosa Buson

Cae la primera nieve
luego se derrite
en rocío sobre el pasto

Yosa Buson (1716 - 1784) es uno de los grandes maestros asociados al haikú tradicional, en el que prima el espacio de la naturaleza y una mirada filosófica. Asimismo, presenta una composición en la que destaca lo pictórico, ya que también fue un destacado pintor.

En estos versos alude a la manera que tiene el tiempo de mudar las cosas a su propio ritmo, para dar espacio a lo nuevo. Por ello, utiliza como símbolo el agua, pues viene a demostrar lo cíclica y mutable que resulta la existencia.

Te puede interesar: ¿Qué es un haikú? 13 ejemplos para explorar la poesía japonesa

22. Cerca del mar - Christina Rossetti

¿Por qué gime siempre el mar?
Expulsado del cielo, fuerza a su llanto
a corroer el borde de la playa;
ni todos los ríos de la tierra podrían hartarlo:
el mar, insaciable, siente la sed mientras bebe.

Puros milagros de atractivo reposan
escondidos en ese lecho nunca visto:
anémonas, sal, desapasionadas
corrientes como flores, lo bastante vivo
para soplar y multiplicarse y prosperar.
Pintorescas caracolas, curvas, manchadas o espirales,
con incrustaciones vivas como los ojos de Argos,
todas igual de bellas, aunque todas distintas,
nacen sin espasmos, y mueren
sin espasmos, y así pasan.

Christina Rossetti (1830 - 1894) fue una escritora inglesa muy popular durante la época victoriana. Con los años, su figura se fue olvidando, pero ha vuelto a resurgir con nuevas lecturas sobre su obra.

Formó parte de la Hermandad Prerrafaelita, grupo de artistas que buscaba volver la mirada hacia la naturaleza y alejarse del arte académico que predominaba en la Inglaterra del siglo XIX.

Así, en estos versos alude al mar como una entidad insaciable que es capaz de engendrar bellezas imposibles de replicar por el ser humano.

En este texto puede notarse la influencia de temas de la literatura clásica. Por ejemplo, cuando describe las caracolas "con incrustaciones vivas como los ojos de Argos". Éste es un gigante de cien ojos que todo lo ve, constructor de barcos y asociado al mundo del mar.

23. LXII - Gustavo Adolfo Bécquer

Primero es un albor trémulo y vago,
raya de inquieta luz que corta el mar;
luego chispea y crece y se dilata
en ardiente explosión de claridad

La brilladora lumbre es la alegría,
la temerosa sombra es el pesar.
¡Ay! ¿En la oscura noche de mi alma,
cuándo amanecerá?

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) ) fue uno de los poetas más importantes del posromanticismo en España y se ha popularizado por sus versos de amor.

En este poema alude al amanecer, momento casi mágico en el que el mundo brota de nuevo y el ser humano puede cargarse de energías, gracias a la "ardiente explosión de claridad".

Sin embargo, el hablante oculta un pesar en su interior que le impide disfrutar de los regalos de la naturaleza. Por ello, espera que este fenómeno pueda replicarse en su alma, para poder "alumbrar" su ser.

Te puede interesar: Mejores rimas de Gustavo Adolfo Bécquer

Ver también:

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.