12 poemas sobre despedidas (comentados)


Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

Decir adiós nunca es fácil, pero gracias al poder de la poesía puede ser más llevadero. En los siguientes versos se pueden encontrar diversos acercamientos para despedirse de la vida, del amor y de la memoria.

1. Despedida - Alejandra Pizarnik

Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en su silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.

Alejandra Pizarnik (1936 - 1972) fue una destacada poeta argentina cuya obra se centró en la muerte, la identidad y el lenguaje. Se enfocó en la creación de poemas breves, al estilo de los haikús japoneses, en los que predomina la reflexión.

En "Despedida" alude al dolor que provoca cortar lazos. Es un poema bastante ambiguo, pues no se refiere a la despedida de un ser querido, una ciudad o una relación. Simplemente, a través de la metáfora del fuego que se extingue, expresa la desazón del hablante lírico que sufre ante la separación ( "y esta pequeña lluvia que me acompaña").

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2. Piedra negra sobre piedra blanca - César Vallejo

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París – y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y,
jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos…

César Vallejo (Perú, 1892 - 1938) fue uno de los grandes exponentes de la poesía vanguardista en América Latina a comienzos del siglo XX. Este es uno de sus poemas más recordados, pues funciona como una despedida adelantada del escritor. En él afirma que morirá en París un día de lluvia, luego de haber experimentado la dureza de la vida ("la soledad, la lluvia, los caminos…").

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3. Adiós - Alfonsina Storni

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...

Alfonsina Storni (Argentina, 1892 - 1938) fue una de las escritoras latinoamericanas más destacadas del siglo XX. En su obra, expresó la interioridad de la mujer y fue una fuerte defensora de sus derechos.

En estos versos, predomina un tono melancólico, donde se puede sentir la desazón de la hablante al expresar el dolor que significa decir adiós. Hace alusión a lo inevitable del paso del tiempo ("¡Los días que fueron, los días perdidos, los días inertes ya no volverán!"), ya que, tal como la naturaleza, todo tiene un ritmo que implica un comienzo y un final.

De esta manera, busca volverse más fuerte y dura ante la pérdida, pues ya no soporta más el sufrimiento ("¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!.../¡Que todo el que llegue se muera al tocarte, corazón maldito que inquietas mi afán!").

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4. Despedida - Jorge Teillier

Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían los ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las Virtudes y de las Gracias del planeta:
Los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas que se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua
de mis días sin objeto -

y me despido de estos poemas:
palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

El poeta chileno Jorge Teillier (1935 - 1996) creó una obra centrada en el individuo y su relación con el paisaje. En este poema se despide de la vida que ha llevado.

Así, comienza haciendo alusión a su labor como poeta, pues lo primero de lo que se despide es de su "mano creadora", del papel y la tinta que usó para escribir. Luego, menciona a sus amigos, a su amada, a su memoria, para concluir que lo único certero en la vida es "que respiramos y dejamos de respirar".

Existe un tono de agradecimiento implícito a lo largo de estos versos, pues el hablante parece satisfecho ante las experiencias que ha acumulado y se siente listo para decir adiós.

5. Confesión - Charles Bukowski

Esperando a la muerte
como un gato
que saltará sobre la
cama.

Estoy apenado por
mi esposa.
Ella verá este
cuerpo
rígido
y blanco.

Lo sacudirá una vez, entonces
quizás de nuevo:
“Hank”
Hank no
contestará.

No es mi muerte lo que
me preocupa, es mi esposa
sola con esta
pila de nada.

Quiero que sepa
que todas las noches
durmiendo a su lado.
Incluso las discusiones
inútiles
fueron cosas
espléndidas.

Y las duras
palabras
que siempre tuve miedo de
decir
pueden ahora ser
dichas:
“Te amo”

Charles Bukowski (1920 - 1994) es el gran representante del realismo sucio en Estados Unidos. Su obra se caracteriza por el desenfado con el que se refiere a la vida de excesos, en donde predomina el alcohol, el sexo y las drogas. Fue un gran crítico de la sociedad de consumo del periodo, que encerraba un enorme vacío detrás de la aparente felicidad.

Este poema funciona como una carta de despedida. Se dirige a su esposa, imaginando el momento en que descubra su suicidio y se encuentre con su cuerpo sin vida. A pesar de su tono oscuro, es una declaración de amor, pues aunque no logró soportar más la vida, lo único que sí tenía claro es que la quería por sobre todo lo demás.

6. Los sonetos de la muerte - Gabriela Mistral

I

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

Gabriela Mistral (Chile, 1889 - 1957) fue una de las voces más importantes de la literatura latinoamericana del siglo XX. Con "Los sonetos de la muerte" se hizo famosa, ya que ganó el Primer Lugar del Concurso Literario Juegos Florales en 1914.

En estos versos se despide de un amor imposible que ha muerto y que, con este acto, se ha convertido para siempre en parte de ella ("¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna/bajará a disputarme tu puñado de huesos!"). Aunque el tema de la muerte fue recurrente en su creación, se cree que el poema tiene un carácter autobiográfico y está dedicado a Romelio Ureta, de quien estuvo enamorada y que se suicidó en 1909.

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7. Despedida - Federico García Lorca

Si muero,
dejad el balcón abierto.

El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).

El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).

¡Si muero,
dejad el balcón abierto!

Federico García Lorca (1898 - 1936) es uno de los poetas más importantes en lengua española y gran referente en la Generación del 27.

En estos versos el hablante anticipa su muerte y expresa su deseo de abandonar el mundo mirando el campo, para así poder apreciar la simpleza de las cosas. En este sentido, la figura del balcón funciona como símbolo de la memoria. Al morir, quiere ser capaz de observar su vida y sentirse satisfecho de haber disfrutado hasta las cosas más sencillas.

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8. Nadie nos dice - Blanca Varela

Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa

sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta

En este poema, la escritora peruana Blanca Varela (1926 . 2009) reflexiona sobre la compleja relación que tiene el ser humano con la muerte. Por ello, alude a la actitud que se puede ver en el mundo animal, donde se entiende como un proceso natural que es aceptado con tranquilidad. De este modo, hace un llamado a los lectores, para que puedan mirar la vida que llevaron con sosiego ("oler lo ya vivido / y dar la vuelta") y sean capaces de enfrentar la muerte con los brazos abiertos.

9. Despedida - Jorge Luis Borges

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.

No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.

Jorge Luis Borges (Argentina, 1899 - 1986) es uno de los escritores más importantes del siglo XX, ya que su obra planteó un cambio de paradigma al postular la multiplicidad y la participación activa del lector. En este poema, se despide de un amor que ya no es posible. Sabe que será necesario el paso del tiempo ("trescientas noches como trescientas paredes") para intentar propiciar el olvido.

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10. Un largo adiós - Ángel González

Qué perezoso día
que no quiere marcharse
hoy a su hora.
El sol,
ya tras la línea lúcida
del horizonte,
tira de él,
lo reclama.
Pero
los pájaros lo enredan
con su canto
en las ramas más altas,
y una brisa contraria
sostiene en vilo el polvo
dorado de su luz
sobre nosotros.

Sale la luna y sigue siendo el día.
La luz que era de oro ahora es de plata.

Ángel González (1925 - 2008) es un destacado poeta español que se caracteriza por un estilo narrativo y cercano hacia el lector. En "Un largo adiós" se refiere, de manera metafórica, a lo compleja que resulta una despedida. No se trata sólo de decir adiós, sino que tal como avanza un día, es un proceso que se extiende y permanece en el individuo.

11. Poema para mi muerte - Julia de Burgos

Morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.

Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.

Mis pálidos afectos retornando al silencio
-¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda!-
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas.

Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia.

Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta.

¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo, dándome, dándome, feroz y libremente
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas!

¿Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta?

Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega,
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.

¿Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede
recordarme, en la roca de una isla desierta?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte, me llamará poeta.

Julia de Burgos (1914 - 1953) es una escritora puertorriqueña, importante figura en la defensa de los derechos de la mujer. En este poema hace un llamado a abandonar la vida tal como la dejó: sola y tranquila. Asimismo, desea que su cuerpo sea alimento de la tierra, siguiendo el ciclo natural de la existencia. De esta manera, su único deseo es ser recordada como poeta.

12. Farewell - Pablo Neruda

1

Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

2

Yo no lo quiero, Amada.

Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron las palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

3

(Amo el amor de los marineros
que besan y se van.

Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.

Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.

4

Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.

Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse
para volver a amar.

Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que se va.)

5

Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.

Pablo Neruda (Chile, 1904 - 1973) fue un destacado poeta del siglo XX que trabajó tanto la simpleza como el vanguardismo. En estos versos, el joven poeta está intentando encontrar su voz autoral. Hay una mirada melancólica hacia la existencia y fuertes deseos de experimentar la vida, con sus bondades y sinsabores.

Se inscribe como una suerte de declaración de principios. El hablante lírico no desea ningún tipo de compromiso que lo amarre a una tierra, a una mujer o a una forma de vida, por lo que se despide y anuncia sus ansias de recorrer el mundo, tal como los marineros. Por ello, decide abandonar a la mujer y al hijo que esperan juntos.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.