Los 27 poemas más populares de Pablo Neruda: 1923 a 1970


Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

Pablo Neruda (1904 - 1973) fue uno de los poetas más importantes del siglo XX. A continuación, se realiza un breve recorrido por algunos de los poemas más populares de su producción, desde sus inicios (1923) hasta sus últimas publicaciones (1970).

En ellos se puede encontrar lo multifacético de su creación que continuamente se debate entre el vanguardismo y la simpleza, así como entre la desesperanza y el canto a la vida.

"Farewell" (1923)

Este es uno de los poemas más recordados de este periodo y forma parte de Crepusculario, la primera obra publicada de Neruda. Con ella entró al mundo artístico y literario de Chile a comienzos de siglo.

En estos versos, el joven poeta está intentando encontrar su voz autoral. Hay una mirada melancólica hacia la existencia y fuertes deseos de experimentar la vida, con sus bondades y sinsabores.

Se inscribe como una suerte de declaración de principios. El hablante lírico no desea ningún tipo de compromiso que lo amarre a una tierra, a una mujer o a una forma de vida, por lo que se despide y anuncia sus ansias de recorrer el mundo, tal como los marineros.

1

Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste, como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

2

Yo no lo quiero, Amada.

Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron las palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

3

(Amo el amor de los marineros
que besan y se van.

Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.

Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.

4

Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.

Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse
para volver a amar.

Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que se va.)

5

Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía. Tu serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.

"Poema 20" (1924)

Sin duda, este es una de las creaciones más citadas de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, la obra más famosa del poeta. Corresponde a sus creaciones de juventud, pues la publicó con sólo 19 años.

Lo central es la reflexión en torno al amor y su pérdida. Es un hombre que se alimenta de sus recuerdos y de la necesidad de la presencia física de la amada, a la que idealiza y transforma en su imaginación.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

"Unidad" (1933)

Aquí se distancia de su estilo anterior. Con Residencia en la tierra, Neruda dio el paso definitivo hacia la experimentación vanguardista, alejándose de la tradición que había respetado bastante en sus obras de primera juventud.

En "Unidad" existe una superabundancia semántica y una renuncia a la poesía accesible que le había caracterizado, ya que decide indagar en las posibilidades expresivas del lenguaje. Aún así, retoma muchos de sus temas, como la soledad y la nostalgia.

Hay algo denso, unido, sentado en el fondo,
repitiendo su número, su señal idéntica.
Cómo se nota que las piedras han tocado el tiempo,
en su fina materia hay olor a edad,
y el agua que trae el mar, de sal y sueño.

Me rodea una misma cosa, un solo movimiento:
el peso del mineral, la luz de la miel,
se pegan al sonido de la palabra noche:
la tinta del trigo, del marfil, del llanto,
envejecidas, desteñidas, uniformes,
se unen en torno a mí como paredes.

Trabajo sordamente, girando sobre mí mismo,
como el cuervo sobre la muerte, el cuervo de luto.
Pienso, aislado en lo extremo de las estaciones,
central, rodeado de geografía silenciosa:
una temperatura parcial cae del cielo,
un extremo imperio de confusas unidades
se reúne rodeándome.

"Walking around" (1935)

Este poema forma parte de Segunda residencia, libro que continúa con la búsqueda vanguardista. A pesar de su deseo de innovación lingüística, no abandona por completo el realismo y mantiene firme su rol de comunicador social. Por ello, intenta hacernos reflexionar sobre nuestro carácter de individuos conectados a la tierra en que vivimos.

Se muestra un paseo por la ciudad, acompañado de reflexiones lúgubres sobre la existencia. Hay una apatía y un desgano ante el ritmo de la vida moderna, tal como se ve en los versos "Por eso el día lunes arde como el petróleo / cuando me ve llegar con mi cara de cárcel".

Plantea la rutina del ser humano como una prisión de la que el hablante lírico desea liberarse, pues la ciudad se propone como un espacio gris y melancólico que no invita a la felicidad.

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

"Explico algunas cosas"(1937)

Frente a la realidad histórica, la poesía renuncia a sus preocupaciones anteriores y se enfoca en lo político. En su poemario España en el corazón, el escritor buscaba generar consciencia sobre la situación que enfrentaba España en la Guerra Civil, considerando que él se encontraba allí cuando estalló el conflicto.

El poema comienza con forma de pregunta, es como si el poeta interpelara al lector y le dijera ¿qué pasó? ¿cuál es el afán del ser humano por acabar con la alegría y la belleza de la vida?

Recorre la ciudad que perdió su encanto, denunciando la destrucción y muerte que observa por doquier. De este modo, se instala a sí mismo como vocero del desastre, ya que la poesía debe convertirse en arma de lucha para así defender a esta "España rota".

Preguntaréis

Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas
de agujeros y pájaros?

Os voy a contar todo lo que me pasa.

Yo vivía en un barrio
de Madrid, con campanas,
con relojes, con árboles.

Desde allí se veía
el rostro seco de Castilla
como un océano de cuero.
Mi casa era llamada
la casa de las flores, porque por todas partes
estallaban geranios: era
una bella casa
con perros y chiquillos.
Raúl, te acuerdas?
Te acuerdas, Rafael?
Federico, te acuerdas
debajo de la tierra,
te acuerdas de mi casa con balcones en donde
la luz de junio ahogaba flores en tu boca?
Hermano, hermano!
Todo
eran grandes voces, sal de mercaderías,
aglomeraciones de pan palpitante,
mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua
como un tintero pálido entre las merluzas:
el aceite llegaba a las cucharas,
un profundo latido
de pies y manos llenaba las calles,
metros, litros, esencia
aguda de la vida,
pescados hacinados,
contextura de techos con sol frío en el cual
la flecha se fatiga,
delirante marfil fino de las patatas,
tomates repetidos hasta el mar.

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños.

Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!

Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!

Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.

Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?

Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

"Amor América" (La lámpara en la tierra, 1950)

Aquí se muestra cómo la exuberante naturaleza fue reemplazada por el artificio del conquistador español, que además forzó a los indígenas a cambiar su forma de vida.

El emisor se transforma en el defensor de los enajenados, puesto que proclama "Yo estoy aquí para contar la historia" y se vislumbra como relator de su continente.

Con este poema abre Canto general, una de los propuestas más ambiciosas del poeta, en el que se mezcla el afán histórico y también lo mítico. Se trata de explorar las raíces de América Latina, desde sus orígenes hasta una actualidad en la que se postula la redención de una tierra ocupada y obligada a abandonar sus costumbres.

Antes de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales:
fueron las cordilleras, en cuya onda raída
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.

El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cántaro caribe, piedra chibcha,
copa imperial o sílice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empuñadura
de su arma de cristal humedecido,
las iniciales de la tierra estaban
escritas.
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.

No se perdió la vida, hermanos pastorales.
Pero como una rosa salvaje
cayó una gota roja en la espesura
y se apagó una lámpara de tierra.

Yo estoy aquí para contar la historia.
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica,
y por las madrigueras despeñadas
de la sombría paz venezolana,
te busqué, padre mío,
joven guerrero de tiniebla y cobre
oh tú, planta nupcial, cabellera indomable,
madre caimán, metálica paloma.

Yo, incásico del légamo,
toqué la piedra y dije:
Quién
me espera? Y apreté la mano
sobre un puñado de cristal vacío.
Pero anduve entre flores zapotecas
y dulce era la luz como un venado,
y era la sombra como un párpado verde.

Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca.

"Vienen por las islas" (Los conquistadores, 1950)

Continuando con su recorrido por la historia de América Latina, se narra la llegada de los europeos que vinieron a usurpar las tierras.

Por lo tanto, Neruda plantea un recorrido épico-lírico. Busca relatar las luchas, las injusticias y el dolor que ha atravesado el continente, destacando a los héroes y denunciando a los villanos, como se puede ver en el siguiente poema.

Los carniceros desolaron las islas.
Guanahaní fue la primera
en esta historia de martirios.
Los hijos de la arcilla vieron rota
su sonrisa, golpeada
su frágil estatura de venados,
y aun en la muerte no entendían.
Fueron amarrados y heridos,
fueron quemados y abrasados,
fueron mordidos y enterrados.
Y cuando el tiempo dio su vuelta de vals
bailando en las palmeras,
el salón verde estaba vacío.

Sólo quedaban huesos
rígidamente colocados
en forma de cruz, para mayor
gloria de Dios y de los hombres.

De las gredas mayorales
y el ramaje de Sotavento
hasta las agrupadas coralinas
fue cortando el cuchillo de Narváez.
Aquí la cruz, aquí el rosario,
aquí la Virgen del Garrote.
La alhaja de Colón, Cuba fosfórica,
recibió el estandarte y las rodillas
en su arena mojada.

"Educación del cacique" (1950)

Dentro de este mismo ciclo histórico, el poeta decide tomar la figura de Lautaro (1534 - 1557), un líder mapuche que fue muy importante en la Guerra de Arauco contra los españoles.

En estos versos, se destaca el compromiso hacia la lucha y la defensa de su pueblo, ensalzando la imagen poética de un héroe que se destaca por su fuerza y valentía frente al enemigo.

Lautaro era una flecha delgada.
Elástico y azul fue nuestro padre.
Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio.
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
Acostumbró los pies en las cascadas.
Educó la cabeza en las espinas.
Ejecutó las pruebas del guanaco.
Vivió en las madrigueras de la nieve.
Acechó la comida de las águilas.
Arañó los secretos del peñasco.
Entretuvo los pétalos del fuego.
Se amamantó de primavera fría.
Se quemó en las gargantas infernales.
Fue cazador entre las aves crueles.
Se tiñeron sus manos de victorias.
Leyó las agresiones de la noche.
Sostuvo los derrumbes del azufre.

Se hizo velocidad, luz repentina.

Tomó las lentitudes del otoño.
Trabajó en las guaridas invisibles.
Durmió en las sábanas del ventisquero.
Igualó la conducta de las flechas.
Bebió la sangre agreste en los caminos.
Arrebató el tesoro de las olas.
Se hizo amenaza como un dios sombrío.
Comió en cada cocina de su pueblo.
Aprendió el alfabeto del relámpago.
Olfateó las cenizas esparcidas.
Envolvió el corazón con pieles negras.

Descifró el espiral hilo del humo.
Se construyó de fibras taciturnas.
Se aceitó como el alma de la oliva.
Se hizo cristal de transparencia dura.

Estudió para viento huracanado.
Se combatió hasta apagar la sangre.

Sólo entonces fue digno de su pueblo.

Alturas de Macchu Picchu (1950)

II

Este largo poema es uno de los más famosos del autor, aquí seleccionamos uno de sus fragmentos. Ha pasado a ser parte del imaginario cultural, y fue musicalizado por la banda chilena Los Jaivas.

Se encuentran muy presentes la flora, la fauna y aquellos espacios que distinguen a América Latina del resto del mundo, convirtiéndola en un sitio mágico y especial.

El hablante lírico intenta desentrañar el misterio y grandeza de las ruinas incas por medio del lenguaje, haciendo un recorrido por la ciudad que permanece intacta como un vestigio de la vida que fue eliminada.

Imagina a sus antiguos habitantes ocupar aquellos espacios que hoy permanecen como un recuerdo sagrado de la grandeza de su gente.

Entonces en la escala de la tierra he subido
entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares,
por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos líneas paralelas,
la cuna del relámpago y del hombre
se mecían en un viento de espinas.

Madre de piedra, espuma de los cóndores.

Alto arrecife de la aurora humana.

Pala perdida en la primera arena.

Ésta fue la morada, éste es el sitio:
aquí los anchos granos del maíz ascendieron
y bajaron de nuevo como granizo rojo.

Aquí la hebra dorada salió de la vicuña
a vestir los amores, los túmulos, las madres,
el rey, las oraciones, los guerreros.

Aquí los pies del hombre descansaron de noche
junto a los pies del águila, en las altas guaridas
carniceras, y en la aurora
pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,
y tocaron las tierras y las piedras
hasta reconocerlas en la noche o la muerte.

Miro las vestiduras y las manos,
el vestigio del agua en la oquedad sonora,
la pared suavizada por el tacto de un rostro
que miró con mis ojos las lámparas terrestres,
que aceitó con mis manos las desaparecidas
maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas,
palabras, vino, panes,
se fue, cayó a la tierra.

Y el aire entró con dedos
de azahar sobre todos los dormidos:
mil años de aire, meses, semanas de aire,
de viento azul, de cordillera férrea,
que fueron como suaves huracanes de pasos
lustrando el solitario recinto de la piedra.

"La United Fruit Co." (La arena traicionada, 1950)

Para Neruda resulta de vital importancia lo político, tal como se ve en este poema que también forma parte de Canto General.

Aquí se hace alusión al poderío y destrucción de las empresas multinacionales a los bienes y a la tierra latinoamericana. Así, los intereses comerciales de líderes inescrupulosos están llevando a la destrucción del ecosistema.

Cuando sonó la trompeta, estuvo
todo preparado en la tierra
y Jehová repartió el mundo
a Coca-Cola Inc., Anaconda,
Ford Motors, y otras entidades:
la Compañía Frutera Inc.
se reservó lo más jugoso,
la costa central de mi tierra,
la dulce cintura de América.
Bautizó de nuevo sus tierras
como "'Repúblicas Bananas",
y sobre los muertos dormidos,
sobre los héroes inquietos
que conquistaron la grandeza,
la libertad y las banderas,
estableció la ópera bufa:
enajenó los albedríos,
regaló coronas de César,
desenvainó la envidia, atrajo
la dictadura de las moscas,
moscas Trujillo, moscas Tachos,
moscas Carias, moscas Martínez,
moscas Ubico, moscas húmedas
de sangre humilde y mermelada,
moscas borrachas que zumban
sobre las tumbas populares,
moscas de circo, sabias moscas
entendidas en tiranía.
Entre las moscas sanguinarias
la Frutera desembarca,
arrasando el café y las frutas
en sus barcos que deslizaron
como bandejas el tesoro
de nuestras tierras sumergidas.

Mientras tanto, por los abismos
azucarados de los puertos,
caían indios sepultados
en el vapor de la mañana:
un cuerpo rueda, una cosa
sin nombre, un número caído
un racimo de fruta muerta
derramada en el pudridero.

"América no invoco tu nombre en vano" (1950)

En este poema se puede ver el compromiso político con el continente. Como poeta reconocido, decide aprovechar el espacio que tiene para convertirse en la voz de los oprimidos. A través del poder de las palabras, busca rescatar la herencia ancestral que como latinoamericano posee.

América no invoco tu nombre en vano.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.

"El cóndor" (1952)

Este texto forma parte de Los versos del capitán, donde el autor retoma la temática amorosa, vista como una experiencia fundamental, que absorbe por completo a quienes lo sienten.

Existe una relación armónica entre amor y naturaleza. El ser humano, a través del amor, se une a la energía universal y, por ello, abundan los espacios y ambientes naturales.

El hablante lírico demuestra un deseo de posesión hacia la mujer amada, y toma formas animales para poder atraparla de manera salvaje y feroz, tal como ocurre en sus encuentros. De esta forma, hace alusión al acto físico en que recorre, saborea y posee a su objeto de deseo.

Yo soy el cóndor, vuelo
sobre ti que caminas
y de pronto en un ruedo
de viento, pluma, garras,
te asalto y te levanto
en un ciclón silbante
de huracanado frío.

Y a mi torre de nieve,
a mi guarida negra
te llevo y sola vives,
y te llenas de plumas
y vuelas sobre el mundo,
inmóvil, en la altura.

Hembra cóndor, saltemos
sobre esta presa roja,
desgarremos la vida
que pasa palpitando
y levantemos juntos
nuestro vuelo salvaje.

"Pequeña América" (1952)

A través de la comparación, se hace un paralelo entre el cuerpo de la amada y la forma de América Latina. Así, se retrata la abundancia, la belleza y vitalidad de su objeto de deseo y de la tierra amada.

"Pequeña América" se encuentra en Los versos del capitán, libro que encierra una historia bastante interesante. Fue dedicado a su amante, Matilde Urrutia, con quien más tarde se casaría. Sin embargo, debido a que en ese momento era un amor prohibido, fue publicado de manera anónima.

En palabras del autor: "Fue por mucho tiempo un secreto, por mucho tiempo no llevó mi nombre en la tapa, como si yo renegara de él o el propio libro no supiera quien era su padre. Tal como hay hijos naturales, hijos del amor natural, Los versos del capitán eran así, un libro natural'.

Cuando miro la forma
de América en el mapa,
amor, a ti te veo:
las alturas del cobre en tu cabeza,
tus pechos, trigo y nieve,
tu cintura delgada,
veloces ríos que palpitan, dulces
colinas y praderas
y en el frío del sur tus pies terminan
su geografía de oro duplicado.

Amor, cuando te toco
no sólo han recorrido
mis manos tu delicia,
sino ramas y tierra, frutas y agua,
la primavera que amo,
la luna del desierto, el pecho
de la paloma salvaje,
la suavidad de las piedras gastadas
por las aguas del mar o de los ríos
y la espesura roja
del matorral en donde
la sed y el hambre acechan.
Y así mi patria extensa me recibe,
pequeña América, en tu cuerpo.

Aún más, cuando te veo recostada
veo en tu piel, en tu color de avena,
la nacionalidad de mi cariño.
Porque desde tus hombros
el cortador de caña
de Cuba abrasadora
me mira, lleno de sudor oscuro,
y desde tu garganta
pescadores que tiemblan
en las húmedas casas de la orilla
me cantan su secreto.
Y así a lo largo de tu cuerpo,
pequeña América adorada,
las tierras y los pueblos
interrumpen mis besos
y tu belleza entonces
no sólo enciende el fuego
que arde sin consumirse entre nosotros,
sino que con tu amor me está llamando
y a través de tu vida
me está dando la vida que me falta
y al sabor de tu amor se agrega el barro,
el beso de la tierra que me aguarda.

"Oda a la cebolla" (1954)

Con sus Odas elementales, Neruda intentó representar el mundo a través de las cosas simples y, en apariencia, intrascendentes. Buscó romper con la tradición y explorar temas que se salen de lo clásico en la poesía.

Realiza una alabanza a lo cotidiano y hace un inventario poético de las cosas más sencillas. De ahí que la cebolla, un ingrediente básico y accesible para todos, se convierta en el centro de su elogio.

Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.

Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.

También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino.
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta
en delicado
papel, sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligirnos.
Yo cuanto existe celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.

"Oda al caldillo de congrio" (1954)

En este poema se describe la preparación de uno de los platos típicos de la gastronomía chilena: el caldillo de congrio.

A través del poder de evocación de las palabras, Neruda nos hace sentir el sabor y hasta el olor de este alimento.

Hace un llamado disfrutar los placeres más sencillos, pues las comidas son capaces de unir a todos los seres humanos por su utilidad y su manera de llenar la vida de significado.

En el mar
tormentoso
de Chile
vive el rosado congrio,
gigante anguila
de nevada carne.
Y en las ollas
chilenas,
en la costa,
nació el caldillo
grávido y suculento,
provechoso.
Lleven a la cocina
el congrio desollado,
su piel manchada cede
como un guante
y al descubierto queda
entonces
el racimo del mar,
el congrio tierno
reluce
ya desnudo,
preparado
para nuestro apetito.
Ahora
recoges
ajos,
acaricia primero
ese marfil
precioso,
huele
su fragancia iracunda,
entonces
deja el ajo picado
caer con la cebolla
y el tomate
hasta que la cebolla
tenga color de oro.
Mientras tanto
se cuecen
con el vapor
los regios
camarones marinos
y cuando ya llegaron
a su punto,
cuando cuajó el sabor
en una salsa
formada por el jugo
del océano
y por el agua clara
que desprendió la luz de la cebolla,
entonces
que entre el congrio
y se sumerja en gloria,
que en la olla
se aceite,
se contraiga y se impregne.
Ya sólo es necesario
dejar en el manjar
caer la crema
como una rosa espesa,
y al fuego
lentamente
entregar el tesoro
hasta que en el caldillo
se calienten
las esencias de Chile,
y a la mesa
lleguen recién casados
los sabores
del mar y de la tierra
para que en ese plato
tú conozcas el cielo.

"Oda a la tristeza" (1954)

En la visión nerudiana, el poeta representa la voz del pueblo y tiene un ideal de solidaridad y fraternidad hacia toda la humanidad. De este manera, decide enfocarse en lo mundano y los problemas del día a día de las personas.

Por ello, entre sus famosas odas, deja espacio para un sentimiento tan común como la tristeza, presentada en el poema como una alimaña que debe vencerse gracias a la fuerza y templanza de carácter.

Tristeza, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al Sur con tu paraguas,
vuelve
al Norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.

"Oda a la edad" (1957)

En el Tercer Libro de Odas, continúa con la idea de reflejar diversos aspectos comunes de la vida de las personas. Debido a esto, trabaja uno de los temas clásicos de la poesía: la edad y la cercanía de la muerte.

Retomando el tópico Carpe Diem, hace un llamado a no fijarse en los límites o expectativas sociales frente a la edad, y a disfrutar la vida en su plenitud.

Yo no creo en la edad.

Todos los viejos
llevan
en los ojos
un niño,
y los niños
a veces
nos observan
como ancianos profundos.

Mediremos
la vida
por metros o kilómetros
o meses?
Tanto desde que naces?
Cuánto
debes andar
hasta que
como todos
en vez de caminarla por encima
descansemos, debajo de la tierra?

Al hombre, a la mujer
que consumaron
acciones, bondad, fuerza,
cólera, amor, ternura,
a los que verdaderamente
vivos
florecieron
y en su naturaleza maduraron,
no acerquemos nosotros
la medida
del tiempo
que tal vez
es otra cosa, un manto
mineral, un ave
planetaria, una flor,
otra cosa tal vez,
pero no una medida.

Tiempo, metal
o pájaro, flor
de largo pecíolo,
extiéndete
a lo largo
de los hombres,
florécelos
y lávalos
con
agua
abierta
o con sol escondido.

Te proclamo
camino
y no mortaja,
escala
pura
con peldaños
de aire,
traje sinceramente
renovado
por longitudinales
primaveras.

Ahora,
tiempo, te enrollo,
te deposito en mi
caja silvestre
y me voy a pescar
con tu hilo largo
los peces de la aurora!

"Ay qué sábados más profundos" (1957)

Luego de explorar la sencillez, apareció un grupo de poemas que sorprendieron al público, como puede verse en los siguientes versos.

La publicación de Estravagario supuso un periodo de libertad expresiva para el escritor. Después de su faceta romántica y su compromiso político, decidió explorar el poema como un espacio abierto para la reflexión existencial.

Corresponde a la parte de su producción más madura, donde ya no se toma tan en serio el rol de poeta como comunicador. Entonces, decide jugar, ironizar y poner en duda los modos de vivir que adopta la gente en la realidad moderna.

Se divierte con la idea de multitudes hambrientas de espacio y libertad. Así, crítica a las personas que después de haberse sometido a ritmos extenuantes de trabajo, se entregan al ritual del consumo.

Ay qué sábados más profundos!
Es interesante el planeta
con tanta gente en movimiento:
olas de pies en los hoteles,
urgentes motociclistas,
ferrocarriles hacia el mar
y cuántas muchachas inmóviles
raptadas por rápidas ruedas.

Todas las semanas terminan
en hombres, mujeres y arena,
y hay que correr, no perder nada,
vencer inútiles colinas,
masticar música insoluble,
volver cansados al cemento.

Yo bebo por todos los sábados
sin olvidar al prisionero
detrás de las paredes crueles:
ya no tienen nombre sus días
y este rumor que cruza y corre
lo rodea como el océano
sin conocer cuál es la ola,
la ola del húmedo sábado.

Ay qué sábados irritantes
armados de bocas y piernas
desenfrenadas, de cerrera,
bebiendo más de lo prudente:
no protestemos del bullicio
que no quiere andar con nosotros.

"Así salen" (1957)

En este poema se hace una fuerte crítica a la realidad social de su periodo. Frente al sacrificio del padre, que con un trabajo honrado logró sacar adelante a su familia, se muestra a futuras generaciones sedientas de poderío e incapaces de mantener lo acumulado por el esfuerzo.

Forma parte de Estravagario, y se puede ver que analiza los valores que prevalecen, pues la gente parece medirse por las cosas que adquiere, más allá de su moral o su aporte al mundo.

Era bueno el hombre, seguro
Con el azadón y el arado.
No tuvo tiempo siquiera
Para soñar mientras dormía.

Fue sudorosamente pobre.
Valía un solo caballo.

Su hijo es hoy muy orgulloso
Y vale varios automóviles.
Habla con boca de ministro
Se pasea muy redondo,
Olvido a su padre campestre
Y se descubrió antepasados,
Piensa como un diario grueso,
Gana de día y de noche:
Es importante cuando duerme.

Los hijos del hijo son muchos
Y se casaron hace tiempo,
No hacen nada pero devoran,
Valen millares de ratones.

Los hijos del hijo
Cómo van ha encontrar el mundo?
Serán buenos o serán malos?
Valdrán moscas o valdrán trigo?

Tú no me quieres contestar.

Pero no mueren las preguntas

"Piedras antárticas" (1959 - 1961)

Dentro de su obra, Neruda exploró muchísimo los ambientes naturales de América Latina y de su país natal. De hecho, propuso dos grandes espacios míticos: el mar y la tierra.

En sus paseos costeros, solía encontrar una variedad enorme de piedras que le atraían por su apariencia. Por lo tanto, decidió crear una especie de inventario poético de minerales chilenos en Las piedras de Chile.

Por lo tanto, aprovechó la variedad de la naturaleza en Chile (desde el desierto hasta la Antártica), así como la capacidad del lenguaje lírico para dar vida a lo inanimado.

Allí termina todo
y no termina:
allí comienza todo:
se despiden los ríos en el hielo,
el aire se ha casado con la nieve,
no hay calles ni caballos
y el único edificio
lo construyó la piedra.
Nadie habita el castillo
ni las almas perdidas
que frío y viento frío
amedrentaron:
es sola allí la soledad del mundo,
y por eso la piedra
se hizo música,
elevó sus delgadas estaturas,
se levantó para gritar o cantar,
pero se quedó muda.
Sólo el viento,
el látigo
del Polo Sur que silba,
sólo el vacío blanco
y un sonido de pájaro de lluvia
sobre el castillo de la soledad.

"En vano te buscamos" (1961-1962)

Esta es una elegía dedicada a la memoria de Manuela Sáenz, amante de Simón Bolívar. En su libro Cantos ceremoniales se retoma uno de los tópicos más recurrentes: la muerte. Así, indaga en el espacio que dejan los muertos en la vida de quienes los quisieron.

No, nadie reunirá tu firme forma,
ni resucitará tu arena ardiente,
no volverá tu boca a abrir su doble pétalo,
ni se hinchará en tus senos la blanca vestidura.

La soledad dispuso sal, silencio, sargazo,
y tu silueta fue comida por la arena,
se perdió en el espacio tu silvestre cintura,
sola, sin el contacto del jinete imperioso
que galopó en el fuego hasta la muerte.

"La primavera" (1962)

Pese a que "La primavera" no es una de sus creaciones más destacadas, corresponde a una etapa artística que vale la pena recordar.

Forma parte de Plenos poderes y en él se pueden encontrar versos que pertenecen a una etapa más reflexiva de su obra.

En ellos otorgó prioridad al análisis de los elementos y ciclos naturales, como puede verse en este poema en el que alaba el poder creador y casi mágico de la naturaleza.

El pájaro ha venido
a dar la luz:
de cada trino suyo
nace el agua.

Y entre agua y luz que el aire desarrollan
ya está la primavera inaugurada,
ya sabe la semilla que ha crecido,
la raíz se retrata en la corola,
se abren por fin los párpados del polen.

Todo lo hizo un pájaro sencillo
desde una rama verde.

"La poesía" (1964)

En el siguiente texto relata su encuentro y relación con el trabajo poético a lo largo de los años. Es el poema que abre Memorial de Isla Negra, uno de los grandes proyectos del autor, su autobiografía poética, donde hace un examen de consciencia sobre las circunstancias que lo han llevado a ese punto de su presente.

Realiza un recorrido por hechos que lo marcaron, así como reflexiones sobre su vida, considerando que había cumplido 70 años y ya existía una mirada más contemplativa hacia el pasado.

Y fue a esa edad...Llegó la poesía
a buscarme. No sé, no sé de dónde
salió, de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran
palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,
de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca
no sabía
nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando
aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura
tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto
el cielo
desgranado
y abierto,
planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada
por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío
constelado,
a semejanza, a imagen
del misterio,
me sentí parte pura
del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.

"El mar" (1964)

Neruda sentía una cercanía especial hacia el mar, por lo que eligió casas cercanas a ese espacio y frecuentemente decoraba los ambientes con estilo marino.

En este poema recurre al imaginario del océano para retratar su personalidad expansiva e intensa, en la que existe un oleaje que no cede y da lugar a la creación poética.

Necesito del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navíos.
El hecho es que hasta cuando estoy dormido
de algún modo magnético circulo
en la universidad del oleaje.
No son sólo las conchas trituradas
como si algún planeta tembloroso
participara paulatina muerte,
no, del fragmento reconstruyo el día,
de una racha de sal la estalactita
y de una cucharada el dios inmenso.

Lo que antes me enseñó lo guardo! Es aire,
incesante viento, agua y arena.

Parece poco para el hombre joven
que aquí llegó a vivir con sus incendios,
y sin embargo el pulso que subía
y bajaba a su abismo,
el frío del azul que crepitaba,
el desmoronamiento de la estrella,
el tierno desplegarse de la ola
despilfarrando nieve con la espuma,
el poder quieto, allí, determinado
como un trono de piedra en lo profundo,
substituyó el recinto en que crecían
tristeza terca, amontonando olvido,
y cambió bruscamente mi existencia:
di mi adhesión al puro movimiento.

"El pájaro yo" (1966)

La obra de madurez de Pablo Neruda adquiere un tono bastante contestatario. El autor ha soportado la persecución política y se ha granjeado la enemistad de muchos, por lo que decide tomar en su poesía un rol activo.

En su libro Arte de pájaros se encuentra este texto en el que se compara con un pájaro, de vuelo libre y certero, que siempre regresará para establecer su discurso.

Me llamo pájaro Pablo,
ave de una sola pluma,
volador de sombra clara
y de claridad confusa,
las alas no se me ven,
los oídos me retumban
cuando paso entre los árboles
o debajo de las tumbas
cual un funesto paraguas
o como una espada desnuda,
estirado como un arco
o redondo como una uva,
vuelo y vuelo sin saber,
herido en la noche oscura,
quiénes me van a esperar,
quiénes no quieren mi canto,
quiénes me quieren morir,
quiénes no saben que llego
y no vendrán a vencerme,
a sangrarme, a retorcerme
o a besar mi traje roto
por el silbido del viento.
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.

"Resurrección" (1967)

Este texto proviene de Barcarola, una de las últimas publicaciones del poeta, donde ya no hay un interés tan marcado por representar sus lugares de origen, como se veía en su obra anterior dedicada a América Latina.

En cambio, ahora existe una búsqueda más espiritual, un viaje hacia el interior. Se plantea un recorrido vital que renace cada día, pues los seres humanos gozamos de la oportunidad de vivir cada momento como si fuese nuevo.

Yo me disminuyo en cada día que corre y que cae,
como si naciera: es el alba de mi sangre: sacudo la ropa,
se enredan las ramas del roble, corona el rocío con siete
diademas mis recién nacidas orejas,
en el mediodía reluzco como una amapola en un traje de luto,
más tarde la luz ferroviaria que huyó transmigrando de los archipiélagos
se agarra de mis pies invitándome a huir con los trenes
que alargan el día de Chile por una semana
y cuando saciada la sombra con el luminoso alimento
estática se abre mostrando en su seno moreno la punta de Venus
yo duermo hecho noche, hecho niño y naranja,
extinto y preñado del nuevo dictamen del día.

"Alguien" (1970)

Pertenece al libro La espada encendida, época en que las preocupaciones de Neruda giraban alrededor del fin del mundo, debido a una posible catástrofe nuclear.

Se narra el apocalipsis, pero con un giro muy optimista, ya que la humanidad vuelve a renacer y a fundarse a sí misma.

En este poema se alude al Génesis de la tradición católica, haciendo referencia al nacimiento del primer hombre, su lucha contra la existencia y el encuentro con la mujer.

Se movía, era un hombre,
el primer hombre.
Se hizo los ojos para defenderse.
Se hizo las manos para defenderse.
Se hizo el cráneo para defenderse.
Luego se hizo las tripas
para conservarse.

Tembló de miedo, solo
entre el sol y la sombra,

Algo cayó como una fruta muerta,
algo corrió en la luz como un reptil.
Le nacieron los pies para escapar,
pero crecieron nuevas amenazas.

Y tuvo tanto miedo que encontró a una mujer
parecida a un erizo, a una castaña.
Era un ser comestible
pero aquel hombre la necesitaba
porque eran los dos únicos,
eran los renacidos de la tierra
y tenían que amarse o destruirse.

Sobre Pablo Neruda

Pablo Neruda por Annemarie Heinrich, 1967
Pablo Neruda por Annemarie Heinrich, 1967

Nacido como Neftalí Reyes (Temuco, Chile), logró convertirse en una de las figuras fundamentales de la poesía hispanoamericana, por lo que fue reconocido con el Premio Nobel en 1971.

Hay un intento totalizador detrás de su creación, pues abordó temas tan variados como el tiempo, el amor, el erotismo, el compromiso político y la naturaleza. Como creador, se convirtió en una especie de intermediario del pueblo, e intentó transmitir la historia y la belleza mítica del continente latinoamericano.

Trabajó muchos registros, pues innovó a través del vanguardismo, como puede verse en los poemas de Residencia en la tierra y también utilizó la simpleza en sus Odas elementales, donde lo cotidiano se convirtió en tema poético.

Hasta hoy es recordado no sólo como escritor, sino que por su labor como diplomático y por su compromiso político hacia el partido comunista. Resulta de especial mención la organización del traslado de 2000 refugiados españoles en 1939 hacia Chile en el famoso barco Winnipeg.

Bibliografía

  • Alonso, Marina y Mora, Rosario. (1978). "Las odas elementales de Pablo Neruda". Cauce, N° 1.
  • Araya, Guillermo. (1978). "El Canto General de Pablo Neruda: Poema épico-lírico". Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, N° 7.
  • Carrasco Pirard, Eduardo. (1995). "Neruda y la esencia de la poesía". Revista Chilena de Literatura, N° 46.
  • Edwards, Jorge. (2010). "El último Neruda". Antología General. Real Academia Española.
  • González, Montes. Antonio. (1985)."Los versos del Capitán de Neruda: la dialéctica del amor". Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, N° 21.
  • Neruda, Pablo. (2016). Antología Poética. Austral.
  • Neruda, Pablo. (2017). Estravagario. Seix Barral.
  • Quintana Tejera. Luis. (2004). "Pablo Neruda: Lo lírico como reflejo del individuo sufriente en búsqueda constante del misterio creador". Revista Chilena de Literatura, N° 65.
  • Sicard, Alain. (1991). "Poesía y política en la obra de Pablo Neruda". Revista Canadiense de Estudios Hispánicos,Vol. 15, N° 3.
  • Sicard, Alain. (2010). "Pablo Neruda: entre lo inhabitado y la fraternidad". Antología General. Real Academia Española.

Ver también:

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.