31 poemas de amor para dedicar a la persona que más quieres


Marián Ortiz
Marián Ortiz
Especialista en Medios Audiovisuales

Encontrar las palabras más bellas para expresar nuestros sentimientos a los seres queridos puede ser complicado.
A continuación, te proponemos una compilación de 31 poemas de amor para dedicar a la persona que más quieres. Una lista de poemas, de autores conocidos, con los que podrás expresar tu afecto.

1. Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer

El amor es inmortal, no hay nada capaz de apagar su “llama”. Esto es lo que el poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer manifiesta en esta rima.

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.

2. Dos cuerpos, de Octavio Paz

Este poema de cinco estrofas está contenido en el poemario Libertad bajo palabra (1960) del poeta mexicano Octavio Paz. No hay relaciones de amor iguales, así lo expresa el hablante lírico de este poema. Cada uno de los versos explora las infinitas posibilidades que se pueden dar de la unión amorosa entre dos personas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

3. Tú para mí, yo para ti, bien mío, de Rosalía de Castro

En este poema de Rosalía de Castro, una de las grandes poetas de las letras gallegas, el hablante lírico canta a una historia de amor pasado que inicia con ilusión. Se trata de la primera parte de una composición contenida en su obra En las orillas del Sar (1884).
I
Tú para mí, yo para ti, bien mío
—murmurabais los dos—;
"es el amor la esencia de la vida
no hay vida sin amor".

¡Qué tiempo aquel de alegres
armonías!...
¡qué albos rayos de sol!...
¡qué tibias noches de susurros llenas,
qué horas de bendición!

¡Qué aroma, qué perfumes, qué belleza
en cuanto dios crió!;
y cómo entre sonrisas murmurabais:
"no hay vida sin amor"

(...)

4. Si me llamaras, sí…, de Pedro Salinas

El amor es uno de los temas más recurrentes en la poesía del español Pedro Salinas. En esta composición, del poemario La voz a ti debida (1933), el hablante lírico es capaz de dejarlo todo con tal de ser correspondido por la persona amada.

¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!

Lo dejaría todo,
todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
—¡si me llamaras, sí, si me llamaras!—
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas”.

5. Qué será ser tú, de Ana Rossetti

Este poema de la escritora española Ana Rossetti está contenido en su poemario Punto Umbrío (1995). ¿Cómo se siente la persona que recibe nuestro amor? En esta composición, el hablante lírico expone su deseo de ponerse “en la piel” de la persona a la que ama, para experimentar cómo se siente al saberse amado.

Qué será ser tú.
Este es el enigma, la atracción sobrecogedora
de conocer, el irresistible afán de echar el ancla
en ti, de poseerte.

Qué será la perplejidad de ser tú.
Qué, el misterio, la dolencia de ser tú y saber.
Qué, el estupor de ser tú, verdaderamente tú y,
con tus ojos, verme.

Qué será percibir que yo te ame.
Qué será, siendo tú, oírmelo decir.
Qué, entonces, sentir lo que sentirías tú.

6. Sucesiva, de Gerardo Diego

En este soneto de la obra Alondra de verdad (1941) del autor español Gerardo Diego, uno de los mayores exponentes de la Generación del 27, el hablante lírico expresa el profundo deseo que siente hacia la mujer que ama. El poema está cargado de imágenes, donde describe lo que esta significa para él.

Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.

Onda tras onda irradian de tu frente
y, mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.

Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial, tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.

Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.

7. Desparramadas, de Gioconda Belli

Este poema contemporáneo de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, perteneciente a la antología El ojo de la mujer (1991), está lleno de delicadeza. Esta composición evoca el recuerdo de un amor intenso que nace.


Estaban allí,
desparramadas,
las flores del árbol grande
que no sé cómo se llama
y que florece rosado en las tardes,
esas tardes hermosas
en que tu recuerdo
es una sola corriente que vibra en mi sangre,
como esas flores vibran sobre el pavimento,
vuelan sobre los techos de las casas,
se enredan en el pelo de aquella vieja caminando despacio,
o en aquella fuente, mi amor
o en aquella fuente …

8. Amo, amas, de Rubén Darío

Se trata de una composición del poeta modernista Rubén Darío, contenida en su poemario Cantos de vida y esperanza (1905). El hablante lírico manifiesta en él que amar plenamente es lo único que da sentido a la vida, en los buenos y los malos momentos.

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo obscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la intensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

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9. Yo pienso en ti, de José Batres Montúfar

José Batres Montúfar, autor del romanticismo hispanoamericano, dejó composiciones de temática amorosa como esta. En ella, el hablante lírico manifiesta su angustia por un amor al que no puede olvidar, y que está siempre presente.

Yo pienso en ti, tú vives en mi
mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.

En mi lóbrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de la luz que el sol
envía
a través de una bóveda sombría
al roto mármol de una sepultura.

Callado, inerte, en estupor,
profundo,
mi corazón se embarca y se enajena,
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre en vano estrépito del
mundo
la melodía de su nombre suena.

Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme, en el ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento
las largas horas de la noche cuento
y ¡pienso en ti!

10. La feria de los pájaros, de Luis Rosales

Luis Rosales, autor español de la generación del 36, escribió algunos poemas de temática amorosa como este. El amor es presentado como una “locura alegre” por medio de imágenes de la naturaleza.


Sentí que se desgajaba
tu corazón lentamente
como la rama que al peso
de la nevada se vence;
sentí en tu mano un desfile
de golondrinas que vuelven,
y vi llenando tus ojos
aquella locura alegre
de los pájaros que cumplen
su fiesta sobre la nieve.

11. Bella, de Pablo Neruda

En esta composición de Neruda, perteneciente a su poemario Los versos del capitán (1952), el hablante lírico hace una descripción de la mujer a la que ama a través de diferentes elementos de la naturaleza, los cuales utiliza para destacar su particular belleza.

Bella,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.

Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.

Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.

Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.

Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.

Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.

Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.

Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.

12. Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos, de Miguel Hernández

Este poema del autor español Miguel Hernández, contenido en el poemario El rayo que no cesa (1936) supone toda una declaración de amor, en la cual la razón de ser del hablante lírico no tiene sentido sin su amada. Se encuentra casi al borde del desamparo.

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos…

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

13. Enigma, de Amalia Bautista

Existen amores que calan hasta lo más profundo del corazón. En esta composición de la poeta española Amalia Bautista, el hablante lírico expresa su dolor ante un desengaño amoroso.

El primer día que salí contigo
dijiste que era extraño tu trabajo.
Nada más. Sin embargo, yo sentía
que mi piel se rasgaba hecha jirones
cada vez que tus manos me rozaban,
y que tus ojos eran como aceros
que hacían que los míos me dolieran.
En adelante siempre fue lo mismo:
tú te enorgullecías de tu arte,
más sutil y directo cada día,
y yo no comprendía nunca nada.
Ahora lo sé. Conozco ya tu oficio:
lanzador de cuchillos. Has lanzado
contra mi corazón el más certero.

14. Y colgaríamos naranjas en cada nube, de Ana Istarú

En la obra La estación de fiebre y otros amaneceres (1991), de la autora costarricense Ana Istarú, encontramos este poema de amor idealizado, donde el hablante lírico imagina un estado armónico con su amante.

Si yo fuera azúcar
y tú fueras almohada,
si yo fuera pan
y tu amor escarchado en la nevera,
si fuéramos
la ranura blanca
de una puerta que se abre en la oscuridad,
o las luciérnagas que brotan
de las latas de conserva,
si fueras mi bolsillo
y yo un puño de moras recién cortadas,
¡cómo se enredaría la brisa alrededor nuestro
para formar una canción inmensa
de burbujas celestes y amarillas,
enmarcando la extensión antigua de las ventanas!

15. Volverán las oscuras golondrinas, de Bécquer

Se trata de una de las rimas más famosas del escritor Gustavo Adolfo Bécquer. La fugacidad del tiempo y del amor son los temas contenidos en estos versos.

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales,
jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun mas hermosas,
sus flores abrirán;

Pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;

pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así no te querrán!

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16. El Intruso, de Delmira Agustini


Hay personas que llegan a nuestras vidas para iluminarlas en los instantes más apagados. En esta composición de la escritora uruguaya Delmira Agustini, de su poemario El libro Blanco (1907), el hablante lírico declara su amor a la persona que ama. Además, es un poema que adivina una relación de deseo y dependencia.

Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura,
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

y tiemblo si tu mano toca la cerradura,
y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!

17. Carta a una desconocida, de Nicanor Parra

En el poemario Poemas y antipoemas (1954) del autor chileno Nicanor Parra, el hablante lírico imagina a su amada en el futuro y se dirige a ella. Con una visión pesimista, imagina que aquella no formará parte de su vida.

Cuando pasen los años, cuando pasen
Los años y el aire haya cavado un foso
Entre tu alma y la mía; cuando pasen los años
Y yo solo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo
Un instante frente a tus labios,
Un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
¿Dónde estarás tú? ¡Dónde
estarás, oh hija de mis besos!

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18. Bolero, de Julio Cortázar

Las relaciones de pareja son complejas, no existe la perfección en ellas. En este poema del autor argentino Julio Cortazar, el hablante lírico hace una reflexión sobre la vanidad en las relaciones amorosas, la cual conduce, indefectiblemente, al desamor.

Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.

Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que solo en la aritmética
el dos nace de uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía
que
mirarte.

Y este fragmento:

La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos

y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.

19. Baladas románticas, de Alberto Ureta

Hay amores inolvidables. Este poema del poeta peruano Alberto Uretra indaga en el reencuentro entre el hablante lírico y un amor del pasado. En él se evoca la nostalgia de los días que fueron.

Hoy he tenido la visión
de mi niñez.
Tú tenías un corazón
blanco de ensueño y candidez.
Al encontrarnos otra vez,
hoy he tenido la visión
de mi niñez.

Después de tantos años, hoy
te he vuelto a ver.

Tú eres idéntica y yo soy
una ironía de mi ayer.
En mí yo siento un otro ser.
Después de tantos años, hoy
te he vuelto a ver.

Entonces era el porvenir
encantador.
Los dos queríamos vivir,
porque la vida era amor.
Y aunque entrevimos el dolor,
entonces era el porvenir
encantador.

Por un momento nada más
tengamos fe.
¿Por qué no han de volver jamás
aquellos días en que amé?

20. XV, de César Vallejo

En 1922 el autor peruano César Vallejo publicó uno de sus poemarios más representativos, Trilce, una de las obras más representativas de la vanguardia poética en español. El hablante lírico rememora los momentos pasados de una historia de amor que se ha terminado.

En el rincón aquel, donde dormimos juntos
tantas noches, ahora me he sentado
a caminar. La cuja de los novios difuntos
fue sacada, o tal vez qué habrá pasado.

Has venido temprano a otros asuntos
y ya no estás. Es el rincón
donde a tu lado, leí una noche,
entre tus tiernos puntos,
un cuento de Daudet. Es el rincón
amado. No lo equivoques.

Me he puesto a recordar los días
de verano idos, tu entrar y salir,
poca y harta pálida por los cuartos.

En esta noche pluviosa,
ya lejos de ambos dos, salto de pronto ...
Son dos puertas abriéndose cerrándose,
dos puertas que al viento van y vienen
sombra a sombra.

21. Azul de Ti, de Eduardo Carranza

No todos los amores son correspondidos. En Azul de ti, poema del escritor colombiano Eduardo Carranza, contenido en su obra homónima, el hablante lírico manifiesta su dolor ante la ausencia del ser amado.

Pensar en ti es azul, como ir vagando
por un bosque dorado al mediodía:
nacen jardines en el habla mía
y con mis nubes por tus sueños ando.

Nos une y nos separa un aire blando,
una distancia de melancolía;
yo alzo los brazos de mi poesía,
azul de ti, dolido y esperando.

Es como un horizonte de violines
o un tibio sufrimiento de jazmines
pensar en ti, de azul temperamento.

El mundo se me vuelve cristalino,
y te miro, entre lámpara de trino,
azul domingo de mi pensamiento.

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22. La Despedida, de Luis Alberto de Cuenca

Decirle adiós a un amor puede ser algo doloroso. En esta composición, contenida en el libro de poemas El otro sueño (1981) del poeta español Luis Alberto de Cuenca, el hablante lírico se despide de su amado, a quién nunca podrá dejar de querer.

Mientras haya ciudades, iglesias y mercados,
y traidores, y leyes injustas, y banderas;
mientras los ríos sigan vertiendo su basura
en el mar y los vientos soplen en las montañas;
mientras caiga la nieve y los pájaros vuelen,
y el sol salga y se ponga, y los hombres se maten:
mientras alguien regrese, derrotado, a su cuarto
y dibuje en el aire la V de la victoria;
mientras vivan el odio, la amistad y el asombro,
y se rompa la tierra para que crezca el trigo;
mientras tú y yo busquemos el medio de encontrarnos
y nuestro encuentro sea poco más que silencio,
yo te estaré queriendo, vida mía, en la sombra,
mientras mi pecho aliente, mientras mi voz alcance
la estela de tu fuga, mientras la despedida
de este amor se prolongue por las calles del tiempo.

23. ¡Oh, cuál te adoro!, de Carolina Coronado

Carolina Coronado, autora española del Romanticismo, escribió sonetos como este, donde el hablante lírico manifiesta sus sentimientos a la persona amada. Una composición cargada de sensibilidad, donde se exaltan al máximo las emociones.

¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aun te llama exaltada el alma mía.

Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando tu amor me cuentas y delieras
revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.

24. Te quiero, de Paul Éluard

Este poema supone una celebración del amor idealizado, una declaración del yo poético a la mujer que ama, quien es capaz de conectarlo con la felicidad. El autor frances Paul Éluardn cultivó la corriente dadaísta y surrealista, y dejó composiciones como esta.

Te quiero por todas las mujeres que no conocí
Te quiero por todos los tiempos que no viví
Por el olor de alta mar
Por el olor del pan caliente
Por el animal puro que no le teme al hombre
Te quiero por querer
Te quiero por todas las mujeres que no quiero

Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco
Sin ti no veo más que una extensión desierta
Entre antes y hoy
Hubo esas muertes que yo salté sobre paja
No pude atravesar el muro de mi espejo
Me hizo falta aprender de la vida
Palabra por palabra como se olvida

Te quiero por tu serenidad que no es la mía
Por la salud
Te quiero contra todo lo que es solo ilusión
Para este corazón inmortal que no tengo
Crees ser la duda solo eres la razón
Eres ese gran sol que se me sube a la cabeza
Cuando estoy seguro de mí.

25. De solo imaginarme, de Alicia Lardé de Venturino

Esta composición de la poeta salvadoreña Alicia Lardé, manifiesta las sensaciones que despierta el ser amado en el hablante lírico. Unos versos que evocan erotismo y los deseos efervescentes hacia la persona amada.

De sólo imaginarme que tu boca
pueda juntarse con la mía, siento
que una angustia secreta me sofoca,
y en ansias de ternura me atormento…

El alma se me vuelve toda oído;
el cuerpo se me torna todo llama
y se me agita de amores encendido,
mientras todo mi espíritu te llama.

Y después no comprendo, en la locura,
de este sueño de amor a que me entrego;
si es que corre en mis venas sangre pura,
o si en vez de la sangre corre fuego…

26. Contigo, de Luis Cernuda

Hay amores que llegan para trasformarnos. En estos versos de amor de Cernuda, el hablante lírico expresa sus sentimientos hacia el ser amado, quien se ha convertido en todo aquello que da sentido a su vida. Para él, su amada lo es todo.

¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?
Mi gente eres tu.

El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.

¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?

27. Los mejores ojos, de César Conto

Dicen que la mirada es el "espejo del alma". Esta composición del poeta colombiano Cesar Conto, atiende a esto. No importa el color, ni la forma, los ojos no pueden ocultar nuestras emociones, tampoco el amor.

Ojos azules hay bellos,
hay ojos pardos que hechizan
y ojos negros que electrizan
con sus vívidos destellos.
Pero, fijándose en ellos,
se encuentra que, en conclusión,
los mejores ojos son,
por más que todos se alaben,
los que expresar mejor saben
lo que siente el corazón.

28. Amor oscuro, de Manuel Altolaguirre

Manuel Altolaguirre, poeta de la Generación del 27, cultivó, entre otras, la temática amorosa en sus composiciones. Este poema breve e intimista, perteneciente a su obra Las islas invitadas (1936), descubre la inquietud del hablante lírico hacia un amor que parece incierto.

Si para ti fui sombra
cuando cubrí tu cuerpo,
si cuando te besaba
mis ojos eran ciegos,
sigamos siendo noche,
como la noche inmensos,
con nuestro amor oscuro,
sin límites, eterno...
Porque a la luz del día
nuestro amor es pequeño.

29. Dos canciones de amor para el otoño, de José Coronel Urtecho

El poeta nicaragüense José Coronel Urtrecho escribió este poema de temática amorosa. En él, el hablante lírico manifiesta su amor incondicional hacia la mujer amada, quien incluso le da sentido a su propio ser.

I
Cuando ya nada pido
Y casi nada espero
Y apenas puedo nada
Es cuando más te quiero.

II
Basta que estés, que seas
Que te pueda llamar, que te llame María
Para saber quién soy y conocer quién eres
Para saberme tuyo y conocerte mía
Mi mujer entre todas las mujeres.

30. Si me quieres, quiéreme entera, de Dulce María Loynaz

El amor ha de ser íntegro, no vale querer a medias. La autora cubana Dulce María Loynaz expuso esta idea en este poema de temática amorosa contenido en su obra Versos (1938).

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡quiéreme toda...o no me quieras!

31. La forma de querer tú, de Pedro Salinas

Este poema de Salinas, el "poeta del amor" por excelencia de la Generación del 27, contenido en el libro La voz a ti debida (1933), explora el descontento del hablante lírico al no sentirte totalmente correspondido por su amada.

La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rinde
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte solo yo.

Referencias bibliográficas:

  • Aimee Spanish Books. (2014). 200 Poemas de Amor: Coleccion de Oro de la Poesia Universal. Aimee SBP.
  • Autores, V. (2017). De todo corazón: 111 poemas de amor (1.a ed.). EDICIONES SM.
  • Lastra, P. (1997). Los Cien mejores poemas de amor de la lengua castellana. Alianza Editorial.

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Marián Ortiz
Marián Ortiz
Graduada en Comunicación Audiovisual (2016) por la Universidad de Granada, con máster en Guion, Narrativa y Creatividad Audiovisual (2017) de la Universidad de Sevilla.