26 poemas de amistad cortos


Marián Ortiz
Marián Ortiz
Especialista en Medios Audiovisuales

Dicen que los amigos son “la familia que elegimos”. Encontrar la verdadera amistad es uno de los grandes tesoros de la vida, por eso cualquier momento es ideal para dedicar unas bonitas palabras a esas personas tan importantes que nos acompañan cada día.

Aquí te dejamos una selección de 26 poemas de amistad, de diferentes autores, para inspirarte. Además, te comentamos cada uno de ellos.

1. Soneto 104, de William Shakespeare

Este poema shakespeariano trata el tema del paso del tiempo. En él, el hablante lírico se dirige a un amigo, al que no ve desde hace años. A pesar de que ha transcurrido una larga temporada sin verlo, él sigue mirando con los mismos ojos a su compañero, quien parece mantenerse igual.

Para mí, bello amigo, nunca podrás ser viejo,
que tal como os miré, aquella vez primera,
así, es vuestra belleza. Ya tres fríos inviernos,
al bosque le han quitado, tres hermosos veranos,

tres bellas primaveras, trocadas en otoños,
y he visto en el proceso de tantas estaciones,
tres aromas de Abril en tres Junios quemados.
Me asombra que mantengas tu joven lozanía.

Mas la belleza igual que aguja de cuadrante,
nos roba su figura sin percibir su paso.
Igual tu color dulce está siempre de exacto,
que cambia y es mi ojo, solo el que se ilusiona.

Por mi temor escucha: «Edad no concebida,
antes de ti no había, belleza en el verano.»

2. Amigo, de Pablo Neruda

No hay mayor gesto de amor hacia los amigos que expresar con gratitud lo que sentimos por ellos. En este poema de Pablo Neruda, el hablante lírico manifiesta el afecto hacia el amigo ofreciéndole todo cuanto tiene.

I
Amigo, llévate lo que tú quieras,
penetra tu mirada en los rincones,
y si así lo deseas, yo te doy mi alma entera,
con sus blancas avenidas y sus canciones.

II
Amigo, con la tarde haz que se vaya
este inútil y viejo deseo de vencer.
Bebe en mi cántaro si tienes sed.
Amigo, con la tarde haz que se vaya
este deseo mío de que todo rosal
me pertenezca.
Amigo,
si tienes hambre, come de mi pan.

III
Todo, amigo, lo he hecho para ti. Todo esto
que sin mirar verás en mi estancia desnuda:
todo esto que se eleva por los muros derechos
—como mi corazón— siempre buscando altura.

Te sonríes, amigo. ¡Qué importa! Nadie sabe
entregar en las manos lo que se esconde adentro,
pero yo te doy mi alma, ánfora de mieles suaves,
y todo te doy… Menos aquel recuerdo…
… Que en mi heredad vacía aquel amor perdido
es una rosa blanca que se abre en silencio…

3. Amistad, de Carlos Castro Saavedra

¿Qué es la amistad?, esta es la cuestión a la que trata de responder el poeta colombiano Carlos Castro Saavedra. Para el hablante lírico, amistad significa, entre otras cosas, apoyo, sinceridad, compañía y sosiego en los momentos más complejos. Una amistad verdadera supera el paso del tiempo, entre alegrías y tristezas.

Amistad es lo mismo que una mano
que en otra mano apoya su fatiga
y siente que el cansancio se mitiga
y el camino se vuelve más humano.

El amigo sincero es el hermano
claro y elemental como la espiga,
como el pan, como el sol, como la hormiga
que confunde la miel con el verano.

Grande riqueza, dulce compañía
es la del ser que llega con el día
y aclara nuestras noches interiores.

Fuente de convivencia, de ternura,
es la amistad que crece y se madura
en medio de alegrías y dolores.

4. El entierro de un amigo, de Antonio Machado

La pérdida de un amigo supone un momento muy doloroso. En este poema, el autor sevillano Antonio Machado describe las sensaciones y el ambiente que rodea al instante en que se da sepultura a su amigo. Indaga en su interior y en el mundo sensorial, captando la esencia de ese trágico instante.

Tierra le dieron una tarde horrible
del mes de julio, bajo el sol de fuego.

A un paso de la abierta sepultura,
había rosas de podridos pétalos,
entre geranios de áspera fragancia
y roja flor. El cielo
puro y azul. Corría
un aire fuerte y seco.

De los gruesos cordeles suspendido,
pesadamente, descender hicieron
el ataúd al fondo de la fosa
los dos sepultureros...

Y al reposar sonó con recio golpe,
solemne, en el silencio.

Un golpe de ataúd en tierra es algo
perfectamente serio.

Sobre la negra caja se rompían
los pesados terrones polvorientos...

El aire se llevaba
de la honda fosa el blanquecino aliento.

—Y tú, sin sombra ya, duerme y reposa,
larga paz a tus huesos...

Definitivamente,
duerme un sueño tranquilo y verdadero.

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5. Cultivo una rosa blanca, de José Martí

Al igual que otro tipo de relaciones afectivas, la amistad hay que cuidarla. En este poema, del autor cubano José Martí, el hablante lírico expone que cuida a quienes son sinceros y leales con él, cultivando una rosa blanca. Del mismo modo, se comporta con quienes le han hecho daño, pues no despierta rencores hacia ellos.

Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.

Y para el vil que me arranca
el corazón con que vivo
cardo ni espina cultivo,
cultivo una rosa blanca.

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6. Poema de la amistad, de Octavio Paz

La amistad se transforma con el paso del tiempo, fluye, crece y madura. El escritor mexicano Octavio Paz se vale de metáforas y analogías para explicar cómo son estas relaciones de afecto a través de los años.

La amistad es un río y un anillo.

El río fluye a través del anillo.
El anillo es una isla en el río.

Dice el río: antes no hubo río, después solo río.
Antes y después: lo que borra la amistad.

¿Lo borra? El río fluye y el anillo se forma.
La amistad borra al tiempo y así nos libera.

Es un río que, al fluir, inventa sus anillos.
En la arena del río se borran nuestras huellas.

En la arena buscamos al río: ¿dónde te has ido?
Vivimos entre olvido y memoria:

Este instante es una isla combatida por el tiempo incesante.


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7. Amiga, de Pedro Salinas

Pedro Salinas, uno de los mayores representantes de la Generación del 27, escribió este poema amoroso en el que el amante percibe el mundo a través del ser amado, su amiga. A quien compara con un cristal a través del cual puede contemplar el mundo.

Para cristal te quiero,
nítida y clara eres.
Para mirar al mundo,
a través de ti, puro,
de hollín o de belleza,
como lo invente el día.
Tu presencia aquí, sí,
delante de mí, siempre,
pero invisible siempre,
sin verte y verdadera.
Cristal. ¡Espejo, nunca!

8. Recuerda, de Christina Rossetti

Este poema de Christina Rossetti, una reconocida poeta inglesa del siglo XIX, forma parte de su obra El mercado de los duendes (1862). En esta ocasión, el hablante lírico se dirige a su amante o amigo para pedirle que le recuerde cuando muera. En los últimos versos le pide que no la recuerde en la tristeza, si así lo hace, prefiere que la olvide.

Recuérdame cuando haya marchado lejos,
muy lejos, hacia la tierra silenciosa;
cuando mi mano ya no puedas sostener,
ni yo, dudando en partir, quiera todavía permanecer.

Recuérdame cuando no haya más lo cotidiano,
donde me revelabas nuestro futuro planeado:
solo recuérdame, bien lo sabes,
cuando sea tarde para los consuelos, las plegarias.

Y aunque debas olvidarme por un momento
para luego recordarme, no lo lamentes:
pues la oscuridad y la corrupción dejan

un vestigio de los pensamientos que tuve:
es mejor que me olvides y sonrías
a que debas recordarme en la tristeza.

9. ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?, de Lope de Vega

Este soneto de Lope de Vega, uno de los máximos exponentes del Siglo de Oro español, es de temática religiosa. En él, el hablante lírico alude directamente a Jesús y le muestra su arrepentimiento por no abrirse a Dios. A pesar de que el hablante lírico se negaba a la conversión, este ha perseverado y esperado el momento.

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abría! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

10. El amigo que duerme, de Cesare Pavese

Este poema del autor italiano Cesare Pavese trata el tema de la muerte. El autor experimentó durante su vida la pérdida de varios seres queridos, por eso, en estos versos, evoca el miedo a perder a un amigo.


¿Qué le diremos esta noche al amigo que duerme?
La palabra más tenue nos sube a los labios
desde la pena más atroz. Miraremos al amigo,
sus inútiles labios que no dicen nada,
quedamente hablaremos.

La noche tendrá el rostro
del antiguo dolor que cada tarde resurge,
impasible y vivo. El silencio remoto
sufrirá como un alma, mudo, en la oscuridad.
Le hablaremos a la noche, que levemente respira.

Oiremos los instantes goteando en lo oscuro,
más allá de las cosas, en la ansiedad del alba
que vendrá de improviso esculpiendo las cosas
contra el silencio muerto. La luz inútil
develará la faz absorta del día. Los instantes
callarán. Y hablarán quedamente las cosas.

11. La amistad es amor, de Pedro Prado

La complicidad es esencial en una relación de amistad. En este poema del escritor chileno Pedro Prado, el hablante lírico da a conocer las peculiaridades que caracterizan a su relación de amistad ideal. Un vínculo superior que va más allá de las palabras.


La amistad es amor en serenos estados.
Los amigos se hablan cuando están más callados.
Si el silencio interrumpe, el amigo responde
mi propio pensamiento que también él esconde.

Si él comienza prosigo el curso de su idea;
ninguno de nosotros la formula ni crea.
Sentimos que hay un algo superior que nos guía
y logra la unidad de nuestra compañía...

Y nos vemos llevados a pensar con hondura,
y a lograr certidumbre en la vida insegura;
y sabemos que encima de nuestras apariencias,

se adivina un saber más allá de las ciencias.
Y por eso yo busco el tener a mi lado
el amigo que entienda cuanto digo callado.

12. Poema 8, de John Burroughs

En este poema del naturalista estadounidense John Burroughs, el hablante lírico trata de dar respuesta a la cuestión qué es un amigo. Para él es quien es sincero, generoso, auténtico, incondicional y buen consejero.

Aquel cuyo apretón de manos es un poquito más firme,
Aquel cuya sonrisa es un poquito más luminosa,
Aquel cuyos actos son un poquito más diáfanos;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

Aquel quien más pronto da que pide,
Aquel quien es el mismo hoy y mañana,
Aquel quien compartirá tu pena igual que tu alegría;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

Aquel cuyos pensamientos son un poquito más puros,
Aquel cuya mente es un poquito más aguda,
Aquel quien evita lo que es sórdido y mísero;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

Aquel quien, cuando te vas, te extraña con tristeza,
Aquel quien, a tu retorno, te recibe con alegría;
Aquel cuya irritación jamás se deja notar;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

Aquel quien siempre está dispuesto a ayudar,
Aquel cuyos consejos siempre fueron buenos,
Aquel quien no teme defenderte cuando te atacan;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

Aquel quien es risueño cuando todo parece adverso,
Aquel cuyos ideales nunca has olvidado,
Aquel quien siempre da más de lo que recibe;
Ese es a quien yo llamo un amigo.

13. No moriré del todo amiga mía, de Rodolfo Tallón

Una despedida definitiva puede ser un momento sobrecogedor. En este poema del argentino Rodolfo Tallón, el hablante lírico consuela a su amiga, a quién deja atrás. Él se marchará para siempre, pero vivirá gracias al recuerdo del ser querido, quién lo hará inmortal.

No moriré del todo, amiga mía,
mientras viva en tu alma mi recuerdo.
Un verso, una palabra, una sonrisa,
te dirán claramente que no he muerto.

Volveré con las tardes silenciosas,
con la estrella que brilla para ti,
con la brisa que nace entre las hojas,
con la fuente que sueña en el jardín.

Volveré con el piano que solloza
las nocturnas escalas de Chopin;
con la lenta agonía de las cosas
que no saben morir.

Con todo lo romántico, que inmola
este mundo cruel que me destroza.
A tu lado estaré cuando estés sola,
como una sombra más junto a tu sombra.

14. Ni él ni yo, de Cecilia Casanova

La escritora chilena publicó este poema en su libro Estación Termini (2009). Esta breve composición contemporánea explora una relación de amistad más compleja de lo que, aparentemente, parecía.

Ni él
ni yo
nos dimos cuenta
que nuestra amistad estaba llena
de recovecos
Traducirla
habría sido
sacrílego.

15. A la amistad, de Alberto Lista

Alberto Lista fue un matemático y poeta español que vivió durante los siglos XVIII y XIX. Dedicó poemas como este a un buen amigo, Albino, a quien agradece por amistad durante años con estos versos.

La ilusión dulce de mi edad primera,
del crudo desengaño la amargura,
la sagrada amistad, la virtud pura
canté con voz ya blanda, ya severa.

No de Helicón la rama lisonjera
mi humilde genio conquistar procura;
memorias de mi mal y mi ventura,
robar al triste olvido solo espera.

A nadie, sino a ti, querido Albino,
debe mi tierno pecho y amoroso
de sus afectos consagrar la historia.

Tú a sentir me enseñaste, tú el divino
canto y el pensamiento generoso:
Tuyos mis versos son y esa es mi gloria.

16. A Palacio, de Antonio Machado

Los buenos amigos nos permiten abrir nuestro corazón y nos escuchan en los malos momentos. En su obra Campos de Castilla (1912) se enmarca este poema en el que Machado, de forma epistolar, se dirige a su buen amigo José María Palacio.

Mientras descubre el paisaje soriano en primavera, el hablante lírico le pide a su buen amigo que lleve lirios a su difunta esposa Leonor, cuya tumba se encuentra en el Espino, cementerio de Soria.

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?

Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?

Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra…

17. Los amigos, de Julio Cortázar

Este desconocido soneto, del escritor argentino Julio Cortázar, fue incluido en el mecanoscrito Preludios y Sonetos (1944). Este documento estaba dedicado a Zamora Vicente, escritor español, y a la esposa de este, con quienes mantuvo una gran amistad. El poema explora una amistad pasada, lo hace a través de distintos elementos que le hacen volver a ella, como un difuso recuerdo.


En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más, pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.

18. Amistad después del amor, Ella Wheeler Wilcox

¿Es posible mantener la amistad después de una relación amorosa? Este breve poema de la escritora estadounidense Ella Wheeler Wilcox explora las sensaciones que afloran tras la separación de los amantes.


Después del feroz verano todas sus llamas
se han consumido en cenizas, han expirado
En la intensidad de su propio calor,
allí arriba la suavidad, leve, del día de San Martín,
coronada con la calma de la paz, triste y brumosa.
El después del amor nos ha llevado, cansado
de la agonía y los tormentosos deseos,
hasta una larga mirada de amistad: ojo fugaz
que nos invita a seguirlo, y a cruzar
los frescos y verdes valles que vagan sin cuidado.
¿Es un toque de nieve el que se encuentra en el aire?
¿Por qué nos acosa este sentido de pérdida?
No deseamos que retorne el dolor, el calor obsoleto;
Sin embargo, sin embargo, estos días son incompletos.

19. Poema 24, de Rabindranath Tagore

Este poema del autor bengalí Rabindranath Tagore está contenido en el libro El jardinero (1913). Los amigos nos escuchan cuando más lo necesitamos y guardan nuestros secretos. En estos versos, el hablante lírico se dirige a su amiga, a quien le alienta para que le cuente, en confianza, aquello que tanto le angustia.

No guardes solo para ti el secreto de tu corazón, amiga mía, dímelo,
solo a mí, en secreto

Susúrrame tu secreto, tú que tienes una sonrisa tan dulce; mis oídos
no lo oirán, solo mi corazón.

La noche es profunda, la casa está silenciosa, los nidos de los pájaros
están envueltos por el sueño.

A través de tus lágrimas vacilantes, a través de tus temerosas sonrisas,
a través de tu dulce vergüenza y tu tristeza, dime el secreto de tu
corazón.

20. Gacela de la amistad, de Carmen Díaz Margarit

La amistad nos hace experimentar emociones gratas e inexplicables. Este poema contemporáneo consigue transmitir estas sensaciones a través de sus versos.

La amistad es una ráfaga de peces luminosos,
y te arrastra
hacia un océano feliz de mariposas.

La amistad es un plañir de campanas
que invocan el aroma de los cuerpos
en un jardín amanecido de heliotropos.

21. Amistad a lo largo, de Jaime Gil de Biedma

Algunos de los momentos más dichosos de nuestras vidas son las reuniones y situaciones vividas con los amigos. Este poema, de una de las figuras más relevantes de la poesía española de la Generación del 50, reflexiona sobre la amistad. Ese lugar, que supera el espacio y el tiempo, donde podemos “dejarnos ser”.

Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en la amistad.
Mirad:
somos nosotros.

Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.

Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
—esas que ya no dicen cosas—,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en un mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.

Pero callad.
Quiero deciros algo.
Solo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
¡en el rincón hablamos, tantos meses!
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.

¡Ay el tiempo! Ya todo se comprende.

22. Un árbol venenoso, de William Blake

Reprimir la ira no hace otra cosa que empeorar las relaciones humanas. Este poema del poeta británico William Blake, establece una comparativa entre cómo trató un problema con su amigo, y logró superarlo, y cómo lo hizo con su enemigo. La falta de comunicación con este hizo que la ira aumentara y creciera como un árbol venenoso.

Estaba enfadado con mi amigo;
le conté mi enojo, y mi enojo terminó.
Estaba enfadado con mi enemigo:
no lo dije, y mi enojo creció.

Y lo regué con miedo,
noche y día con mis lágrimas:
y lo asoleé con sonrisas,
con suaves y embusteros engaños.

Así creció noche y día,
hasta que dio luz a una manzana brillante.
Y mi enemigo contempló su brillo,
y comprendió que era mía.

Y se entrometió en mi jardín,
cuando la noche cubría el polo;
y por la mañana estuve contento de ver
a mi enemigo extendido bajo el árbol.

23. No te rindas, de Mario Benedetti

Los amigos están en los momentos más complicados. Este poema del escritor uruguayo, representante de la Generación del 45, puede ser ideal para alentar a un ser querido que ha perdido la esperanza. Con estas bellas palabras, el hablante lírico brinda su apoyo incondicional a su compañera.

No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay vida en tus sueño,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

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24. Solo amistad, de Jorge Isaacs

En las relaciones de amistad también puede darse el amor no correspondido. En estos versos del poeta colombiano Jorge Isaacs, quién cultivó el género romántico, el hablante lírico lamenta haber creído que la relación con su amada se trataba de algo más que una amistad.

A la eterna amistad que así me juras,
Tu desdén y tu olvido ya prefiero.
¿Solo amistad tus ojos me ofrecían?
¿Solo amistad mis labios te pidieron?

De tu perjurio, en pago mi perjurio,
De tu cobarde amor, mi amor en premio,
Demandas hoy, ahora que arrancarte
Del humillado corazón no puedo.

Si no he soñado que te amé y me amaste,
Si esa felicidad no ha sido un sueño
Y nuestro amor fue un crimen…ese crimen
A mi vida te unió con lazo eterno.

Cuando a la luz del arrebol lujoso,
De la verde ribera en los oteros
Silvestres flores para mí cogías
Con que adornaba yo tus bucles negros;

Cuando en la cima del peñón, el río
A nuestros pies rodando turbulento,
Libres como las aves que cruzaban
El horizonte azul con tardo vuelo,

Te oprimí temblorosa entre mis brazos
Y enjuagaron tus lágrimas mis besos…
¿Solo amistad entonces me ofrecías?
¿Solo amistad mis labios te pidieron?

25. La flecha y la canción, de Henry Wadsworth Longfellow

Esta composición del autor Henry Wadsworth Longfellow, conocido por haber sido el primer traductor estadounidense de la Divina Comedia, explora de manera metafórica el tema del odio y el amor, la flecha y la canción, respectivamente. Al igual que la canción, el sentimiento del amor permanece íntegro en el corazón de los amigos.

Lancé una flecha al cielo azul.
Cayó en la tierra, ignoro dónde.
Partió tan rauda que la vista
seguir su vuelo no logró.

Una canción lancé a los aires.
Cayó en la tierra, ignoro dónde.
¿Qué ojos pueden seguir el vuelo
infinito de una canción?

Mucho más tarde hallé en un roble
la flecha, entera todavía;
y la canción la encontré intacta
en el corazón de un amigo.

26. Credo de la amistad, de Elena S. Oshiro

Este poema, de la médica y periodista Elena S. Oshiro, supone toda una declaración de confianza a los amigos, quienes están ahí siempre en lo bueno y lo malo.

Creo en tu sonrisa,
ventana abierta a tu ser.

Creo en tu mirada,
espejo de tu honestidad.

Creo en tus lágrimas,
signo del compartir
alegrías o tristezas.

Creo en tu mano
siempre extendida
para dar o recibir.

Creo en tu abrazo,
acogida sincera
de tu corazón.

Creo en tu palabra,
expresión de lo que
quieres o esperas.

Creo en ti, amigo,
así, simplemente, en la
elocuencia del silencio.

Referencias bibliográficas:

  • Bartra, A. (1984). Antología de la poesía norteamericana. UNAM.
  • Casanova, C. (2004). Estación termini. Alianza Editorial.
  • Isaacs, J. (2005). Obras completas (M. T. Cristina, Ed.). Universidad Externado de Colombia.
  • Machado, A. (2000). Antología poética. EDAF.
  • Montes, H. (2020). Antología poética para jóvenes. Zig-Zag.
  • S. Oshiro, E. (2021). Amistad: alegría de compartir. Ariel Publisher.
  • Salinas, P. (2007). Poesías completas. Debolsillo.

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Marián Ortiz
Marián Ortiz
Graduada en Comunicación Audiovisual (2016) por la Universidad de Granada, con máster en Guion, Narrativa y Creatividad Audiovisual (2017) de la Universidad de Sevilla.