Impresionismo: características, obras y artistas más importantes

Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Especialista en artes, literatura e historia cultural
Tiempo de lectura: 18 min.

El movimiento impresionista representa un punto de inflexión en la historia de la pintura occidental. Si bien no se le puede llamar un arte de vanguardia, sí se puede decir que el impresionismo abrió el camino a lo que algunos expertos denominan “la voluntad diferenciadora de estilo” entre los artistas que, finalmente, hizo posible la germinación del espíritu vanguardista (Pierre Francastel).

Manet almuerzo sobre la hierba
Edouard Manet: Almuerzo sobre la hierba. 1863. Óleo sobre tela. Medidas: 208 cm × 264,5 cm.

Hacia 1867, el pintor Edouard Manet expuso en el Salón de los Rechazados de París sus escandalosos cuadros Olympia y Almuerzo sobre la hierba, pues al jurado no le pareció digno del Salón Oficial, al igual que la obra de casi tres mil artistas.

Otros artistas como Claude Monet, Edgar Degas o Pierre-Auguste Renoir también habían sido rechazados sistemáticamente. Todos tenían algo en común: estaban convencidos de que tenían algo nuevo que mostrar y que su punto de vista era valioso. ¿Pero qué era lo que proponían y qué los hizo tan importantes?

Una nueva mirada

Artistas como Monet, Renoir, Berthe Morisot, Guillaumin, Degas, Sisley o Pissarro, entre muchos otros, compartían valores y principios plásticos comunes. Para empezar, proponían un arte ciudadano por excelencia.

Mientras la industrialización avanzaba y las ciudades europeas se modernizaban, los jueces del Salón Oficial de París seguían apegados a los temas premodernos: paisajes pastoriles, el mundo vegetal, las grandes mitologías históricas, etc.

Los impresionistas, en cambio, reconocieron la ciudad moderna como paisaje, porque entendieron que los cambios históricos afectaban también la función del arte.

Por ejemplo, si antes la gente debía tener mucho dinero y tiempo para encargar un retrato, ahora, con la invención de la fotografía, eso era posible en cuestión de minutos y a un costo muy bajo, con la ventaja de que la imagen se podía reproducir.

Estos artistas inconformes se preguntaban: ¿seguirá siendo viable un arte que apenas “documente” el mundo de las ideas antiguas y cuyo lenguaje no evolucione? ¿Será útil un arte que se limite a retratar la naturaleza a la perfección? ¡Para retratar está la fotografía! ¡Claro que el arte podrá hacer mucho más que esto! Es cuestión de perspectiva, dirán.

Primero, los impresionistas aprovecharon a su favor el hecho de que la fotografía era en blanco y negro. Luego, algunos avances industriales facilitaron ciertas transformaciones en los modos de producción del arte. Por ejemplo, gracias a la industrialización, los artistas podían tener pinturas al óleo en tubos, lo que les permitía salir a pintar al aire libre sin temor a que la pintura se secara.

Al trabajar tranquilamente al aire libre, ambicionaron representar fenómenos lumínicos hermosos, pero instantáneos, que requerían velocidad para atraparlos en el lienzo: una puesta de sol, el reflejo de la luz sobre las aguas, el modo en que la iluminación cambia el color de las cosas, etc.

Así, comenzaron a desarrollar una técnica nueva que se convertiría en una auténtica escuela pictórica, centrada en la luz y el color. Veamos cuáles son estas técnicas y características que definieron al impresionismo.

Características del impresionismo

Los impresionistas entendían la realidad como constante devenir y no como ser acabado. Para estos artistas, las cosas no son; simplemente, las cosas parecen ser.

Por lo tanto, se abrieron a la percepción sensorial del instante, del momento irrepetible que debía ser registrado de inmediato y con rapidez. Entre los elementos característicos del impresionismo tenemos:

Luz como interés fundamental

Pissarro Serie Montartre
Camille Pissarro. Serie Boulevard de Montmartre. 1897.
Izq.: Día de primavera. Cen.: Mañana de invierno. Der.: Noche.

Los impresionistas establecieron como punto fundamental el estudio de la luz a través de la técnica pictórica. Ellos comprendieron que los colores no eran una propiedad de los objetos, sino el resultado de la refracción de la luz sobre la materia.

Hasta el momento, la luz había sido estudiada en el arte como símbolo de la divinidad o conocimiento (arte gótico), o como elemento plástico para lograr volúmenes definidos y representaciones naturalistas y verosímiles (Renacimiento, clasicismo).

Los impresionistas hacen de la luz en sí misma el centro de interés y, por tanto, se abocan a la representación de sus efectos. Es decir, estudian la luz como fenómeno: su comportamiento, su evolución en el instante, el modo en que interactúa con los objetos. Así, todas las técnicas y características que desarrollaron se desprenden este fundamento. Quedará en evidencia en los siguientes puntos.

Encuadres y puntos de vista novedosos

Degas Ensayo de ballet en el escenario
Edgar Degas: Ensayo del ballet sobre el escenario. Ca. 1874. Técnica mixta. Medidas: 54.3 x 73 cm.

Muchos artistas del impresionismo se dedicaron a explorar ángulos, perspectivas y encuadres nunca antes vistos en la pintura. Para entonces la fotografía seguía la estética clásica del Renacimiento, pero es cierto que ya comenzaban a vislumbrarse nuevos enfoques y ángulos. Seducidos por estas posibilidades, los impresionistas rompieron con los encuadres clásicos, frontales y simétricos, y optaron por ángulos inesperados en la pintura.

Además, a los impresionistas les interesaban los instantes que pasan desapercibidos o las escenas que permanecen ocultas a los ojos de los espectadores, como este ejemplo de Edgar Degas. En la imagen de arriba, vemos cómo Degas representa un ensayo de ballet en el escenario desde el foso de la orquesta, tal como lo acusa el riso de un contrabajo en la esquina inferior izquierda.

Abandono del dibujo correcto

Toulouse-Lautrec Baile en el Moulin de la Galette
Henry de Toulouse-Lautrec: Baile en el Moulin de la Galette. 1889. Óleo sobre tela. Medidas: 88,5 x 101,3 cm.

El dibujo perfectamente delineado se vuelve poco práctico para los impresionistas. Muchos de ellos eliminarán la línea y proyectarán los volúmenes de las formas coloreando directamente, lo que revela gran maestría.

Otros, como Tolouse-Lautrec o Edgar Degas, seguirán usando la línea, pero ya no será una línea definida y limpia, sino con un ritmo algo nervioso, con repasos e impresiones súbitas.

Superposición de colores en el lienzo

monet madame monet con su hijo
Claude Monet: Madame Monet con su hijo. 1875. Óleo sobre tela. Medidas: 100 x 81 cm.

Ahora los impresionistas no están obligados a mezclar colores en la paleta. De hecho, muchos se liberan de este paso y salen al aire libre en busca de fenómenos lumínicos. Influidos por las teorías ópticas, los impresionistas mezclan los colores directamente sobre el lienzo.

Esto lo logran mediante el uso de dos técnicas: o bien mezclan un color sobre el otro, o bien disponen colores primarios uno al lado del otro para que, observados a cierta distancia, la vibración entre ambos genere la percepción del color secundario. Esto requiere cierta complicidad del espectador.

Vea también Claude Monet y sus obras.

Pinceladas, brochazos y puntos

tarde de domingo en la Isla de la Grande Jatte 1884
Georges Pierre Seurat: Una tarde de domingo en la Isla de la Grande Jatte. 1884. ‎Óleo sobre tela.
Medidas: 207,6cm × 308 cm.
Detalle Seurat
Detalle.

Si el objetivo es superponer colores lo más rápido posible para captar el efecto efímero de la luz, lo mejor será economizar en detalles. Así, los impresionistas preferirán pinceladas directas, muchas veces con trazos gruesos o con brochazos. También usarán la superposición de puntos para crear masas con volumen.

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Ausencia de acabados y supresión de detalles en favor del conjunto

Renoir Almuerzo en la fiesta del bote
Pierre Auguste Renoir: El almuerzo de los remeros. 1881. Óleo sobre tela. Medidas: 129,5 cm × 172,7 cm.
Detalle Renoir
Detalle.

Ya que los fenómenos lumínicos son circunstanciales y breves, los pintores impresionistas deben suprimir los detalles, tan admirados en el arte del pasado, para favorecer la observación del conjunto.

Todas estas técnicas hacen que la obra carezca de acabados finos; los trazos se dejan abiertos, las texturas porosas, y las líneas, cuando las hay, inconexas o repasadas.

Hay en esto también un juego psicológico: la percepción se completa en el cerebro del espectador que, a pesar de estos detalles, logra registrar en su cerebro una imagen delimitada, siempre que mire la obra en su conjunto.

Temas casuales o intrascendentes

Monet estacion de tren St. Lazare
Claude Monet: De la serie: La estación de Saint Lazare. 1877. Óleo sobre tela.

El arte anterior al impresionismo, y hasta otros movimientos paralelos, insistía en representar contenidos trascendentes como justificación del valor de la obra artística. Toda mujer desnuda era una Venus, jamás una simple mujer. La muerte tenía que ser heroica o trascendente; el paisaje, una ensoñación de otros tiempos; los sentimientos personales, una bandera a defender; la pobreza, un tema a denunciar.

Los impresionistas dejan ese mundo atrás y reconocen la realidad que tienen frente a sus narices: para el impresionismo, una mujer desnuda era una mujer desnuda.

Por ejemplo, Olympia fue un cuadro de Manet inspirado en la conocida Venus de Urbino, pintada por Tiziano en el siglo XVI, pero los atributos de Venus fueron cambiados por los atributos de una prostituta. ¡Y vaya escándalo! Casi le cuesta la censura de los cuadros Olympia y Almuerzo sobre la hierba a Manet.

Manet y Tiziano
Arriba: Manet: Olympia. 1863. Óleo sobre tela. Medidas: ‎90 cm × 130,5 cm.
Abajo: Tiziano: Venus de Urbino. 1538. Óleo sobre tela. Medidas: 165 cm × 119 cm.

Además, la ciudad, ya modificada por el paisaje industrial, también se hace digna de representación, así como todo lo que hay en ella: la gente, las estaciones de tren, las fiestas, las comidas, la vida bohemia, el parque, los ensayos, el foso de la orquesta, las carreras de caballos, las apuestas, el bulevar…

Pero en realidad esto lo hacen no para dignificar estos temas en sí. Lo hacen para ratificar la importancia del arte y del lenguaje plástico sobre el tema de representación. Cualquier tema para ellos es una excusa para un buen cuadro. No es el tema lo que hace importante una obra: es el modo de representarlo. Con esto, los impresionistas avanzan en el camino de la autonomía del arte.

De rechazados a impresionistas: origen del término

Los artistas que pintaban de este modo compartían muchas de sus reflexiones entre sí y se sentían parte de un colectivo. Ellos valoraron la originalidad por encima de la perfección. Además, exigían un espectador cómplice, atrevido, que estuviera dispuesto a compartir un punto de vista nuevo.

Pero esta generación de los llamados “impresionistas” tuvo que enfrentar el rechazo, al ser la primera en cuestionar abiertamente la tradición pictórica basada en el respeto al dibujo definido, la profundidad espacial, el claroscuro y, ciertamente, los temas trascendentes (históricos, mitológicos, religiosos, literarios y retratos de grandes personalidades).

Claro que existían temas algo más ligeros en el siglo XIX. Es larga la tradición de escenas de costumbres, bodegones, paisajes pastoriles y marinas. Pero en aquella época, para que una obra pudiera entrar en el Gran Salón Oficial de París, era necesario que correspondiera con los grandes temas y valores plásticos vigentes.

El Salón Oficial existía desde el siglo XVIII, y era la tribuna más importante para promover la consagración de los artistas. Todos competían para merecer figurar en el Salón. Pero los impresionistas fueron sistemáticamente rechazados.

En el año 1863, el jurado del Salón Oficial del París había rechazado tal número de obras que se generó un escándalo. Ante las quejas de los artistas, quienes deseaban que el público se pronunciase, el gobierno francés subvencionó un Salón de los Rechazados, en el que Manet participó. El desastre fue tal que el gobierno nunca volvió a replicar la iniciativa.

Inspirados por Manet, los nuevos talentos decidieron formar una sociedad anónima de pintores, escultores y grabadores y, finalmente, en 1874, organizaron su propio salón de los rechazados. La exposición fue realizada en un espacio ofrecido por el fotógrafo Nadar y mucha gente acudió por curiosidad, pero sin fe.

Monet Impresión del sol naciente 1872
Claude Monet: Impresión del sol naciente. 1872. Óleo sobre tela. Medidas: 48 cm x 63 cm.

En efecto, el crítico Louis Leroy había acudido, y quedó particularmente atónito ante el cuadro de Claude Monet titulado Impresión del sol naciente. Acto seguido, publicó una crítica en la prensa que decía:

“Al contemplar la obra pensé que mis gafas estaban sucias. ¿Qué representa esta tela?…, el cuadro no tenía derecho ni revés…, ¡Impresión!, desde luego produce impresión…, el papel pintado en estado embrionario está más hecho que esta marina…”

Contrariados, pero con astucia y elegancia, los noveles artistas asumieron la descalificación como nombre del movimiento. ¡Impresionistas! Sí, eso seremos, y a mucha honra: ¡impresionistas!

Y lo que en un principio fue rechazo, más pronto que tarde se convirtió en la ovación más larga del arte moderno. El interés por el impresionismo llega a tal extremo que hoy este movimiento, tan fugaz como los atardeceres que pintaba, cuenta con sus propios museos en París: el Museo d’Orsay y el Museo de la Orangerie.

¡Pero cuidado! Es cierto que el movimiento duró poco, pero su influencia está presente en el arte de la posteridad, tanto en el arte europeo como en el arte latinoamericano.

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Principales artistas impresionistas

Son muchos los artistas que marcaron pauta en el movimiento impresionista. En este apartado, mencionaremos a algunos de los más importantes, y que participaron en la primera exposición:

Edouard Manet (1832-1883)

Manet. Autorretrato. 1879.
Edouard Manet. Autorretrato. 1879.

Fue realmente un pintor de transición que nunca estuvo cómodo del todo con el hecho de ser ubicado en el movimiento impresionista, o al menos no al principio. Sin embargo, fue inspiración fundamental para los jóvenes pintores, especialmente desde su exposición en el Salón de los Rechazados. Entre sus obras famosas, destacan Desayuno sobre la hierba, Olympia y Un bar aux Folies Bergère.

Claude Monet (1840-1926)

Monet. Autorretrato.
Claude Monet. Autorretrato. 1886.

Se debe a Monet indirectamente el nombre del movimiento impresionista. Fue capaz de lograr un delicado y estupendo desarrollo de los efectos lumínicos en todo tipo de superficies, como sobre los nenúfares, las aguas, las atmósferas nubladas y las texturas de la vegetación. Entre sus obras más importantes, destaca Impresión del sol naciente y la serie de los Nenúfares.

Vea también Claude Monet y sus obras: características, análisis y significado.

Camile Pissarro (1830-1903)

Camile Pissarro. Autorretrato. 1873.
Camile Pissarro. Autorretrato. 1873.

Se obsesionó por poner en evidencia cómo la luz transformaba ante los ojos del espectador cualquier paisaje en una realidad totalmente nueva. Influenciado por sus viajes al Caribe, donde estudió los efectos lumínicos sobre las costas de Venezuela, Pissarro pintó sus cuadros como si de instantáneas se tratase, capturando los múltiples rostros de una misma realidad. Entre sus obras más importantes, pueden mencionarse la serie del Boulevard de Montmartre y Puesta de sol en Éragny.

Edgar Degas (1834-1917)

Edgar Degas. Autorretrato. 1863.
Edgar Degas. Autorretrato. 1863.

Este pintor es muy conocido por el desarrollo sistemático de temas como las bailarinas, los músicos y los caballos. Además de captar muy bien los efectos de la luz, como todo impresionista, Degas estaba muy interesado en los planos innovadores y en los momentos instantáneos o fugaces. Por ello, no le dio importancia a las "poses", sino a las torsiones corporales desechadas por la tradición por “falta de elegancia”: una mujer amarrando sus zapados mientras sus rodillas salen de ángulo, el momento en que cae un jabón en la bañera y hay que levantarlo, etc. Entre sus obras destacan: La clase de danza y El ajenjo.

Vea también 14 obras emblemáticas de Edgar Degas.

Berthe Morisot (1841-1895)

Berthe Morisot. Autorretrato. 1885.
Berthe Morisot. Autorretrato. 1885.

Fue una mujer destacada del movimiento, cosa que no era fácil en su época. Ella logró exponer en el salón de París en el año 1864, pero pronto se incorporó al movimiento impresionista. Edourad Manet fue su amigo personal desde 1868, momento desde el cual Morisot se convierte en un tema recurrente de su pintura.

La cuna. 1872
Berthe Morisot: La cuna. 1872. Óleo sobre tela. Medidas: 56 x 46 cm.

Para 1873, ya tocada por el estilo impresionista, es rechazada por el jurado del salón oficial. Así se unió a la gran exposición del grupo que le diera a todos la proyección profesional tan ansiada. Entre sus cuadros más célebres se pueden mencionar La cuna y Eugene Manet en la Isla de Wight.

Pierre-August Renoir (1841-1919)

Pierre Auguste Renoir. Autorretrato. 1876.
Pierre Auguste Renoir. Autorretrato. 1876.

Su estilo está marcado por la porosidad de su trazo. Crea atmósferas con manchones indefinidos, sin contornos claros, donde los colores se entremezclan y los planos no se distinguen, como si todo estuviera tejido y agarrado de cada elemento. Son célebres las escenas que retratan la vida burguesa de su tiempo, los almuerzos, las fiestas, los paseos. Renoir es famoso por sus obras Baile en el moulin de la Galette y El almuerzo de los remeros.

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Otros nombres de vital importancia

Toda lista suele ser injusta. Muchos son los nombres de pintores impresionistas fundamentales en el desarrollo del movimiento. No podemos desarrollarlos a todos, pero al menos podemos dejar constancia de todos los nombres que participaron en la primera exposición que le dio impulso al movimiento.

Además de Manet, Monet, Renoir, Morisot, Pissarro y Degas, en la primera exposición impresionista encontramos a Alfred Sisley, Paul Cézanne, Gustave Colin, Louis Debras, Armand Guillaumin, Louis Latouche, Ludovic-Napoléon Lepic, Stanislas Lépine, Zacharie Astruc, Antoine-Ferdinand Attendu, Édouard Béliard, Eugène Boudin, Félix Bracquemond, Édouard Brandon, Pierre-Isidore Bureau, Adolphe-Félix Cals, Jean-Baptiste-Léopold Levert, Alfred Meyer, Auguste de Moulins, Mulot-Durivage, Joseph de Nittis, Auguste-Louis-Marie Ottin, Léon-Auguste Ottin, Léopold Robert y Henri Rouart.

De allí en adelante serán muchos más los que se incorporen al movimiento, dando un giro fundamental hacia el desarrollo del lenguaje postimpresionista y vanguardista.

¿Por qué el impresionismo no es un movimiento de vanguardia?

A pesar de todo lo que el impresionismo revolucionó la técnica pictórica, no se le considera propiamente un movimiento de vanguardia, aunque sí se le reconoce haber sido clave en el desarrollo de valores como originalidad artística y estilo personal.

Independientemente de toda la influencia que haya podido ejercer, el impresionismo siguió apegado a un concepto pivotal de toda la tradición pictórica occidental: seguía siendo un arte que imitaba a la naturaleza, un arte naturalista (no confundir con el movimiento literario y pictórico conocido como naturalismo).

Esto quiere decir que el impresionismo seguía aplicando los principios básicos de figuración y verosimilitud, a pesar de haber roto con el dominio de la línea, la profundidad espacial y el claroscuro, así como con la obligatoriedad de representar temas trascendentales.

Con un lenguaje visual renovado y temas casuales y modernos, los artistas impresionistas abrieron la puerta para que las nuevas generaciones pudieran salir a explorar ideas revolucionarias. Sin duda, desde los postimpresionistas y los vanguardistas hasta los artistas contemporáneos, el mundo tiene mucho que agradecerle al impresionismo.

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Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Profesora universitaria, cantante, licenciada en Artes (mención Promoción Cultural), con maestría en Literatura Comparada por la Universidad Central de Venezuela, y doctoranda en Historia en la Universidad Autónoma de Lisboa.