Rococó


Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Especialista en artes, literatura e historia cultural

El rococó fue un movimiento artístico europeo de origen francés que se caracterizó por su estilo alegre y provocador, y el gusto por la decoración excesiva. Se manifestó en la pintura, la arquitectura, las artes decorativas y la escultura.

El arte rococó se desarrolló a principios del siglo XVIII, en el período de transición entre el barroco y el arte neoclásico. Pese a que comparte con el barroco el interés por la profusión de detalles, se distingue de este por sustituir su solemnidad y dramatismo por el placer y el divertimento.

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Jean-Honore Fragonard: El columpio, 1767, óleo sobre tela, 81 × 65 cm, Colección Wallace, Londres.

Tal era el afán de divertimento que, de acuerdo con el investigador Michael Levey, el rococó no respetaba ni a la Iglesia ni al Estado. El amor, la sensualidad y la cotidianidad resultaban temas más interesantes que las glorias espirituales o temporales.

La palabra rococó proviene del término rocaille, especie de decoración de jardines basada en el uso de conchas marinas o guijarros, muy popular Italia y Francia durante el siglo XVII. Tanto el uso de estos motivos como la semejanza en los efectos logrados hicieron que se aplicara el término rococó a este estilo.

Para comprender este estilo, conozcamos a continuación sus características, sus principales representantes y obras y su contexto histórico.

Características del arte rococó

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Jean-Honoré Fragonard: El beso robado, 1788, óleo sobre lienzo, 45 × 55 cm, Museo del Hermitage, San Petersburgo.

A diferencia del arte barroco, el arte rococó se caracterizó por ser alegre, celebrar la vida, dar espacio al humor, a la gracia y al erotismo ligero. Puede decirse que fue, en realidad, la expresión de una clase social que huía del aburrimiento por medio de un arte entusiasta, sin pretensiones trascendentes o didácticas.

Carácter gracioso y festivo

El arte rococó fue, ante todo, un estilo que buscaba expresar gracia y alegría. Su carácter era festivo. Aunque el rococó fue recargado en la decoración, sus atmósferas buscaron ser luminosas y entusiastas.

Humor y picardía

El arte rococó es expresión de una élite que se divierte. Por ello, tiene una gran dosis de humor y picardía que suprime cualquier intento de solemnidad. Por ello, el rococó expresa también el relajamiento de la etiqueta.

Temas sin pretensión moralizante o didáctica

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Antoine Coypel: La Pintura expulsa a Thalía, 1732, óleo sobre lienzo.

Los temas preferidos en el rococó fueron las aventuras sentimentales, las escenas pastoriles, los divertimentos de la élite ociosa y la vida doméstica. Pero a pesar de la apariencia edulcorada de los temas, estos tenían una conexión con la experiencia.

No se dejaron de tratar los temas religiosos, mitológicos o históricos, pero fueron despojados de su solemnidad. Atrás quedaron las escenas moralizantes, didácticas o que hacían ostentación de poder. Todo tema pasaba por el filtro de la gracia, el placer y la cotidianidad.

Erotismo velado

El arte se nutrió de un erotismo velado, tanto en sus formas como en sus temas. En algunos artistas, la mitología fue un escondite para justificar el desarrollo del desnudo erótico, de tal forma que no sufriera la crítica de las élites intelectuales.

Decoración suntuosa e imaginativa

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Interior de la Abadía de Ottobeuren, Baviera.

El rococó fue un arte atento al detalle y a la ornamentación excesiva. Los artistas, diseñadores y arquitectos enriquecieron la decoración de las obras con elementos tan profusos como imaginativos. No era extraño encontrar elementos de las culturas orientales como fauna, la flora y toda clase de motivos.

Uso de tonos pasteles y blancos

Una de las formas que encontraron los artistas del rococó para aportar gracia y alegría fue cambiar la paleta de colores terrosos, oscuros e intensos por tonos pasteles y blancos. Esto fue aplicado tanto en la pintura como en la decoración arquitectónica, gracias a lo cual todo quedaba envuelto en gracia y sensualidad.

Arte liberado de su función propagandística

El rococó liberó al arte de su papel propagandista. El arte ya no estaba al servicio de las causas eclesiásticas o absolutistas, y ello influía en la libertad temática y de estilo. El arte ya no tenía que ser el vehículo de una "verdad", ni necesitaba ser serio. Bastaba con que fuera plácido.

Pintura rococó

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Jean-Baptiste-Simeon Chardin: La joven institutriz, 1740, óleo sobre tela, Galería Nacional de Londres.

La pintura del rococó representó un triunfo del rubenismo sobre el poussinismo. Por rubenismo se conoce la corriente de pintores coloristas inspirados en el pintor del barroco flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640), quienes hacían prevalecer el color sobre el dibujo. Por poussinismo se conoce a la corriente que privilegiaba el dibujo sobre el color, por influencia del pintor francés Nicolás Poussin (1594-1665). El colorismo fue característico de los pintores del rococó.

Su carácter plácido y gracioso contrastaba con el dramatismo del barroco. En Francia, la vida de la corte comenzó a girar en torno a actividades de entretenimiento y banalidades, como las aventuras amorosas, los juegos o la vida cotidiana, todo lo cual se reflejó en la pintura. Ese espíritu alegre impregnó rápidamente las cortes europeas, pero cada país lo adaptó a sus particularidades.

Pintores del rococó

Antoine Watteau (1684-1721). Watteau fue un pintor proveniente de una ciudad flamenca que había sido anexionada a Francia. Fue el primer artista en darle curso a las inquietudes de la élite ociosa. Pero también fue el que dio a los personajes "humanidad". Entre sus obras más importantes están Peregrinación a la isla de Citera (1717), La escala del amor (1717); Fiesta veneciana (1719).

Jean-Baptiste-Simeon Chardin (1699-1779). Fue un pintor francés autónomo, gracias a los recursos económicos de su esposa. Se ocupó particularmente de representar la vida doméstica. Entre sus obras más importantes están El niño de la peonza (1737), La joven institutriz (1740) y La bendición.

François Boucher (1703-1770). Pintor francés que trabajó bajo la protección de la favorita del rey Luis XV, la marquesa de Pompadour. Trató muchos temas mitológicos, pastoriles e idílicos con gran exuberancia. Entre sus obras más importantes están Retrato de Madame de Pompadour (1759); Joven recostada (1752) y Diana después del baño (1742).

Jean-Honoré Fragonard (1732-1806). Fue un pintor francés que hizo del hedonismo, el erotismo, la exuberancia y la atmósfera íntima los signos más representativos de su pintura. Entre sus obras más importantes están El columpio (1767), La gallina ciega (1769), La cerradura (1779), El beso robado (1788).

Giovanni Battista Tiépolo (1696-1770). Pintor italiano ampliamente reconocido en Europa. Desarrolló el tema religioso. También ejecutó temas mitológicos y cotidianos. Algunas de sus obras más conocidas son: Traslación de la Santa Casa de Loreto (1743-1745), Frescos de la Residencia de Wurzburgo (1752-1753), Joven con un loro (1760) y Frescos en el Palacio Real de Madrid (1762-1766).

William Hogarth (1697-1764). Pintor inglés que puso en práctica los recursos y colores pasteles del rococó, pero ridiculizó las convenciones sociales, especialmente las de la élite. Entre sus obras más conocidas están: Los cuatro momentos del día (1736), La carrera de una prostituta (1732) y Matrimonio a-la-mode (h. 1743).

Thomas Gainsborough (1727-1788). Pintor inglés. Se caracterizó por retratar gente en actitudes verosímiles, provistas de gracia. Se enfocó en la pequeña aristocracia local. Destacó por su interés en el paisaje, que siempre usa en el fondo de sus cuadros. Entre sus obras destacan: El señor y la señora Andrews (1749), El joven azul (1770) y Dr. Ralph Schomberg.

Arquitectura rococó

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Fachada del Hotel de Soubise, París.

La arquitectura del rococó se caracterizó por ser austera en los acabados exteriores, pero muy rica y profusa en la decoración interior. Los espacios interiores eran más pequeños y tratados con mayor intimidad, gracias al uso de formas delicadas y gentiles.

La decoración interior se destacó por su ingenio e imaginación. Los apliques dorados estuvieron a la orden del día, al servicio de las más variadas formas curvas con motivos florales, conchas marinas y toda clase de sinuosidades. Los colores fueron siempre luminosos y alegres.

El arquitecto francés Germain Boffrand fue el responsable de introducir el rococó en Francia, y lo puso especialmente al servicio del orden monárquico, aunque eventualmente desarrolló proyectos religiosos. Participó en proyectos como el Place Vendôme de París, el Conservatorio de Versalles, el Hotel de Soubise en París y el Castillo de Lunéville.

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Interior del Palacio Sanssouci, Postdam.

La estética rococó fue muy valorada en Austria y los Estados alemanes que formaban parte del Imperio Sacro Romano Germánico, tanto en arquitectura religiosa como en arquitectura civil.

Son ejemplo de ello la Basílica de Vierzehnheiligen de Johann Balthasar Neumann, y la abadía de Ottobeuren en Baviera. En Prusia, destacó la construcción del Palacio de Sanssouci, en Postdam, bajo la dirección de Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff.

En España, la preeminencia del barroco y la falta de intercambios artísticos con Francia y Alemania especialmente, dificultaron la expansión del estilo rococó. Sin embargo, hubo también algunas expresiones valiosas facilitadas por la presencia del churrigueresco.

Por ejemplo, la decoración de la sacristía de La Cartuja de Granada, probablemente iniciada por Hurtado Izquierdo y continuada por José de Bada. También vale mencionar el Transparente de la catedral de Toledo, de Narciso Tomé. Por último, la fachada del Palacio del Marqués de Dos Aguas, proyectada por Hipólito Rovira.

Mobiliario rococó

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Escritorio del rey en el Palacio de Versalles. Nótense también los apliques en las paredes, los objetos decorativos, la alfombra, la chimenea y las sillas.

En este período, se creó un estilo llamado Luis XV, en atención al gusto estético dominante en la corte. Este estilo se convirtió en una moda internacional. La ebanistería se caracterizaría por el uso de barnizado y marquetería de bronce. Los motivos más usados fueron los florales, aunque también se aplicaron incrustaciones rocosas, máscaras y escenas.

Asimismo, se empezaron a diseñar muebles para la permanencia relajada de los nobles en la corte, cosa que hasta entonces no era usual. Esto trajo consigo el desarrollo del arte de la tapicería para muebles.

Escultura rococó

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Antonio Corradini: La modestia o La verdad velada, capilla Sansevero de Nápoles.

Tanto la escultura exenta como al servicio de la arquitectura tuvieron un papel en el rococó. Una de sus diferencias más notorias fue la disminución de las colosales dimensiones del barroco. También el rococó procuró acentuar la suavidad y la delicadeza en el tratamiento de las texturas y movimientos.

Aunque los escultores mantuvieron el interés en el mármol, la porcelana se usó asiduamente. También se hicieron esculturas en yeso y madera. En cuanto al color, cuando lo aplicaban, mantuvieron los tonos pasteles para alivianar la atmósfera.

Entre los escultores rococó más destacados encontramos a Antonio Corradini y Étienne-Maurice Falconet.

Antonio Corradini (1688-1752). Fue un pintor italiano que trabajó al servicio de la corte de Carlos VI. Fue conocido por el modo en que trataba los ropajes, especialmente el efecto de transparencias. Algunas de sus obras más comentadas son: La mujer con velo (La Fe) y La Modestia, también llamada La Verdad velada.

Étienne-Maurice Falconet (Francia, 1716 - 1791). Fue uno de los protegidos de la marquesa de Pompadour. Algunos investigadores del arte lo estudian como una figura de la transición al neoclasicismo. Entre sus obras destacan: Cupido amenazador (1757) y Pigmalión y Galatea (1763).

Contexto histórico del rococó

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Antoine Watteau: Peregrinación a la isla de la Citera, 1717, óleo sobre lienzo, 129 × 194 cm, Museo del Louvre, París.

El barroco había dominado la estética occidental desde mediados del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Aquellos fueron tiempos de guerras de religión y consolidación de los absolutismos.

En Francia, hacia los últimos años de gobierno del rey Luis XIV, la estabilidad alcanzada hizo innecesaria la ceremonialidad barroca. Pero entonces, el rey Sol sentía a los nobles como una amenaza. Casi al final de su reinado, el rey le quitó a la nobleza su poder en el campo, lo que hizo de ella una élite ociosa.

Tres acontecimientos fueron fundamentales en el impulso del rococó:

  1. la muerte del rey Luis XIV;
  2. la influencia de la favorita del rey Luis XV, la marquesa de Pompadour;
  3. el intercambio de artistas entre las diferentes cortes europeas.

El rey ha muerto. ¡Viva el rey!

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François Boucher: Marquesa de Pompadour, 1756, óleo sobre lienzo, 201 × 157 cm, Alte Pinakothek, Munich.

A la muerte del Luis XIV, la corte se mudó de Versalles a París, mientras el niño Luis XV esperaba la edad para subir al trono. En París los nobles entraron en contacto con las élites económicas más pujantes y con los funcionarios de Hacienda. Poco a poco las formas de la etiqueta se fueron relajando, según informa el investigador Stephen Richard Jones en su libro Introducción a la historia del arte: el siglo XVII.

Ahora que los nobles estaban ociosos y aburridos, era necesario mantener su interés en la corte y proveerles de nuevas ocupaciones. Poco a poco se encontrará una respuesta en el arte. Jones afirma que:

“El arte rococó solo pretendía deleitar a una sociedad acomodada, realmente ociosa, para la cual el único pecado era aburrir”.

Cuando el joven Luis XV asumió el mando, la nueva prosperidad renovó los ideales de mecenazgo en manos del sector privado. Una de las más importantes mecenas de esa época fue la amante del rey, Jeanne-Antoine Poisson, marquesa de Pompadour, conocida por ser protectora de las artes.

Así se creó un mercado que, inspirado en Watteau, se interesaba por la vida doméstica, el erotismo, la celebración de la vida y el placer. Pero sobre todo, se interesaba por las aventuras amorosas, el mejor antídoto contra el aburrimiento.

Aquel momento de la historia asistió como nunca a la movilidad de artistas entre países. El nuevo arte —que dejaba atrás la trascendencia del barroco—, se abrió un camino en buena parte de Europa.

Decadencia

A mediados del siglo XVIII, pensadores del Iluminismo como Voltaire proclamaban el dominio de la razón y la mesura de las pasiones en pro del bien común. El rococó les parecía un exceso inaceptable. Acusado de superfluo, cuando no de inmoral, el rococó fue asociado a la decadencia del Antiguo Régimen.

Bajo la influencia de la Ilustración, el arquitecto Jacques François Blodel se sumó a las voces que descalificaban el estilo artístico del Antiguo Régimen. Propuso entonces una modernización del arte que acompañara el republicanismo creciente en el debate político.

Como si de un péndulo se tratase, con el tiempo triunfó nuevamente el dibujo sobre el color y, bajo el comando del pensamiento filosófico y político, el arte volvió al academicismo, a la moralización y al propagandismo de Estado. Nació así el arte neoclásico.

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Referencias:

  • Levey, Michael (1998): Del rococó a la Revolución: principales tendencias de la pintura en el siglo XVIII. Barcelona: Ediciones Destino.
  • Jones, Stephen Richard (1985): Introducción a la historia del arte: El Siglo XVIII. Barcelona: Editorial Gustavo Gili / Círculo de Lectores / Universidad de Cambridge.
Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Profesora universitaria, cantante, licenciada en Artes (mención Promoción Cultural), con maestría en Literatura Comparada por la Universidad Central de Venezuela, y doctoranda en Historia en la Universidad Autónoma de Lisboa.