Edward Hopper: 7 pinturas sobre la vida moderna


Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

Edward Hopper (1882 - 1967) es un pintor de carácter sobrio que se ha destacado internacionalmente por entregar la imagen de la Norteamérica moderna. Se hizo famoso por mostrar la ciudad y al hombre común, ubicado en restaurantes, cafeterías, estaciones de tren y habitaciones de hotel.

Fue el creador de una narrativa de la quietud y el silencio, experto en espacios vacíos y pedazos de vidas solitarias. Es un mundo dominado por la indolencia de habitantes inmóviles, seres que conviven sin mirarse.

1. Noctámbulos

Noctámbulos Edward Hopper
Instituto de Arte de Chicago, Estados Unidos

Cuando Hopper se refería a su arte, afirmaba que era una "conversión" de la realidad que transmutaba a través de sus percepciones íntimas. Así, declaró: "es muchísimo mejor pintar lo que uno tiene guardado en la memoria (...) Así que el recuerdo propio no es otra cosa que el hallazgo liberado de la tiranía que ejerce la naturaleza".

Sus cuadros son realistas, por supuesto. No obstante, se puede apreciar que no le interesa la perfección técnica o el calco objetivo. De hecho, sus cuadros son de pinceladas sueltas y a veces incluso tienen errores de escala y proporción. Para él, responden a su forma de ver el mundo.

Mientras el ambiente artístico se enfocaba en las vanguardias y movimientos como el cubismo o surrealismo sorprendían al público, Hopper insistió en mantener su foco en el realismo. Quería indagar en las tensiones de personajes silenciosos y retratar lo que observaba, pero a su manera. Aunque en su época se le criticó el "rudimentario aspecto" de sus cuadros, hoy se valora mucho una propuesta artística innovadora.

Aun así, era un creador muy prolijo. Antes de partir un cuadro realizaba muchos bocetos. Estudiaba cada detalle: las líneas, los objetos, la ropa de los personajes, las imperfecciones de la piel, las sombras. La obra era el conjunto de cada uno de aquellos aspectos que se abrían a múltiples interpretaciones y simbolismos.

"Noctámbulos" (1942) se ha convertido en un símbolo de la cultura pop en Estados Unidos. Se puede ver un típico bar-café en plena noche, donde se encuentran tres clientes y un camarero que no interactúan entre ellos. Alrededor, se notan las calles desiertas y las luces apagadas. El espectador funciona como un intruso, pues la perspectiva del cuadro es como una escena vista desde afuera, y es el ventanal el que permite la visibilidad.

Su fama se debe a que a retrata la soledad en la gran ciudad. Aunque es una imagen bastante escueta, se genera una cierta tensión psicológica, pues el público puede adivinar una historia intrigante tras la simplicidad.

2. Habitación de hotel

Habitación de hotel Edward Hopper
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid, España

Este es uno de sus cuadros más famosos y en él retoma la idea de espiar la intimidad de vidas ajenas. La mujer anónima es una viajera que puede estar preparándose para dormir o para levantarse, es difícil precisarlo, porque no se entregan mayores informaciones. Sólo se sabe que es una habitación de hotel y se ven maletas.

La atmósfera transmite una sensación de silencio y soledad. Sin embargo, lo más interesante es el papel amarillo que la joven contempla de manera absorta. A partir de este detalle, junto con su pose y actitud, el espectador puede crear una narrativa propia. Puede ser una carta de amor, una amenaza, etc. Todo depende de quién lo mire.

La modelo en este cuadro es Josephine Verstille Nivison, con quien se casó en 1924 y se convirtió en su musa para varias de sus creaciones.

3. Habitación en Nueva York

Habitación en Nueva York Hopper
Museo de Arte Sheldon, Lincoln, Nebraska

A Hopper le gustaba realizar cuadros en los que el espectador se sintiera como una especie de voyerista. De esta manera, solía mostrar ventanas desde las que se aprecia a sus personajes en su espacio doméstico. En este cuadro de 1932, podemos ver a un matrimonio que se encuentra en su sala.

La luz artificial del interior funciona como indicio de que es de noche. Se puede percibir una atmósfera pesada en el ambiente, existe un vacío palpable entre la pareja y son incapaces de comunicarse. El hombre parece absorto con su diario, mientras que la mujer busca pasar el tiempo con el piano, sin realmente tocarlo.

Por el mobiliario y las ropas, se entiende que les ha ido bien y pertenecen a la nueva clase media que es capaz de permitirse gustos y placeres. Sin embargo, se encuentran como dos desconocidos en una casa sin vida. El famoso "sueño americano" se muestra roto y sólo puede dar paso a la inmovilidad de la realidad cotidiana.

4. Sol matutino

Sol matutino - Edward Hopper
Museo de Arte de Columbus, Ohio, Estados Unidos

La mirada hacia afuera es otro de los grandes temas que retrató el artista. En este cuadro de 1952 se puede ver una composición bastante sencilla, pero basta con la postura y gestos de la mujer para otorgarle profundidad.

De esta manera, el mobiliario y la vista son escasos, pues se centró en el contraste que se genera entre el interior y el exterior, subrayando el efecto que causa la luz matutina.

Aunque parece haber capturado un momento congelado del que no se tiene mayor información, se entiende que algo aflige a la protagonista. Es una pintura en la que se encuentra presente la soledad y la tensión psicológica. Aquí nuevamente retrata a su mujer Josephine, que ya tenía 69 años, pero continuó siempre siendo su modelo preferida.

5. Oficina en una ciudad pequeña

Oficina en una ciudad pequeña Edward Hopper
Museo Metropolitano de Arte, Nueva York, Estados Unidos

Uno de los personajes típicos del artista fue el habitante de la ciudad: oficinistas, secretarias y trabajadores. Aunque Nueva York fue su escenario urbano favorito, en este cuadro de 1953 retrata a un hombre de una ciudad pequeña desconocida.

Se encuentra absorto mirando por la ventana de su oficina. Observa una ciudad tan quieta como él, pero pareciera que mira dentro de sí mismo. De esta manera, Hopper demuestra que la alienación y el desasosiego no son sólo característicos de la vida en la urbe, sino que es algo propio de la cultura norteamericana.

La construcción maciza y rectangular sirve para reflejar un mundo que deja poco espacio para la libertad y la imaginación. En esta realidad lo más importante es la producción en masa en pequeñas oficinas que sólo dejan atisbar un pedazo de cielo.

6. Atardecer en Cape Cod

Atardecer en Cape Cod Edward Hopper
Galería Nacional de Arte, Washington, Estados Unidos

En 1930 el pintor pasó el verano en Cape Cod, lo que hizo que su usual representación de la vida citadina, cambiara por la de grandes espacios introspectivos.

En este cuadro de 1939 recrea este lugar, pero mantiene su imaginario en que reina el silencio y la soledad. Retoma a personajes que están en relaciones inciertas. Hopper era un observador meticuloso, pero también un simbolista contemplativo al que le gustaba contar historias que podían tener muchas interpretaciones.

Aquí destaca la tensión en la pareja, que no están vueltos el uno hacia el otro para conversar, por lo que se da a entender que han perdido las esperanzas comunes. Parecen perdidos en medio de un lugar hostil, pues la casa parece no conducir a ninguna parte.

7. Cine de Nueva York

Cine de Nueva York - Edward Hopper
Museo de Arte Moderno, Nueva York, Estados Unidos

Hopper ha sido reconocido como el gran representante de la vida moderna en Estados Unidos. Por ello, recurre a espacios públicos, donde se puede apreciar la desolación inherente a la gran ciudad. Es un análisis del ciudadano moderno, una mirada hacia el interior de personajes anónimos.

A primera vista pareciera que no pasa nada, pero al mirar con atención, se pueden generar muchas hipótesis de lectura. El pintor declaró: “mi carrera artística comenzó al entender que incluso las pequeñas cosas tienen un valor esencial al crear una historia perdurable”.

Entonces, se trataba de reinterpretar la realidad, crear misterio a través de escenas cotidianas en donde predominaba lo contemplativo. En este proceso era esencial considerar al espectador, pues es él quien debe jugar con el cuadro.

Así, quiso desafiar el modelo imperante en aquellos años, y mostrar algo que ningún vanguardista se atrevería: una mujer apoyada en la pared de un cine, mientras avanza la película. En medio de esta cotidianidad, crea contraste entre el lado izquierdo oscuro y el derecho, que como un foco ilumina a la joven que piensa, medita, ¿sufre?. Hopper no solía comentar jamás sus cuadros, dijo: "si pudiera expresarlo con palabras, no tendría sentido pintarlo".

Sobre Edward Hopper

Autorretrato Edward Hopper
Autorretrato

Biografía

Nació el 22 de julio de 1882 en Nyack, en el Estado de Nueva York. Desde pequeño, sus padres impulsaron su afición al dibujo y le permitieron desarrollarla a su antojo. Tenía una personalidad especial, no se llevaba con sus compañeros u otros niños de su edad, y pintar era el objetivo principal de su existencia.

Luego de terminar la secundaria, se inscribió en una Escuela de Arte Comercial que no disfrutó. Un año después ingresó a la Escuela de Arte de Nueva York, espacio donde descubrió su estilo y pudo desarrollar su talento. Al terminar su formación, se dedicó a trabajar como dibujante publicitario e ilustrador.

Entre 1906 y 1910 realizó varios viajes a Europa y se instaló durante un tiempo en París. Aunque se dejó cautivar por el arte más clásico, no le llamaron la atención los nuevos movimientos y no sintió una conexión con el lugar. En una carta a hermana, afirmó que “extrañaba la luz de Nueva York, sus espacios destartalados, usados, destruidos por la carcoma. La belleza de París puede asombrar, pero en mi caso, no pudo inspirarme”.

Entonces, regresó a Estados Unidos para captar la vida que quería plasmar en sus cuadros. En 1923 comenzó a pintar con acuarelas y descubrió su amor por los espacios estáticos. Aunque le costó lograr el reconocimiento, poco a poco comenzó a exhibir y a llamar la atención de la crítica y el público.

De hecho, en 1933 el Museo de Arte Moderno de Nueva York realizó la primera retrospectiva sobre su obra, un gran honor para un artista vivo. A partir de ese momento, pudo vivir de su obra y se trasladó a vivir a Massachusetts, donde vivió junto a su mujer hasta su muerte.

Estilo

En una época en que predominaba la exploración y el desborde en el arte, Hopper optó por un método de composición simple. Sin embargo, en aquella simpleza halló las claves arquetípicas de la vida moderna en Estados Unidos.

Tuvo influencias de la fotografía y del cine de Hollywood. Utilizaba encuadres de cámara, así como yuxtaposiciones de colores fuertes con una iluminación cruda y teatral. El uso de la luz fue esencial en sus creaciones. Muchas veces una sombra podía ser un elemento simbólico en una de sus pinturas.

Realizó alrededor de 800 obras, incluyendo óleos, acuarelas y grabados, así como dibujos e ilustraciones. Sus creaciones más famosas son aquellas que retratan la vida de la ciudad. Especialmente, los espacios interiores, las vistas desde ventanas en que se muestran matrimonios rutinarios de clase media y mujeres maduras en habitaciones de hotel. Así, representa el desaliento de personajes inmóviles y en silencio.

La obra de Hopper se ha comparado con algunos de los grandes narradores del siglo XX como Hemingway, Cheever y Carver, representantes de la literatura realista norteamericana en la que se puede encontrar la misma atmósfera de sus cuadros.

Bibliografía

  • Bolaños, María. (2007). Interpretar el arte a través de las obras maestras y los artistas más universales. Contrapunto.
  • Holzwarth, Hans Werner y Taschen, Laszlo (Eds.). (2011). Arte Moderno. Una historia desde el impresionismo hasta nuestros días. Taschen.
  • Renner, Rolf G. (2015). Hopper. Taschen.

Ver también

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.