4 poemas futuristas que rompieron con la tradición literaria (analizados)

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 17 min.

La poesía futurista surgió a comienzos del siglo XX como una de las manifestaciones más radicales de las vanguardias europeas.

En un contexto dominado por el avance tecnológico, la industrialización y los cambios sociales, los poetas futuristas propusieron un arte completamente nuevo, capaz de reflejar la energía y la velocidad del mundo moderno.

Su objetivo fue romper con el pasado y con todas las formas tradicionales de expresión artística. Por ello, proclamaron el fin de la sensibilidad romántica y el nacimiento de una era dominada por el movimiento, la fuerza y la máquina.

1. Canción del automóvil - Filippo Tommaso Marinetti

¡Dios vehemente de una raza de acero,
automóvil ebrio de espacio,
que piafas de angustia, con el freno en los dientes estridentes!
¡Oh formidable monstruo japonés de ojos de fragua,
nutrido de llamas y aceites minerales,
hambriento de horizontes y presas siderales
tu corazón se expande en su taf-taf diabólico
y tus recios neumáticos se hinchen para las danzas
que bailen por las blancas carreteras del mundo.
Suelto, por fin, tus bridas metálicas.,., ¡Te lanzas
con embriaguez el Infinito liberador!
Al estrépito de¡ aullar de tu voz…
he aquí que el Sol poniente va Imitando
tu andar veloz, acelerando su palpitación
sanguinolento a ras del horizonte…
¡Míralo galopar al fondo de los bosques!…
¡¡Qué importa, hermoso Demonio!
A tu merced me encuentro… ¡Tómame
Sobre la tierra ensordecido a pesar de todos sus ecos,
bajo el cielo que ciega a pesar de sus astros de oro,
camino exasperando mi fiebre y mi deseo,
con el puñal del frío en pleno rostro.
De vez en vez alzo mi cuerpo
para sentir en mi cuello, que tiembla
la presión de los brazos helados
y aterciopelados del viento.
¡Son tus brazos encantadores y lejanos que me atraen!
Este viento es tu aliento devorante,
¡insondable Infinito que me absorbes con gozo…
¡Ah! los negros molinos desmanganillados
parece de pronto
que, sobre sus aspas de tela emballenada
emprenden una loca carrera
como sobre unas piernas desmesurados…
He aquí que las Montañas se aprestan a lanzar
sobre mi fuga capas de frescor soñoliento…
¡Allá! ¡Allá! ¡mirad! ¡en ese recodo siniestro!…
¡Oh Montañas, Rebaño monstruoso, Mammuths
que trotáis pesadamente, arqueando los lomos Inmensos,
ya desfilasteis… ya estáis ahogadas
en la madeja de las brumas!…
Y vagamente escucho
el estruendo rechinante producido en las carreteras
por vuestras Piernas colosales de las botas de siete leguas…
¡Montañas de las frescas capas de cielo!…
¡Bellos ríos que respiráis al claro de luna!…
¡Llanuras tenebrosas Yo os paso el gran galope
de este monstruo enloquecido… Estrellas, Estrellas mías,
¿oís sus pasos, el estrépito de sus ladridos
y el estertor sin fin de sus pulmones de cobre?
¡Acepto con Vosotras la opuesta,… Estrellas mías…
¡Más pronto!… ¡Todavía más pronto
¡Sin una tregua¡ ¡Sin ningún reposo
¡Soltad los frenos!… ¡Qué! ¿no podéis?…
¡Rompedlos!… ¡Pronto!
¡Que el pulso del motor centuplique su impulso!
iHurral ¡no más contacto con nuestra tierra inmunda
¡Por fin me aparto de ella y vuelo serenamente
por la escintilante plenitud
de los Astros que tiemblan en su gran lecho azul.

Filippo Tommaso Marinetti (1876 - 1944) fue un artista italiano, considerado el fundador del Futurismo, el primer gran movimiento de vanguardia del siglo XX.

En 1909 publicó en el diario Le Figaro el Manifiesto Futurista. Allí proclamó la necesidad de destruir los museos, las bibliotecas y las formas artísticas pasadas para crear una nueva estética basada en la velocidad, la tecnología y la violencia.

De este modo, admiró los automóviles, los aviones y las fábricas como símbolos de un nuevo orden vital. Su estilo poético se caracterizó por el dinamismo verbal, la experimentación tipográfica y la ruptura con la sintaxis tradicional.

Aunque más tarde su figura se vinculó al fascismo italiano, su papel en la historia del arte y la literatura moderna fue decisivo al inaugurar la era de las vanguardias y del culto a la modernidad.

Este poema es una oda a la máquina moderna, un canto apasionado al automóvil como símbolo del poder, la velocidad y la libertad del nuevo siglo. El tono exaltado y febril da la impresión de una plegaria moderna a la velocidad y al futuro.

Así, se eleva al automóvil a la categoría de divinidad (“¡Dios vehemente de una raza de acero!”), convirtiéndolo en emblema del progreso tecnológico y del espíritu humano que busca romper con los límites de la naturaleza.

El hablante siente una conexión casi mística con la máquina. La admira y se entrega a ella en un acto de fusión total entre el hombre y el motor.

De este modo, existe un fuerte rechazo hacia el pasado. La naturaleza, antes objeto de contemplación poética, ahora se somete al impulso destructor y creador de la modernidad (“¡no más contacto con nuestra tierra inmunda!”).

Por ello, el movimiento, el ruido, la energía y la luz sustituyen los elementos líricos tradicionales (como el amor o la naturaleza) por imágenes mecánicas y metálicas.

2. La nube en pantalones - Vladímir Mayakovski

¡Glorifíquenme!
No puedo compararme a los grandes. Y en todo lo que han hecho pongo «nihil».
Jamás
quiero volver a leer nada. ¿Un libro?
¡Qué me importan los libros!
Antes creía
que los libros se hacían de este modo:
llegaba el poeta,
entreabría fácilmente los labios
y al momento comenzaba a cantar el simplón inspirado ¡ahí les va! Pero resulta
que antes de que se comience a cantar
caminan largo rato, les salen callos de tanto fermentarse,
y en silencio chapotea en el limo del alma
el tonto pez de la imaginación.
Y mientras hierven, revolviendo con rimas
cierto guiso de amor y ruiseñores,
la calle se retuerce atrofiada, sin lengua,
sin tener con qué gritar ni conversar.

Orgullosos, levantemos de nuevo
las torres de Babel de las ciudades
mientras Dios
destruyendo ciudades
crea pastos
y mezcla la palabra.
La calle cargaba en silencio su tormento. Un grito le asomaba del gaznate. Se erizan, atravesados de través en taxis regordetes y huesudas calesas. Le han apeatonado el pecho. ¡Peores que la tisis!

La ciudad cerró el paso con tinieblas.

¡Y cuando!…
¡De todos modos!…
La calle escupió la turba a la plaza
sacándose el atrio que aprisionaba su garganta,
he pensado:
entre un coro de arcángeles Dios, saqueado, va a castigar.

Y la calle se sentó y lanzó un grito: «Vamonos a llenar la panza».

Maquillan a la ciudad los Krupps y los kruppitos, amenazan enarcando las cejas. En la boca
se pudren los cadáveres de palabras muertas,
sólo dos viven y engordan:
«canalla»
y alguna otra más, «borsh», creo.

Los poetas
reblandecidos en llanto y en sollozos abandonan la calle, los cabellos hirsutos: ¿cómo tan sólo con esas dos cantarles a las señoritas, al amor,
y a las florecitas cubiertas de rocío?

Y tras los poetas
los millares que habitan la calle:
estudiantes
prostitutas
capataces.
¡Señores!
¡Deténganse!
Dejen de comportarse como indigentes,
no se atrevan a pedir limosnas.

Nosotros, los robustos,
que caminamos a trancos,
no debemos obedecerlos, sino arrancarlos
a todos ellos,
a los que se aferran como un apéndice
gratis a cada cama matrimonial.
¿Pedirles a ellos dócilmente «ayúdame»?
¿Rogarles con un himno, un oratorio?
Creémoslas nosotros mismos como un ferviente
himno entre el ruido de las fábricas
y los laboratorios.

¡¿Qué me importa si bajo el fuego artificial
de los cohetes Fausto se desliza con Mefistófeles
por el parquet del cielo?!
¡Sé
que tengo un clavo en la bota,
una pesadilla mayor que las fantasías de Goethe!

Yo
el pico de oro,
de quien cada palabra
renueva el alma
y celebra el cuerpo,
les digo:
¡la más diminuta mota de lo vivo
es más valioso que lo que he hecho y haré!

¡Escuchen!
Predica
convulso y quejoso
Zaratustra, el labio-gritón de hoy.
Nosotros
con cara como sábanas soñolientas,
con labios colgantes como lámparas,
nosotros,
presidiarios de ciudades-leprosarios,
donde el oro y el lodo han llagado a la lepra,
¡estamos más limpios que el azul celeste de Venecia
que bañan a diario los mares y el sol!

¡Me importa un bledo
que ni en Homero ni en Ovidio
aparezcan gentes como nosotros,
picados por la viruela del hollín.

que el sol palidecería
si pudiera ver las reservas de oro que guardan nuestras almas.

Más seguros que los rezos son los tendones y los músculos.
¿Por qué habríamos de rogar una limosna al tiempo? ¡Nosotros,
cada uno de nosotros,
sostenemos en nuestras cinco
las correas de transmisión del mundo!
Esto me aupó al Gólgota de los auditorios
en Petrogrado, en Moscú, en Odessa, en Kiev, y no hubo ni uno que
no gritara: «¡Crucifíquenlo, crucifíquenlo!».
Pero para mí todas las gentes
(y también aquellas que me ofendieron)
son lo más querido y cercano.

¿No han visto cómo un perro
lame la mano que lo ha golpeado?

Yo,
escarnecido por las tribus de hoy
como un chiste largo y escabroso,
veo cómo avanza a través de montañas de tiempo
alguien para todos invisible.
Donde el ojo de los hombres se desploma segado,
cual un jefe de hordas hambrientas
con la corona de espinas de las revoluciones
llegará el año dieciséis.
Yo soy su profeta entre las gentes,
estoy donde está el dolor: en todas partes;
me he crucificado
en cada lágrima.
Ya no puedo perdonar nada.
He quemado almas donde cultivaban la ternura.
¡Algo más difícil que tomar
miles y miles de Bastillas!

Y cuando,
proclamando con una revuelta su arribo,
salgan a recibir al salvador, yo
me sacaré el alma, la pisotearé
¡para hacerla más grande!,
y así ensangrentada se la daré como estandarte.

Vladímir Mayakovski (1893 - 1930) fue una de las figuras más influyentes de la vanguardia soviética y del futurismo ruso.

Su obra se caracterizó por un lenguaje enérgico, lleno de rupturas sintácticas y neologismos, que buscaba reflejar el dinamismo del nuevo mundo industrial y urbano.

Participó en el grupo Cubo-Futurista, que proponía destruir la poesía sentimental y sustituirla por una expresión audaz, política y moderna.

En “La nube en pantalones” el autor encarna la voz del nuevo poeta futurista: un ser rebelde que rechaza el pasado y proclama el nacimiento de una nueva sensibilidad.

Desde los primeros versos el hablante se distancia de los “grandes” y de los libros tradicionales, declarando que la poesía no debe nacer del lirismo convencional, sino del choque con la realidad moderna.

Así, se muestra como un profeta y obrero de la palabra, un poeta que camina entre las fábricas, las calles y la multitud. Su tono es combativo e irónico.

En este texto se manifiestan rasgos centrales del futurismo como la exaltación del hombre nuevo que domina la técnica y la glorificación del presente como espacio de creación.

Por ello, la máquina, la fábrica, la multitud y la calle reemplazan los paisajes naturales. Con ello, queda de manifiesto que el poeta ya no canta al amor idílico, sino a la energía colectiva y al trabajo industrial.

Así, Mayakovski transforma la poesía en un grito político, en un llamado a la acción. Su lenguaje dinámico, fragmentado y lleno de imágenes urbanas expresa el vértigo de la modernidad y la esperanza de un futuro que debe construirse con esfuerzo humano, sin dioses ni nostalgias.

3. Exorcismo con risa - Velimir Jlébnikov

¡Ah, sonreíd, reidores!
¡Ah, engreíd, risueños
Que reís con risotadas! ¡Qué hazmerreír ridículos!
¡Ah, reíd risiblemente!
¡Ah, sonrisueños rientes – risoteos de irrisorios risibles!
¡Ah, risibilidades, ridícula rísica de irrisibles rientes!
Ristoleros, ristoleros,
Risos irrisorios, risadas reidoras,
Irrisorios, irrisorios
¡Ah, sonreíd, risueños!

Velimir Jlébnikov (1885 - 1922) fue un poeta, ensayista y lingüista ruso, considerado uno de los creadores más radicales del futurismo ruso.

Su obra se distinguió por la experimentación extrema con el lenguaje. Buscó liberar las palabras de su significado tradicional y crear un idioma nuevo, basado en el sonido, la intuición y la energía verbal.

Participó junto a Mayakovski en el movimiento Cubo-Futurista, pero su poesía tendió hacia lo filosófico y lo cósmico. Imaginó una humanidad futura unida por un lenguaje universal y por una visión científica del mundo.

Jlébnikov rechazó las formas poéticas heredadas del pasado y defendió la invención de palabras (“zaum”, o lenguaje transracional), donde lo fonético tenía más valor que lo semántico. Su trabajo influyó en las vanguardias posteriores, desde el surrealismo hasta la poesía concreta.

En Exorcismo con risa” el autor lleva al límite la descomposición del lenguaje. El poema es una celebración del sonido, una danza verbal en torno a la palabra “risa” y sus múltiples derivaciones.

No existe una narración ni una idea concreta, el sentido se disuelve en la pura musicalidad. La repetición, el juego fónico y el ritmo crean una especie de encantamiento-

El texto funciona como una especie de ritual futurista: un exorcismo de las formas poéticas viejas mediante la energía del lenguaje. La risa, entendida como fuerza liberadora, destruye la solemnidad de la tradición literaria. Así, el poema se convierte en una burla sonora del pasado, una explosión verbal que busca fundar una nueva manera de escribir.

En lugar de describir la modernidad mediante imágenes mecánicas, Jlébnikov la encarna en el propio lenguaje. Su poesía se convierte en un mecanismo sonoro, en un artefacto que celebra el movimiento, la energía y la creación desde cero.

4. Es extraño - Igor Severyanin

Vivimos como en un sueño indescifrable,
En uno de los planetas más confortables…
Hay mucho de todo lo que no necesitamos,
Y lo que queremos, no hay.

Igor Severyanin (1887 - 1941) fue un poeta ruso vinculado al egofuturismo, una corriente derivada del movimiento que ponía el acento en la figura del individuo creador y en la exaltación del “yo poético”.

Aunque compartió con los futuristas el deseo de renovación y el rechazo hacia la poesía tradicional, mantuvo un tono más lírico y melancólico, donde la modernidad convivía con una cierta nostalgia.

En el poema “Es extraño” se expresa una sensación de desconcierto ante la vida moderna. El hablante observa el mundo contemporáneo como un espacio contradictorio, lleno de objetos, comodidades y avances, pero vacío de lo verdaderamente esencial.

La frase “hay mucho de todo lo que no necesitamos y lo que queremos, no hay” resume una visión crítica de la sociedad del progreso. El exceso material no garantiza la plenitud espiritual.

El tono del texto es reflexivo, más cercano a la introspección que al entusiasmo propio de otros futuristas como Marinetti o Mayakovski. Sin embargo, comparte con ellos la conciencia del cambio y el asombro ante la modernidad, solo que aquí ese asombro se transforma en extrañeza.

El mundo parece un sueño en el que el ser humano, rodeado de comodidades artificiales, ha perdido su centro y su sentido.

Sobre el Futurismo

El Futurismo fue un movimiento artístico y literario que surgió en Italia a comienzos del siglo XX. Fue fundado por Filippo Tommaso Marinetti, quien publicó en 1909 el Manifiesto Futurista en el diario francés Le Figaro.

Este texto proclamó la necesidad de romper con todo el arte anterior (considerado pasivo y decadente) y propuso una nueva estética basada en la velocidad, la energía, la técnica y la modernidad.

Se trataba de celebrar los avances científicos y la civilización industrial, exaltando la máquina, el automóvil, el avión y la ciudad moderna como símbolos de un nuevo tiempo.

Visiones simultáneas
Visiones simultáneas (1912) - Umberto Boccioni

Así, la belleza ya no se encontraba en la naturaleza ni en la tradición, sino en el movimiento, el ruido y la fuerza mecánica. Los futuristas rechazaban los museos, las bibliotecas y las instituciones artísticas que conservaban el pasado, pues creían que el arte debía mirar siempre hacia el porvenir.

En literatura el movimiento se expresó mediante un lenguaje audaz y experimental. Los poetas futuristas eliminaron la puntuación, rompieron la sintaxis tradicional y emplearon onomatopeyas, neologismos y disposiciones tipográficas libres para transmitir dinamismo y energía.

Su meta era crear textos que imitaran la velocidad de la vida moderna, captando el ritmo del automóvil, de la industria y de la guerra.

El futurismo se expandió desde Italia hacia Rusia, Francia y otros países europeos, influyendo en distintas vanguardias como el dadaísmo, el constructivismo y el surrealismo.

Aunque con el tiempo adoptó posturas políticas controvertidas - especialmente por la cercanía de Marinetti al fascismo -, su importancia fue decisiva. Abrió el camino a las vanguardias del siglo XX y cambió para siempre la manera de entender el arte y la poesía.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.