9 poemas esenciales de José Asunción Silva


Claudia Gómez Molina
Claudia Gómez Molina
Graduada en Literatura y Humanidades y traductora

José Asunción Silva (1865-1896) es el poeta colombiano más reconocido de todos los tiempos. De acuerdo a algunos críticos, su poesía no ha sido superada aún por ningún poeta colombiano. El corte romántico y musical de sus poemas más tempranos dieron el tono característico de la poesía colombiana.

Fue pionero del modernismo. Su fuerte sentido crítico hacía la literatura misma y el uso del humor, la sátira y la ironía en sus últimos poemas, lo han hecho también pionero de la antipoesía.

J.A. Silva
Fotografía de José Asunción Silva

A continuación, presentamos una selección de poemas (analizada e interpretada) donde se sintetiza la trayectoria del poeta: mientras que los primeros poemas de El libro de versos están regidos por la rima y la precisión del número de sílabas que caracteriza a la tradición lírica, se puede apreciar una postura crítica hacia la estética romántica y modernista que se desencadena con plenitud en Gotas amargas.

Sus últimos poemas usan un lenguaje prosaico y descarnado, y el tono mordaz del humor negro, la ironía y la sátira.

Crisálidas

Cuando enferma la niña todavía
salió cierta mañana
y recorrió, con inseguro paso,
la vecina montaña,
trajo entre un ramo de silvestres flores
oculta una crisálida,
que en su aposento colocó, muy cerca
de la camita blanca.
………………………………………

Unos días después, en el momento
en que ella expiraba,
y todos la veían, con los ojos
nublados por las lágrimas,
en el instante en que murió, sentimos
leve rumor de älas
y vimos escapar, tender el vuelo
por la antigua ventana
que da sobre el jardín, una pequeña
mariposa dorada…
………………………………………

La prisión, ya vacía, del insecto
busqué con vista rápida;
al verla vi de la difunta niña
la frente mustia y pálida,
Y pensé ¿si al dejar su cárcel triste
la mariposa alada,
la luz encuentra y el espacio inmenso,
y las campestres auras,
al dejar la prisión que las encierra
qué encontrarán las almas?…

El poema está estructurado en tres estrofas de diez versos que se intercalan en diez y siete sílabas. Narra la historia de una niña en el momento que muere, y qué sucede con la crisálida que había puesto al lado de su cama pocos días antes. Fue escrito por Silva a los 18 años en memoria de su hermana Inés, quien murió a los seis años, cuando el poeta tenía 11 años.

La mariposa sirve de metáfora para el alma. La subjetividad de la voz poética aparece al final, en la última estrofa, por medio de la pregunta retórica. Implica un planteamiento existencial que pregunta por el ser y su trascendencia, como ha afirmado Piedad Bonnett: "Silva condensa, con tremenda maestría y poder de síntesis, la incertidumbre metafísica que le causa la muerte".

Es una metáfora con gran poder evocador. La mariposa sugiere libertad, belleza y vulnerabilidad. La luz, la inmensidad y el aura apuntan a lo etéreo.

Los maderos de San Juan

¡Aserrín!
¡Aserrín!
¡Aserrán!
Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan,
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique
¡Los de triqui, triqui, tran!

Y en las rodillas duras y firmes de la Abuela,
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos agitados y trémulos están,
la abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.

Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan.
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Esas arrugas hondas recuerdan una historia
de sufrimientos largos y silenciosa angustia
y sus cabellos blancos como la nieve están.
De un gran dolor el sello marcó la frente mustia
y son sus ojos turbios espejos que empañaron
los años, y que, ha tiempos, las formas reflejaron
de cosas y de seres que nunca volverán.

Los de Roque, alfandoque
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Mañana cuando duerma la Anciana, yerta y muda,
lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,
donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están
del nieto a la memoria, con grave son que encierra
todo el poema triste de la remota infancia
cruzando por las sombras del tiempo y la distancia
de aquella voz querida las notas vibrarán…

Los de Rique, alfeñique
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

Y en tanto en las rodillas cansadas de la Abuela
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos conmovidos y trémulos están,
la Abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.

¡Aserrín!
¡Aserrán!
Los maderos de San Juan
piden queso, piden pan,
los de Roque
alfandoque
los de Rique
alfeñique
¡Triqui, triqui, triqui, tran!
¡Triqui, triqui, triqui, tran!

El poema hace una recreación de la antigua canción popular española "Los maderos de San Juan", relacionada con la fiesta de San Juan y el solsticio de verano, y de la cual existen diferentes versiones por toda Latinoamérica.

Está conformado por nueve estrofas, e inicia y finaliza de manera casi idéntica. La letra de la canción aparece en verso corto y contrasta con el verso largo del poema, el cual remite a la prosa y permite la reflexión.

El paso del tiempo en el poema funciona de igual manera que en la memoria. La letra de la canción evoca un momento pasado que se vuelve a recrear cada vez que aparece la letra de la canción.

Así, inicialmente se muestra una imagen que pareciera estar en tiempo presente, con la canción y la imagen de la abuela jugando con el nieto; luego se evoca el futuro del nieto lleno de angustias, y ésta a su vez remite a las angustias vividas por la abuela en el pasado. Después el poema nos lleva al futuro en que el nieto recuerda con tristeza a su abuela ya fallecida, y de nuevo se recrea la memoria del niño jugando con la abuela en el tiempo presente.

El cambio y lo efímero de la vida aparecen mediante la pérdida, la muerte y el extrañar.

Nocturno III: Una noche

Una noche
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de músicas de älas,
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mi ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una
y eran una
¡y eran una sola sombra larga!
¡Y eran una sola sombra larga!
¡Y eran una sola sombra larga!

Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chillido
de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
¡entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
era el frío de la nada…
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella… ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se juntan y se buscan en las noches de negruras y de lágrimas!…

También conocido como el "Nocturno III", es el poema más reconocido de José Asunción Silva y uno de los tesoros de la poesía colombiana. El poema trata sobre el recuerdo, la pérdida, la soledad, la muerte.

En su estructura sobresale la mezcla de verso corto y largo. Encontramos versos de 24 sílabas, separados por comas, y también versos de 16, 12, 10, junto con versos de 4 y 6. Esto demuestra que el poema no sigue el rigor del conteo silábico, en cambio, al igual que en la prosa y la poesía moderna, busca su propio ritmo.

Sobresale la música creada por la aliteración, especialmente por los sonidos de la "n", "m" y "s" y la anáfora. Es un ritmo caracterizado, además, por diferentes velocidades en el fraseo, pausas y el golpe de los acentos de ciertas palabras, como "lágrimas".

El poema crea un ambiente sensorial, cargado de emotividad. Rindiendo homenaje a la influencia simbolista, desde el inicio del poema se alude a todos los sentidos: "Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas". Más adelante habla del "chillido de las ranas", los "ladridos de los perros". Es un ambiente lleno de sonidos, pero también está la luna y luz particular, junto con la sombras. Se encuentran, además, las menciones a la frialdad o la tibieza.

La emotividad del poema está marcada además por las numerosas anáforas: "una noche", "eran una", "eran una sola sombra larga".

Ars

El verso es vaso santo. Poned en él tan sólo,
un pensamiento puro,
¡en cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes
como burbujas de oro de un viejo vino oscuro!

Allí verted las flores que en la continua lucha,
ajó del mundo el frío,
recuerdos deliciosos de tiempos que no vuelven,
y nardos empapados en gotas de rocío

para que la existencia mísera se embalsame
cual de una esencia ignota,
¡quemándose en el fuego del alma enternecida
de aquel supremo bálsamo basta una sola gota!

Este poema es un arte poética en la que el autor habla de la poesía misma y presenta el canon, principios o filosofías que rigen su trabajo. Está estructurado en tres estrofas de cuatro versos. El segundo verso es corto, de siete sílabas, y contrasta con los demás más largos, de 14 y 15 sílabas.

En la primera estrofa se presenta una visión de la poesía introducida por el romanticismo y continuada por el modernismo. Luego de la primacía de la racionalidad, la ciencia y el positivismo, en la cual la razón parecía ofrecer la solución y explicación a todo (primaban la medicina, la economía, las ciencias puras) en el siglo XVIII, el arte denuncia las carencias y fallas de este tipo de pensamiento, señalando todos los límites de la razón.

La espiritualidad que había quedado relegada por el pensamiento positivista es retomada por el artista, quien recupera la noción del misterio, la magia, la maravilla, lo que fascina y lo sagrado. Así, la primera estrofa alude a la intención de la poesía de evocar aquello que es mucho más grande las limitaciones humanas y que es digno de ser reverenciado.

Las imágenes que "bullen" de las que habla el poema, remiten a imágenes cargadas de sensaciones y sentidos, y el oro remite a un tesoro.

La segunda estrofa nos muestra una belleza decadentista caracterizada por la belleza de lo efímero, lo que alguna vez fue bello y ahora es completamente lejano e inalcanzable.

La tercera estrofa muestra la visión del arte, la literatura y la poesía como un proceso alquímico que sirve como bálsamo y alivio para la existencia.

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Taller moderno

Por el aire del cuarto, saturado
de un olor de vejeces peregrino,
del crepúsculo el rayo vespertino
va a desteñir los muebles de brocado.

El piano está del caballete al lado
y de un busto del Dante el perfil fino,
del arabesco azul de un jarrón chino,
medio oculta el dibujo complicado.

Junto al rojizo orín de una armadura,
hay un viejo retablo, donde inquieta,
brilla la luz del marco en la moldura,

y parecen clamar por un poeta
que improvise del cuarto la pintura
las manchas de color de la paleta.

El poema se presenta en la forma clásica del soneto, caracterizado por dos cuartetos y dos tercetos con versos endecasílabos.

Aunque Silva es un poeta modernista, es también reconocido por ser un pensador crítico de sí mismo y de sus contemporáneos. Por medio de la sátira y el humor, crea un distanciamiento que permite evaluar con mirada crítica la estética modernista que desarrollaban algunos, y que se puede ver, entre otros, en el libro Azul del nicaragüense Rubén Darío.

El poema critica un interés por lo anacrónico, lo complicado, el preciosismo, las rarezas y lo saturado, a las que alude con la mención a la armadura, el retablo, el brocado, el jarrón chino con su arabesco, y que, finalmente, apuntan a un arte vacío, superficial y apenas decorativo.

Así mismo, hace una sátira a la estética decadente, al aludir al orín de la armadura, lo desteñido de los muebles y las manchas de la paleta.

Psicopatía

El parque se despierta, ríe y canta
en la frescura matinal… La niebla
donde saltan aéreos surtidores,
de arco iris se puebla
y en luminosos velos se levanta.
Su olor esparcen entreabiertas flores,
suena en las ramas verdes el pío, pío,
de los alados huéspedes cantores,
brilla en el césped húmedo el rocío…
¡Azul el cielo! ¡Azul!… Y la süave
brisa que pasa, dice:
¡Reíd! ¡Cantad! ¡Amad! ¡La vida es fiesta!
¡Es calor, es pasión, es movimiento!
Y forjando en las ramas una orquesta,
con voz grave lo mismo dice el viento,
y por entre el sutil encantamiento,
de la mañana sonrosada y fresca,
de la luz, de las yerbas y las flores,
pálido, descuidado, soñoliento,
sin tener en la boca una sonrisa,
y de negro vestido
un filósofo joven se pasea,
olvida luz y olor primaverales,
e impertérrito sigue en su tarea
¡de pensar en la muerte, en la conciencia
y en las causas finales!
Lo sacuden las ramas de azalea,
dándole al aire el aromado aliento
de las rosadas flores,
lo llaman unos pájaros, del nido
do cantan sus amores,
y los cantos risueños
van por entre el follaje estremecido,
a suscitar voluptüosos sueños,
y él sigue su camino, triste, serio,
pensando en Fichte, en Kant, en Vogt, en Hegel,
¡y del yo complicado en el misterio!

La chicuela del médico que pasa,
una rubia adorable, cuyos ojos
arden como una brasa,
abre los labios húmedos y rojos
y le pregunta al padre, enternecida…
—¿Aquel señor, papá, de qué está enfermo,
qué tristeza le anubla así la vida?
Cuando va a casa a verle a usted, me duermo,
tan silencioso y triste… ¿Qué mal sufre?…
… Una sonrisa el profesor contiene,
mira luego una flor, color de azufre,
oye el canto de un pájaro que viene,
y comienza de pronto, con descaro…
—¡Ese señor padece un mal muy raro,
que ataca rara vez a las mujeres
y pocas a los hombres…, hija mía!
Sufre este mal…: pensar…, esa es la causa
de su grave y sutil melancolía…
El profesor después hace una pausa
y sigue… —En las edades
de bárbaras naciones,
serias autoridades
curaban ese mal dando cicuta,
encerrando al enfermo en las prisiones
o quemándolo vivo… ¡Buen remedio!
Curación decisiva y absoluta
que cortaba de lleno la disputa
y sanaba al paciente… mira el medio…
la profilaxia, en fin… Antes, ahora
el mal reviste tantas formas graves,
la invasión se dilata aterradora
y no lo curan polvos ni jarabes;
en vez de prevenirlo los Gobiernos
lo riegan y estimulan,
tomos gruesos, revistas y cuadernos
revuelan y circulan
y dispersan el germen homicida…
El mal, gracias a Dios, no es contagioso
y lo adquieren muy pocos: en mi vida,
sólo he curado a dos… Les dije:
/ «Mozo,
váyase usted a trabajar, de lleno,
en una fragua negra y encendida
o en un bosque espesísimo y sereno;
machaque hierro hasta arrancarle chispas,
o tumbe viejos troncos seculares
y logre que lo piquen las avispas,
si lo prefiere usted, cruce los mares
de grumete en un buque, duerma, coma
muévase, grite, forcejee y sude,
mire la tempestad cuando se asoma,
y los cables de popa ate y anude,
¡hasta hacerse diez callos en las manos
y limpiarse de ideas el cerebro!…
Ellos lo hicieron y volvieron sanos…».
«Estoy tan bien, doctor…». —¡Pues lo celebro!
Pero el joven aquel es caso grave,
como conozco pocos,
más que cuantos nacieron piensa y sabe,
irá a pasar diez años con los locos,
y no se curará sino hasta el día
en que duerma a sus anchas
en una angosta sepultura fría,
lejos del mundo y de la vida loca,
¡entre un negro ataúd de cuatro planchas,
con un montón de tierra entre la boca!

El poema se inserta en la tradición literaria que trata como tema al melancólico y que nos remite a Hamlet. El melancólico de la literatura no solo tiende a la tristeza y la depresión, sino además tiene una tendencia a pensar, al análisis, a la filosofía y la lectura.

Es una figura que se torna problemática especialmente por su necesidad de cuestionar un orden ya establecido. Mientras que la curiosidad, analizar, meditar o preguntar no son defectos en sí mismos, pueden ser percibidos como amenazas para la sociedad. La psicopatía está definida por la Real Academia como una anomalía en la que "a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece".

De acuerdo al poema, los valores que prefiere la sociedad se inclinan a valores positivos y productivos. El poema inicia así con un paisaje completamente idílico y un lenguaje lírico. Es importante notar que la literatura anterior a Silva estaba enfocada en entretener, educar y establecer los valores que querían asociarse con Colombia como nación. Incluso hoy se encuentra vigente la identidad festiva y alegre del colombiano en los versos: "¡Reíd! ¡Cantad! ¡Amad! ¡La vida es fiesta!/ ¡Es calor, es pasión, es movimiento!".

El melancólico está relacionado con el genio que tiende a la locura y la enfermedad, precisamente porque no está en armonía con la sociedad. La productividad es el gran valor promovido por la sociedad burguesa, y es satirizada en el poema por medio del leñador, alfarero y marinero, cuyas labores parecen mecánicas y contribuyen a la idea de que los obreros son serviles y dóciles ante un estado.

Avant-propos

Prescriben los facultativos
cuando el estómago se estraga,
al paciente, pobre dispéptico,
dieta sin grasas.

Le prohíben las cosas dulces,
le aconsejan la carne asada
y le hacen tomar como tónico
gotas amargas.

Pobre estómago literario
que lo trivial fatiga y cansa,
no sigas leyendo poemas
llenos de lágrimas.

Deja las comidas que llenan,
historias, leyendas y dramas
y todas las sensiblerías
semirománticas.

Y para completar el régimen
que fortifica y que levanta,
ensaya una dosis de estas
gotas amargas.

El título del poema viene del francés y significa prólogo. Es el primer poema del libro Gotas Amargas, y sirve para presentar la propuesta estética de los demás poemas del libro.

A partir del discurso positivista que dominaba a finales del siglo XIX, ejemplificado por el discurso científico, y en especial, el discurso médico, se hace una crítica a las modas literarias del momento, en particular a los excesos románticos que caían en un tono dulzón, cursi y sensiblero.

Silva toma una postura crítica hacia su propia poesía, y utiliza palabras deliberadamente feas que no tienen ningún prestigio literario, como "estragar" o "dispéptico".

El mal del siglo

El paciente:
Doctor, un desaliento de la vida
que en lo íntimo de mí se arraiga y nace,
el mal del siglo… el mismo mal de Werther,
de Rolla, de Manfredo y de Leopardi.
Un cansancio de todo, un absoluto
desprecio por lo humano… un incesante
renegar de lo vil de la existencia
digno de mi maestro Schopenhauer;
un malestar profundo que se aumenta
con todas las torturas del análisis…

El médico:
—Eso es cuestión de régimen: camine
de mañanita; duerma largo, báñese;
beba bien; coma bien; cuídese mucho,
¡lo que usted tiene es hambre!…

El título del poema se refiere a la crisis de principios y valores asociada con el existencialismo y describe el espíritu de fin de siglo.

Por medio del diálogo se crea un distanciamiento, tanto de lo que dice el paciente como el médico, y esto permite observar con mirada crítica ambas posturas.

Por una parte, el paciente se encuentra en un pesimismo radical: "Un cansancio de todo, un absoluto/ desprecio por lo humano… un incesante/ renegar de lo vil de la existencia". Por otra, la respuesta del médico es tan simple que cae en el absurdo.

Critica al pragmatismo que descarta las preguntas sobre la existencia y el espíritu, y que incluso hoy en día sigue vigente.

El humor, por medio de la ironía, concluye el poema y da el tono de amargura que caracteriza a los últimos poemas de Silva.

Cápsulas

El pobre Juan de Dios, tras de los éxtasis
del amor de Aniceta, fue infeliz.
Pasó tres meses de amarguras graves,
y, tras lento sufrir,
se curó con copaiba y con las cápsulas
de Sándalo Midy.

Enamorado luego de la histérica Luisa,
rubia sentimental,
se enflaqueció, se fue poniendo tísico
y al año y medio o más
se curó con bromuro y con las cápsulas
de éter de Clertán.

Luego, desencantado de la vida,
filósofo sutil,
a Leopardi leyó, y a Shopenhauer
y en un rato de spleen,
se curó para siempre con las cápsulas
de plomo de un fusil.

El poema muestra una desilusión del romanticismo. Si antes la amada era un ser lejano, protector y especialmente quien finalmente lograba redimir, en el poema la amada es quien hace enfermar tanto física como espiritualmente. La tisis (tuberculosis) está frecuentemente asociada con los poetas malditos y la prostitución, y las cápsulas de Sándalo Midy eran un remedio antiguo para las enfermedades venéreas.

De manera implícita se alude a la visión del amor creada por la tradición literaria, especialmente la que crea el gran exponente del romanticismo español, Gustavo Adolfo Bécquer, quien influyó los poemas iniciales de Silva. Se trata de una crítica y un desencantamiento por este tipo de literatura.

El poema inevitablemente remite al suicidio de su autor, José Asunción Silva, quien se dispara en el corazón. Finalmente ni la poesía, ni la filosofía logran dar respuesta alguna al desencanto que denuncia el poema.

Las cápsulas que en apariencia solucionan todo tipo de problemas relacionados con el amor, excepto rescatar la noción misma del amor, resultan igual de ineficientes que las cápsulas de plomo ante el desencantamiento: aparentemente resuelven un asunto práctico, pero dejan igual de inconclusas las preguntas por la existencia y el espíritu.

Resulta curioso que la cita que hace Silva días antes de morir, de Maurice Barrés: "Los suicidas se matan por falta de imaginación", resalta justamente la idea de que el suicidio no es la única respuesta posible.

José Asunción Silva y el modernismo

El movimiento modernista (finales del siglo XIX y principios del XX) fue una crítica a los valores pragmáticos y productivos promovidos por el pensamiento burgués, así como a la ponderación de la razón del pensamiento positivista.

La poesía modernista sobresale porque deja de lado algunas funciones impuestas al arte de ser didáctico, formador, ejemplar, divertido o incluso de tener por objeto algo necesariamente bello. En Colombia, Silva fue el primer poeta en escribir poesía que no fuera edificadora.

El modernismo latinoamericano se caracteriza por su cosmopolitismo: ser modernista equivalía a ser ciudadano del mundo. La poesía de Silva fue fuertemente influenciada por su estadía en París, donde se familiariza con el clima cultural y los escritores y filósofos del momento:

"La Ciudad Luz es el centro de la exquisitez, la duda y el pesimismo. Lee a los autores renombrados del momento, llamando su atención Charles Baudelaire, Anatole France, Guy de Maupassant, Paúl Régnard, Emile Zola, Stephan Mallarmé, Paúl Verlaine, Marie Bashkirtseffy, Arthur Schopenhauer. Lee también sobre asuntos filosóficos, políticos y sicológicos. Adquiriendo modales y costumbres de dandy, asiste con frecuencia a los mejores restaurantes, salones, galerías, museos y salas de concierto, entregándose al disfrute del lujo, hasta donde su pecunio lo permite" (Quintero Ossa, Robinson).

En el modernismo se derrumban los valores absolutos antes establecidos y prima el subjetivismo: lo que el individuo piensa, siente, percibe y su experiencia.

Estética modernista: lo efímero y lo pasajero

Influido, en parte, por Baudelaire, en los poemas de Silva sobresale la belleza de lo efímero y pasajero: en particular objetos que fueron alguna vez bellos, pero nunca más lo serán, como una flor marchita.

La mujer bella por excelencia, a la manera de Edgar Allan Poe, era una adolescente pálida al extremo que evidencia alguna enfermedad. La palidez, generalmente asociada con la tisis, más allá de ser una enfermedad física, es asociada por esta estética con una gran inteligencia y una sensibilidad delicada que puede enfermar en el contacto con la sociedad.

Son mujeres que evocan un amor completamente platónico, sin ningún interés carnal. La amada es un ser lejano, imposible de alcanzar. En este sentido, la poesía de Silva canta a mujeres que han muerto justo cuando su belleza alcanza su mayor plenitud. Este es el caso del poema más popular de Silva, "Una noche", también conocido como el Nocturno III y dedicado a su hermana Elvira, quien murió a los veinte años.

Biografía de José Asunción Silva

JAS Billete
Retrato de José Asunción Silva en el billete de 5.000 pesos del Banco de la República de Colombia.

Nace en Bogotá en 1865 en una familia pudiente. Su padre fue el escritor costumbrista Ricardo Silva. En 1884, a los 19 años, Silva viaja a París con el propósito de continuar sus estudios. En su estadía se familiariza con el clima cultural y cosmopolita.

En 1887 muere el padre, Ricardo Silva, dejando a José Asunción a cargo de los negocios de la familia a los 22 años. En 1892, a los 27 años se levantan 52 ordenes judiciales en contra del escritor, se declara en bancarrota y vende todos sus bienes y negocios.

Es nombrado como diputado en Caracas. A sus 30 años, de regreso a Bogotá, el vapor que lo transportaba naufraga frente a las costas de Barranquilla. Pierde los manuscritos de sus novelas Amor, De sobremesa y gran parte de su obra poética.

Antes de los 11 años el autor había perdido a 3 de sus hermanos. El poema "Crísalidas" fue escrito en memoria de su hermana Inés quien murió a los 5 años. Su hermana Elvira Silva había contraído neumonía y muerto a los 20 años. Su padre también había fallecido.

El 23 de mayo de 1896, antes de cumplir sus 31 años, se suicida de un disparo en el corazón. El día anterior había visitado a su amigo de la infancia, el médico Juan Evangelista Manrique, y le había pedido que marcara con una equis dónde queda el corazón. No dejó ninguna nota de despedida.

Murió sin haber dejado publicado ni un solo libro. El escritor y crítico, Robinson Quintero Ossa, incluye al final de su biografía de Silva esta cita que muestra el carácter genial del poeta:

«Días antes de su última voluntad, comentaba a su amigo Baldomero Sanín Cano, citando a Maurice Barrés: "Los suicidas se matan por falta de imaginación"».

Obras de José Asunción Silva

Poesía

  • Intimidades
  • El libro de versos
  • Gotas amargas
  • Poesías varias

Novela

  • De sobremesa
Claudia Gómez Molina
Claudia Gómez Molina
Graduada en Literatura y Humanidades de la Universidad de los Andes (2009), realizó cursos de traducción literaria con las asociaciones de traductores colombiana y mexicana, ACTTI y AMMETLI, y de traducción oficial en la Universidad Javeriana (2017).