Poesía al Perú: 4 poemas dedicados a la patria

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 8 min.

La poesía peruana del siglo XX y XXI se ha nutrido de una tradición múltiple y compleja, en la que confluyen herencias indígenas, coloniales y modernas.

De este modo, la lírica peruana ha sabido dialogar tanto con sus raíces andinas como con las corrientes universales, generando un lenguaje propio donde conviven lo popular y lo culto.

En este panorama lo nacional no aparece como una noción fija, sino como un territorio en disputa. Así, las voces poéticas se enfrentan tanto a la exaltación patriótica como a la denuncia social y al desencanto.

1. Telúrica y magnética - César Vallejo

¡Mecánica sincera y peruanísima
la del cerro colorado!
¡Suelo teórico y práctico!
¡Surcos inteligentes; ejemplo: el monolito y su cortejo!
¡Papales, cebadales, alfalfares, cosa buena!
¡Cultivos que integra una asombrosa jerarquía de útiles
y que integran con viento los mujidos,
las aguas con su sorda antigüedad!

¡Cuaternarios maíces, de opuestos natalicios,
los oigo por los pies cómo se alejan,
los huelo retomar cuando la tierra
tropieza con la técnica del cielo!
¡Molécula exabrupto! ¡Atomo terso!

¡Oh campos humanos!
¡Solar y nutricia ausencia de la mar,
y sentimiento oceánico de todo!
¡Oh climas encontrados dentro del oro, listos!
¡Oh campo intelectual de cordillera,
con religión, con campo, con patitos!
¡Paquidermos en prosa cuando pasan
y en verso cuando páranse!
¡Roedores que miran con sentimiento judicial en torno!
¡Oh patrióticos asnos de mi vida!
¡Vicuña, descendiente
nacional y graciosa de mi mono!
¡Oh luz que dista apenas un espejo de la sombra,
que es vida con el punto y, con la línea, polvo
y que por eso acato, subiendo por la idea a mi osamenta!

¡Siega en época del dilatado molle,
del farol que colgaron de la sien
y del que descolgaron de la barreta espléndida!
¡Angeles de corral,
aves por un descuido de la cresta!
¡Cuya o cuy para comerlos fritos
con el bravo rocoto de los temples!
(¿Cóndores? ¡Me friegan los cóndores!)
¡Leños cristianos en gracia
al tronco feliz y al tallo competente!
¡Familia de los líquenes,
especies en formación basáltica que yo
respeto
desde este modestísimo papel!
¡Cuatro operaciones, os sustraigo
para salvar al roble y hundirlo en buena ley!
¡Cuestas in infraganti!
¡Auquénidos llorosos, almas mías!
¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,
y Perú al pie del orbe; yo me adhiero!
¡Estrellas matutinas si os aromo
quemando hojas de coca en este cráneo,
y cenitales, si destapo,
de un solo sombrerazo, mis diez templos!
¡Brazo de siembra, bájate, y a pie!

¡Lluvia a base del mediodía,
bajo el techo de tejas donde muerde
la infatigable altura
y la tórtola corta en tres su trino!
¡Rotación de tardes modernas
y finas madrugadas arqueológicas!
¡Indio después del hombre y antes de él!
¡Lo entiendo todo en dos flautas
y me doy a entender en una quena!
¡Y lo demás, me las pelan!...

César Vallejo (1892 - 1938) es considerado uno de los poetas más importantes de la literatura hispanoamericana. Su obra combina vanguardia y compromiso social.

Este texto ofrece una visión exaltada de la sierra peruana, fusionando lo natural, lo cultural y lo histórico en un discurso que alterna lo lírico y lo irónico.

Así, se despliega un catálogo de imágenes rurales: cultivos, animales, herramientas, paisajes y costumbres. La enumeración exclamativa y el uso de expresiones coloquiales (“¡Me friegan los cóndores!”, “me las pelan”) rompen con la solemnidad y acercan la voz poética al habla popular.

La fuerza del poema reside en su carácter telúrico: la tierra es un organismo vivo, íntimamente ligado a la historia y la identidad peruana.

Por otro lado, la voz poética oscila entre el respeto reverente (“¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo!”) y el gesto crítico e irónico, lo que crea un retrato complejo de la patria.

2. Que traspasen los Andes sus murallas... - Magda Portal

Que traspasen los Andes sus murallas
viejas de tiempo y de tragedia
que crucen los caminos de los Incas
que recorrió Túpac Amaru
los ríos tumultuosos
los valles y las altas sierras
que hiendan los oídos de los pueblos
arrinconados en su inercia
y se estremezca la raíz profunda
a la sangre del Perú su raza
Hay que decir palabras como puños
en mitin de protesta
palabras como piedras
palabras como flechas
Alzadas a los cielos
semejarán banderas desplegadas
agitadas o tensas
y se oirán en el rugir del viento
por encima del mapa del Perú
y sobre el mar y más allá
señalando la ruta de los hombres
por los senderos nuevos.

Magda Portal (1900 –-1989) fue poeta, narradora y activista política, vinculada al movimiento feminista y a la lucha social en el Perú. Este texto, de tono combativo, es un llamado a romper la inercia histórica y a despertar la conciencia colectiva.

El uso reiterado del verbo en imperativo (“que traspasen”, “que crucen”, “que hiendan”) imprime un ritmo urgente y una dirección clara. Se trata de atravesar las barreras físicas y simbólicas que aíslan a los pueblos.

Las referencias a Túpac Amaru, los caminos incas y los ríos tumultuosos conectan el presente de lucha con un pasado de resistencia.

Las “palabras como puños”, “como piedras” y “como flechas” son metáforas que convierten el lenguaje en arma. Este recurso enfatiza el poder performativo de la poesía, capaz de movilizar y de señalar “la ruta de los hombres por los senderos nuevos”.

De esta manera, la hablante lírica se alza como portavoz de un movimiento popular y el poema funciona como manifiesto político.

3. Héroe del pueblo - Washington Delgado

Yo construyo mi país con palabras,
digo cielo cuando miro el cielo
digo luz, agua, corazón y lo demás ignoro.

El silencio es profundo pero amo las alturas.
Hombres son y mujeres los que que alumbran mis ojos
y ni voz está con ellos como el aire en que viven.

No me importa la muerte si es justo mi combate.
Por el amor no por el odio he de sobrevivir.
Yo canto en las matanzas, yo bailo
junto al fuego, yo construyo
mi país con palabras.

Washington Delgado (1927 - 2003) fue poeta, narrador y ensayista peruano, con una obra marcada por la reflexión histórica y el compromiso social.

Aquí se asociala construcción de la patria con el acto de nombrar. La repetición de “yo construyo mi país con palabras” encierra la idea de que la identidad nacional se crea y sostiene a través del lenguaje, de la memoria y de la imaginación colectiva.

Frente a la violencia (“Yo canto en las matanzas”), el hablante lírico responde con amor y con arte, reivindicando la palabra como forma de resistencia.

La presencia de lo humano (“Hombres son y mujeres los que alumbran mis ojos”) subraya que la patria no es sólo territorio, sino comunidad viva.

4. El bosque de los huesos - Luis Hernández

Mi país no es Grecia,
Y yo (23) no sé si deba admirar
Un pasado glorioso
Que tampoco es pasado.
Mi país es pequeño y no se extiende
Más allá del andar de un cartero en cuatro días,
Y a buen tren.

Quizá sea que ahora yo aborrezca
Lo que oteo en las tardes: mi país
Que es la plaza de toros, los museos,
Jardineros sumisos y las viejas:
Sibilinas amantes de los pobres,
Muy proclives a hablar de cardenales
(Solteros eternos que hay en Roma),
Y jaurías doradas de marocas.
Mi país es letreros de cine: gladiadores,
Las farmacias de turno y tonsurados,
Un vestirse los Sábados de fiesta
Y familias decentes, con un hijo naval.

Abatido entre Lima y La Herradura
(El rincón Hawai a diez kilómetros
De la eterna ciudad de los burdeles),
Un crepúsculo de rouge cobra banderas,
Baptisterios barrocos y carcochas.
Como al paso senil del bienamado, ahora llueve
Una fronda de estiércol y confeti:
Solitarios son los actos del poeta
Como aquellos del amor y de la muerte.

Luis Hernández (1941 - 1977) fue un poeta singular de la Generación del 60 peruana, conocido por su voz irónica, íntima y fragmentaria.

Aquí el hablante lírico presenta una visión desencantada y crítica de su país, alejándose de todo nacionalismo idealizado. El poema comienza con una negación: “Mi país no es Grecia”, rechazando la tentación de compararse con pasados gloriosos ajenos.

En cambio, describe un Perú reducido, cotidiano y casi asfixiante: plazas de toros, museos, viejas murmuradoras, letreros de cine, familias decentes. La enumeración crea una atmósfera de tedio y provincianismo.

Se trata de un catálogo de contradicciones y decadencia. El tono oscila entre el sarcasmo y la melancolía, especialmente hacia el final, cuando la soledad del poeta se equipara a los actos esenciales y solitarios del amor y de la muerte.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.