Poema Canción de Otoño en Primavera de Rubén Darío


Fabián Coelho
Fabián Coelho
Licenciado en Letras

El poema “Canción de otoño en primavera” es uno de los poemas más famosos del célebre poeta nicaragüense Rubén Darío, máximo exponente del modernismo hispanoamericano. En él, con un tono general de añoranza, se refiere al tema de la pérdida de la juventud y el sentimiento de melancolía que produce.

El poema, como tal, fue publicado en el poemario Cantos de vida y esperanza, de 1905, que es considerado no solo uno de los mejores libros del autor, sino una de las obras más logradas del modernismo hispanoamericano.

El modernismo, corriente literaria de la cual Rubén Darío fue su más destacado cultor, se propuso renovar la literatura en lengua española, y se caracterizó por su perfección formal, un lenguaje preciosista, el empleo de imágenes de gran belleza y el gusto por lo exótico, entre otras cosas.

Poema “Canción de otoño en primavera”

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.

Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!

Análisis del poema

“Canción de otoño en primavera” es un poema que habla sobre la juventud perdida, sobre las ilusiones y el paso del tiempo.

Es un poema donde la voz poética, desde una edad ya madura, se mueve entre la añoranza del pasado y los viejos amores, y el desencanto ante la vida, que entra en el duro ocaso de la vejez, dejando atrás la juventud.

El propio título recoge dos metáforas muy claras al respecto: la del otoño como ocaso de la vida, como llegada de la vejez, y la de la primavera como juventud, verdor y lozanía de la vida.

Una de las cosas por las cuales el poema es más conocido es por su famoso estribillo, que se repite varias veces, otorgándole gran musicalidad: “Juventud, divino tesoro,/ ¡ya te vas para no volver!/ Cuando quiero llorar, no lloro.../ y a veces lloro sin querer”.

Entre cada estribillo, son referidas las experiencias amorosas de la voz poética, que van de la inocencia al desengaño y los excesos, para finalizar concluyendo amargamente que ya “no hay princesa que cantar”.

Contrasta con la melancolía de su tema la musicalidad de su ritmo y el estilo preciosista de su lenguaje, con imágenes límpidas, fulgurantes y de gran belleza.

El último verso, “¡mas es mía el Alba de oro!”, rompe inesperadamente con la estructura general de la composición, dejando en el aire esa enigmática afirmación que se abre a la esperanza.

Tipo de verso, rima y métrica

El poema está compuesto por diecisiete serventesios, es decir, estrofas de cuatro versos. Los versos son de arte mayor, de nueve sílabas, también conocidos como eneasílabos. Su rima es consonante y cruzada: ABAB.

Posee un estribillo que se intercala cada tres estrofas, y que le otorga gran musicalidad: “Juventud, divino tesoro,/ ¡ya te vas para no volver!/ Cuando quiero llorar, no lloro.../ y a veces lloro sin querer”.

Figuras retóricas

Retruécano

El retruécano consiste en la reordenación de los elementos de una oración en una oración subsiguiente. De esta inversión resulta un nuevo sentido, que contrasta con el de la primera oración. Por ejemplo: “Cuando quiero llorar, no lloro,/ ¡y a veces lloro sin querer!”.

Alegoría

La alegoría es la representación una idea o concepto mediante un conjunto de imágenes alusivas o metafóricas. En este poema, en dos ocasiones la situación amor-desengaño es planteada mediante alegorías. Por ejemplo:

  • “En sus brazos tomó mi ensueño/ y lo arrulló como a un bebé…/ y le mató, triste y pequeño,/ falto de luz, falto de fe…”
  • “Otra juzgó que era mi boca/ el estuche de su pasión/ y que me roería, loca, con sus dientes el corazón”.

Hipérbaton

En el hipérbaton se altera el orden corriente de las palabras para aumentar su expresividad. Observamos varios en este poema. Por ejemplo:

  • “Plural ha sido la celeste/ historia de mi corazón”.
  • “Pues a su continua ternura/ una pasión violenta unía./ En un peplo de gasa pura/ una bacante se envolvía…”

Metáfora

La metáfora es la relación sutil que se establece entre dos ideas o imágenes. Por ejemplo:

  • “Juventud, divino tesoro”.
  • “Era su cabellera obscura/ hecha de noche y de dolor”.

Símil

El símil establece una comparación entre dos elementos en el texto. Por lo general, viene introducido por elementos de relación. Por ejemplo:

  • “Miraba como el alba pura;/ sonreía como una flor”.
  • “Yo era tímido como un niño”.

Encabalgamiento

El encabalgamiento se produce cuando una frase queda a caballo entre dos versos, pues la pausa del verso no coincide con la pausa morfosintáctica. Por ejemplo:

  • “Era una dulce niña, en este/ mundo de duelo y aflicción”.
  • “La otra fue más sensitiva,/ y más consoladora y más/ halagadora y expresiva”

Epíteto

El epíteto es un adjetivo calificativo que resalta las características del sustantivo, otorgándole mayor expresividad. Por ejemplo: “Divino tesoro”.

Sinestesia

La sinestesia es una figura retórica que consiste en mezclar diferentes tipos de sensaciones o percepciones, sean visuales, auditivas, táctiles, olfativas o gustativas. Por ejemplo:

  • “Celeste historia”.
  • “Dulce niña”

Prosopopeya

La Juventud es tratada como si se tratara de un ser animado. Por ejemplo: “Juventud (…),/ ¡ya te vas para no volver!”

Apóstrofe

La voz poética se dirige o interpela a la Juventud, en lo cual podemos observar una actitud apostrófica. Por ejemplo: “Juventud, divino tesoro/ ya te vas para no volver”.

Vea también:

Sobre Rubén Darío

Félix Rubén García Sarmiento, más conocido como Rubén Darío, nació en Nicaragua en 1867. Fue poeta, periodista y diplomático. Es considerado el más importante representante del modernismo literario y uno de los poetas más influyentes de la literatura española en el último siglo. Se lo conoce también con el nombre de príncipe de las letras castellanas. En su obra literaria, destacan los poemarios Azul (1888), Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905). Murió en Nicaragua en 1916.

Fabián Coelho
Fabián Coelho
Profesional de las letras, licenciado por la Universidad de Los Andes (2011).