La torre de Babel: ¿mito o realidad?

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 14 min.

La Torre de Babel constituye uno de los episodios más emblemáticos del Génesis en la Biblia. A lo largo de la historia, la imagen de una humanidad unida en un mismo propósito, desafiando los límites impuestos por la divinidad, ha despertado múltiples interpretaciones.

Su presencia en la tradición occidental ha trascendido su dimensión bíblica para convertirse en un referente sobre el origen de la diversidad lingüística, la ambición humana y la fragmentación cultural.

¿Qué es la Torre de Babel?

La Torre de Babel es un motivo narrativo central del Génesis (11:1-9) que busca explicar el origen de la diversidad lingüística y la fragmentación de la humanidad.

El relato describe un tiempo primordial en el que toda la población del mundo hablaba una sola lengua y formaba una comunidad cohesiva y homogénea.

Esta civilización unificada emprendió la construcción de una ciudad y de una torre cuya cima alcanzara el cielo, un gesto que, dentro del marco del pensamiento bíblico, implica un acto de soberbia colectiva.

Por tanto, la torre se convirtió en símbolo de la aspiración humana a la trascendencia sin mediación divina. Se trataba de un intento de igualarse con Dios, además de establecer un poder centralizado y autosuficiente.

Desde esta perspectiva, el episodio funciona como una reflexión sobre los límites de la ambición humana y el delicado equilibrio entre libertad, creatividad y obediencia a la voluntad divina.

El relato también presenta la intervención divina como respuesta directa a esta empresa humana desmedida. La decisión de confundir las lenguas no debe entenderse simplemente como un castigo, sino como una medida correctiva que restablece la diversidad y dispersa a la humanidad para evitar la concentración total del poder en un solo grupo.

Con ello, el texto sugiere que la pluralidad lingüística, aunque pueda generar incomprensión y distancia, cumple una función positiva al fomentar la diversidad cultural y limitar los excesos de la centralización.

Así, la Torre de Babel se convierte en una metáfora de la condición humana. Está marcada por una tensión permanente entre la unidad y la diversidad, el progreso y el límite, la comunicación y la diferencia.

¿Fue real? ¿Dónde estaba?

La Torre de Babel se ha interpretado a partir de su referencia bíblica y de la comparación con las estructuras mesopotámicas históricas.

Construcción

Desde el punto de vista material la Biblia especifica que la torre fue construida con ladrillos cocidos y con betún para unirlos. Esto es relevante, porque refleja con precisión las técnicas de construcción de la antigua Mesopotamia, donde la piedra era escasa y los grandes templos se levantaban con ladrillos de barro cocido.

Esta información sugiere que el relato se inspiró en estructuras reales, especialmente en los zigurats babilónicos (estructuras piramidales).

Además, la torre es descrita como una construcción excepcionalmente alta cuyo objetivo explícito era alcanzar el cielo. Aunque el Génesis no proporciona detalles sobre su forma o dimensiones, la tradición iconográfica posterior la representa como una torre escalonada, de varias plataformas superpuestas, siguiendo la tipología de los zigurats mesopotámicos.

Estas representaciones destacan su verticalidad extrema, su condición de puente entre lo terrenal y lo divino, así como su carácter monumental.

Aquella verticalidad no es sólo arquitectónica, sino que también simbólica. Representa la elevación del ser humano por encima de su condición y la voluntad de expansión ilimitada, una idea que contrasta con la concepción bíblica de la soberanía divina.

Plano simbólico

No hay pruebas concretas sobre la existencia de la torre. Por ello, puede entenderse como un mito de carácter etiológico. Es decir, explica un fenómeno del mundo real (la multiplicidad de lenguas) mediante un acontecimiento mítico cargado de sentido moral.

Otra característica es su dimensión moralizante. La torre es un ejemplo paradigmático de las consecuencias de la soberbia que llevaron a la humanidad a desafiar a Dios.

Finalmente, encarna el conflicto entre unidad y diversidad. Por un lado, refleja la aspiración a la unidad total, expresada en una lengua común y un proyecto común. Por otro, su caída da origen a la diversidad lingüística y cultural que caracteriza a la humanidad.

Historia y fuentes

El relato de la Torre de Babel procede principalmente del libro del Génesis (11:1-9), un texto cuya redacción final se sitúa entre los siglos VI y V a.C., durante el periodo del exilio babilónico.

Este contexto histórico resulta fundamental para entender la matriz cultural del relato. Los autores hebreos que participaron en la redacción del Pentateuco vivieron o estuvieron en contacto directo con el esplendor arquitectónico de Babilonia.

Allí se alzaban algunos de los zigurats más imponentes del mundo mesopotámico. Entre ellos el célebre Etemenanki, consagrado al dios Marduk, que habría medido aproximadamente 90 metros de altura y constado de siete niveles.

La presencia de estas edificaciones, que dominaban el paisaje urbano y simbolizaban el poder político y religioso de los babilonios, habría sido una fuente de impresión profunda para los judíos exiliados.

Por ello, es probable que la narrativa de la Torre de Babel surgiera en parte como una reinterpretación teológica de esta arquitectura monumental.

En este sentido, el Génesis reelabora elementos reales de la cultura mesopotámica para construir una lectura crítica de la ambición y el poder humano.

La elección del ladrillo cocido y el betún como materiales de construcción refuerza esta conexión con la Mesopotamia, donde tales materiales eran característicos debido a la abundancia de arcilla y la escasez de piedra.

Así, aunque el relato no se refiere a un acontecimiento histórico verificable, se alimenta de un trasfondo concreto que le otorga verosimilitud simbólica y coherencia cultural.

Además de la fuente bíblica, otras tradiciones judías y mesopotámicas contribuyeron al desarrollo posterior del mito. La literatura rabínica, especialmente el Midrash y el Talmud, amplió considerablemente la historia al introducir detalles que no aparecen en el Génesis.

En estas fuentes la torre es interpretada como un acto de rebeldía consciente contra Dios. Por ello, sus constructores son descritos como personas que deseaban controlar el mundo, protegerse de un nuevo diluvio o destronar a la divinidad.

En el Libro de los Jubileos, un texto apócrifo del siglo II a.C., se afirma que la torre fue construida 43 años después del Diluvio y que alcanzó una altura imposible, antes de su destrucción por un terremoto divino.

Estas tradiciones reflejan una tendencia a moralizar aún más el relato y a transformarlo en un ejemplo fuerte de la arrogancia humana.

Por su parte, el historiador judío Flavio Josefo, en su obra Antigüedades judías (siglo I d.C.), introduce la figura de Nimrod como principal impulsor de la torre. Se trataba de un rey tiránico que pretendía dominar a la humanidad y desafiar a Dios.

Esta figura no aparece en el Génesis como constructor directo, pero su inclusión en las genealogías cercanas al relato ha permitido que la tradición posterior lo vincule a Babilonia y a la torre.

En el ámbito mesopotámico no existe un relato equivalente que describa la confusión de las lenguas. No obstante, se conservan textos que ensalzan a Babilonia como centro del mundo y lugar donde los dioses establecieron la comunicación con los seres humanos.

La idea de una torre que conecta cielo y tierra refuerza la noción de que la Biblia reinterpreta un símbolo religioso mesopotámico desde una perspectiva crítica y monoteísta.

La tradición babilónica describe estas construcciones como ejes cósmicos que aseguraban el orden universal, mientras que la Biblia convierte esa elevación en símbolo de la arrogancia humana.

En siglos posteriores el mito se incorporó a la cultura cristiana y medieval como explicación del origen de las naciones y de la dispersión humana mencionada en listas genealógicas.

Cronistas medievales intentaron incluso identificar la torre en ruinas reales de Mesopotamia, mientras que viajeros renacentistas buscaron localizar sus restos en el desierto iraquí.

Estas reinterpretaciones muestran cómo el relato, aunque mítico, fue tratado durante siglos como un episodio histórico real, reforzando su presencia en la imaginación occidental.

Impacto en la cultura, el arte y el pensamiento

La torre de Babel se ha convertido en un símbolo que puede ser analizado desde diversas perspectivas y que tiene alcance hasya hoy.

La recepción religiosa e historiográfica

Desde la Antigüedad tardía y a lo largo de la Edad Media la historia de la Torre de Babel funcionó como núcleo interpretativo para reflexiones sobre el origen de las naciones y la soberbia humana.

En la tradición judía rabínica el episodio se lee tanto como advertencia moral como explicación etnográfica, lo que convierte el relato en espejo de preocupaciones socio-religiosas internas.

En la recepción cristiana medieval la torre pasó a formar parte de narrativas genealógicas que justificaban la distribución de pueblos en la geografía del mundo conocido. También sirvió como argumento teológico sobre la caída y la fragmentación humana que sólo la gracia divina podría remediar.

En el islam clásico el episodio es conocido a través de exegetas y cronistas que lo incorporaron a una genealogía universal del poder y del error humano, donde la dispersión se lee como parte del designio divino.

Literatura y pensamiento simbólico

En la literatura la Torre de Babel se convirtió en metáfora para pensar la incomunicación, la multiplicidad de perspectivas y la imposibilidad de una voz única y totalizadora.

Autores modernistas y de la vanguardia recurrieron a ella para dramatizar el colapso del sentido y la fragmentación del sujeto. Por ejemplo, Jorge Luis Borges transformó la idea en ejercicios metafóricos sobre la biblioteca, el infinito y la pluralidad de lenguajes.

Así, su famosa Biblioteca de Babel traslada la confusión de las lenguas a una arquitectura textual regulada por el azar y la interpretación interminable.

Escritores de la modernidad y la posmodernidad han explotado el motivo para problematizar la historia, la memoria y la traducción. Así, muestran cómo la diversidad lingüística puede ser fuente de riqueza cognitiva como de aislamiento.

En la teoría literaria y los estudios culturales, Babel se utiliza para enfatizar la necesidad de la traducción, la lectura cruzada y la crítica intercultural.

Artes plásticas y visuales

La visualización de la torre ha producido algunas de las imágenes más potentes de la historia del arte occidental. Pieter Brueghel el Viejo fijó en el imaginario la imagen de una torre inacabada que refleja la fisura entre ambición arquitectónica y decadencia humana.

torre de babel de Pieter Brueghel
Torre de Babel (1563) - Pieter Brueghel
Museo de Historia del Arte de Viena, Austria

Durante el Barroco y el Neoclasicismo la torre reapareció en estampas, tapices y pinturas como alegoría de imperios en ascenso o en caída.

En el arte contemporáneo la referencia a Babel se fragmenta en instalaciones, performances y obras audiovisuales. Estas se centran en la saturación de signos y en la pluralidad de voces que caracterizan la modernidad tardía.

Filosofía, lingüística y teoría de la traducción

El motivo de Babel ha sido recurrente en la filosofía del lenguaje y en la teoría de la traducción. Filósofos y teóricos han leído el episodio como una parábola sobre la condición constitutiva de la diferencia lingüística y sobre la imposibilidad de recuperar un origen unitario de sentido.

Pensadores del siglo XX y XXI han utilizado a Babel para explorar problemas de semántica, hermenéutica y traducción. De este modo, la confusión de lenguas se interpreta como la condición de posibilidad y, simultáneamente, de limitación del pensamiento humano.

En lingüística la metáfora sigue siendo útil para pensar la emergencia de la diversidad idiomática. En estudios de traducción Babel funciona como recordatorio de que traducir no sólo es transponer signos sino negociar diferencias culturales y ontológicas. La traducción no restaura una lengua perdida sino que crea una tercera instancia entre códigos.

Cine, música y cultura popular

En la cultura popular contemporánea la Torre de Babel ha inspirado filmes, novelas y canciones que abordan la globalización, la incomunicación y la interdependencia.

Obras cinematográficas recientes emplean la fragmentación comunicativa como motor narrativo para explorar efectos de la globalización sobre individuos y comunidades.

En la música popular el concepto aparece en títulos y álbumes que reflexionan sobre el ruido de la modernidad o sobre la nostalgia de una supuesta unidad perdida.

Asimismo, la idea de un "Babel tecnológico" reaparece en la cultura digital y en debates mediáticos sobre la usabilidad y los límites de la traducción automática.

Con ello, la promesa de eliminar fronteras lingüísticas mediante tecnología entra en tensión con la realidad de que la traducción mecánica no restituye matices culturales ni contextos de uso.

Arquitectura, urbanismo y política de los proyectos monumentales

La Torre de Babel es también una adjudicación crítica a ciertos proyectos arquitectónicos y urbanísticos que pretenden hablar de poder por medio de la monumentalidad.

En teoría urbana se invoca Babel para describir megaproyectos que buscan visibilidad global y centralización simbólica. Es el caso de rascacielos, complejos corporativos y obras megalómanas que terminan exponiendo contradicciones sociales, fallas técnicas o exclusiones socioeconómicas.

Políticamente el mito ha servido como alegoría en discursos contra el imperialismo cultural y en reflexiones sobre el peligro de uniformizar culturalmente a través de la globalización.

Así, la imposición de estilos, lenguas o modelos económicos puede verse como una tentativa de "construir una torre" que borre diferencias.

Babel en los estudios poscoloniales y de la diversidad

En los estudios poscoloniales y en la teoría crítica de la cultura Babel se resignifica como símbolo de resistencia y reconocimiento.

Lejos de ser una simple condena de la diversidad, lecturas contemporáneas reivindican la dispersión como condición emancipadora frente a totalizaciones hegemónicas.

La pluralidad de lenguas y prácticas culturales deja de ser una maldición y se presenta como fundamento de la autodeterminación de comunidades diversas.

Desde esta óptica, la confusión de Babel puede interpretarse como una protección frente a la homogenización impuesta por imperios coloniales o por dinámicas capitalistas globales.

Al mismo tiempo, el motivo plantea interrogantes sobre desigualdades reales en el acceso a la comunicación como qué lenguas se valoran y cuáles son marginadas). Con ello, se pueden crear políticas culturales que reconozcan y sostengan la diversidad.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.