Rómulo y Remo: el mito que dio origen a Roma

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 11 min.

El mito de Rómulo y Remo es el relato fundacional más importante de la civilización romana. A través de esta historia se explica el origen de la ciudad.

Su impacto se extiende más allá de la antigüedad, influyendo en el arte, la política y la imaginación colectiva. En este relato se encuentra la huella viva de una civilización que aún resuena en los cimientos del mundo moderno.

Orígenes del mito

Según se cuenta los gemelos eran hijos de Rea Silvia, una vestal (sacerdotisa consagrada a la diosa Vesta), y de Marte, el dios romano de la guerra.

Rea Silvia era descendiente de Eneas, el héroe troyano que, tras la destrucción de Troya, viajó hasta Italia, dando origen a la línea regia de Alba Longa, ciudad del Lacio.

La joven fue forzada a convertirse en vestal por su tío Amulio, quien usurpó el trono a su hermano Numitor, abuelo de los gemelos. Su propósito era asegurar que se mantuviera virgen para así evitar descendencia que pudiera desafiar su poder.

Sin embargo, el embarazo divino rompió sus planes. Al enterarse del nacimiento de los niños, Amulio ordenó que fueran arrojados al río Tíber.

Rómulo y remo Rubens
Rómulo y Remo (1615 - 1616) - Peter Paul Rubens
Museos capitolinos, Roma, Italia

Milagrosamente, sobrevivieron. El río los dejó en la ribera donde fueron encontrados por una loba (en latín, lupa) que los amamantó en una cueva llamada el Lupercal, a los pies del monte Palatino.

Posteriormente, un pastor llamado Fáustulo los recogió y, junto a su esposa Larentia, los crió como propios. Esta parte del mito es rica en simbolismo. La loba no sólo representa el salvajismo y la fuerza, sino también la protección materna de la naturaleza.

Además, "lupa" en latín también significaba "prostituta", por lo que algunos estudiosos han sugerido que Larentia misma pudo haber sido la figura real detrás de la leyenda, embellecida luego con elementos míticos.

La fundación de Roma

Cuando Rómulo y Remo llegaron a la adultez, descubrieron su verdadero linaje. Por ello, vengaron a su madre y a su abuelo, matando a Amulio y restaurando a Numitor en el trono de Alba Longa.

Luego, quisieron fundar una nueva ciudad cerca del lugar donde habían sido salvados. Esta decisión los enfrentó, ya que ambos querían gobernar y establecer la ciudad a su manera.

Rómulo eligió la colina del Palatino, mientras que Remo prefería el Aventino. Como no pudieron llegar a un acuerdo, recurrieron a la auguración, una práctica etrusca que consistía en interpretar los presagios divinos observando el vuelo de las aves.

Remo vio primero seis aves, pero Rómulo luego vio doce. Cada uno interpretó el augurio como favorable a sí mismo, lo que provocó una disputa.

Entonces, Rómulo comenzó a trazar los límites de su futura ciudad en el monte Palatino, marcando con un arado la frontera sagrada de Roma.

Remo, en un acto de burla o desafío, cruzó los límites recién trazados por su hermano. Esto fue visto como una transgresión tan grave que Rómulo lo mató con sus propias manos.

Según una versión del mito pronunció una frase que se convirtió en sentencia fundacional: “Así perecerá todo aquel que cruce mis murallas.”

Este fratricidio sella la fundación de Roma con sangre, instaurando una idea: el deber hacia la ciudad y el orden supera los lazos personales.

El asesinato de Remo y el simbolismo de la violencia fundacional

Esta escena revela un aspecto central del imaginario romano: la supremacía del Estado sobre el individuo. Desde sus orígenes, Roma se concibe a sí misma como un proyecto colectivo que exige sacrificios personales, incluso los más dolorosos.

Así, Rómulo emerge como una figura arquetípica de poder y autoridad, capaz de poner el orden por encima de los afectos familiares.

La muerte de Remo no fue un hecho aislado, sino el inicio de un patrón de violencia necesaria que los romanos justificaban en nombre de la expansión, el deber y la grandeza.

No es casual que Rómulo, tras fundar la ciudad en el año 753 a.C., según la cronología tradicional, organice de inmediato instituciones como el Senado, un sistema militar y la toma de esposas sabinas por la fuerza.

Rómulo como primer mandatario: crecimiento y organización de Roma

Una vez que Rómulo fundó Roma, su tarea como primer mandatario fue consolidar esa ciudad incipiente y convertirla en un núcleo de poder estable y atractivo para nuevos pobladores.

Según las fuentes antiguas, especialmente Tito Livio y Plutarco, Rómulo comenzó estableciendo instituciones fundamentales que serían la base del Estado romano.

Dividió la población en tres tribus (Ramnes, Tities y Luceres), posiblemente como una manera de integrar a los diversos grupos étnicos del Lacio. Dentro de esas tribus, organizó a la población en curias, unidades sociales y religiosas que facilitaron la administración y la cohesión entre los ciudadanos.

También creó el Senado, compuesto por cien jefes de familias nobles, que más tarde serían conocidos como los patricios. Esta asamblea funcionaba como un consejo consultivo y, aunque no tenía el poder de gobernar, sentaba las bases de lo que sería la oligarquía senatorial de la República.

Asimismo, instituyó una forma de milicia, seleccionando a los hombres más aptos para formar una guardia personal y estructuró el ejército bajo una lógica tribal, que se mantendría durante siglos.

Uno de los actos más célebres de Rómulo para hacer crecer la ciudad fue su política de asilo. Declaró Roma como un refugio abierto para esclavos fugitivos, exiliados y marginados de otras ciudades.

Esta medida tuvo un doble efecto. Por un lado, aumentó rápidamente la población masculina de Roma. Por otro, hizo que la ciudad fuera vista con recelo por sus vecinos, ya que se convertía en receptáculo de elementos socialmente inestables.

La intervención de las sabinas
La intervención de las Sabinas (1799) - Jaques-Louis David
Museo Louvre, París, Francia

De todos modos, el mayor problema es que la ciudad carecía de mujeres suficientes para asegurar la reproducción y continuidad del nuevo Estado.

Para resolver este desequilibrio, Rómulo orquestó el famoso rapto de las sabinas. Invitó a los pueblos vecinos, especialmente a los sabinos, a un festival en honor a Neptuno.

En medio de las celebraciones, los romanos raptaron a las jóvenes sabinas para convertirlas en sus esposas. Este acto provocó una guerra, pero tras una serie de combates, fueron las propias mujeres quienes intervinieron, interponiéndose entre sus padres y esposos.

Esta mediación femenina resultó en una reconciliación y una fusión de los pueblos. El rey sabino Tito Tacio gobernó junto a Rómulo por un tiempo, simbolizando la unión de los latinos y sabinos, lo que fortaleció social y militarmente a la ciudad.

La política de integración de Rómulo fue clave para la consolidación de Roma como una potencia en crecimiento. Aunque su figura fue autoritaria y belicosa, supo combinar la fuerza militar con una estrategia de inclusión que cimentó una sociedad abierta.

La muerte de Rómulo y su divinización como Quirino

El fin de Rómulo está envuelto en misterio y en un aura sobrenatural, como corresponde a un personaje mitológico. Las versiones antiguas coinciden en que su muerte no fue ordinaria, lo que sirvió para reforzar su carácter semidivino y justificar su papel como fundador heroico de Roma.

Según la historia más difundida, desapareció durante una tormenta repentina mientras revisaba a su ejército en el campo de Marte. En medio de los truenos y relámpagos, su figura se desvaneció ante los ojos de los presentes, quienes quedaron atónitos.

Al no encontrar su cuerpo, algunos comenzaron a sospechar que había sido asesinado por los senadores, celosos de su poder.

Sin embargo, poco tiempo después, un ciudadano llamado Proculo Julio afirmó haber visto a Rómulo en una visión gloriosa. Según su relato, el fundador de Roma se le apareció descendiendo del cielo y le reveló que los dioses lo habían elevado como divinidad, que su nuevo nombre era Quirino y que desde entonces protegería a Roma desde el Olimpo.

Esta teofanía fue rápidamente aceptada por el pueblo y por el Senado, sellando así el mito de Rómulo no sólo como rey y guerrero, sino como una figura divina.

La transformación de Rómulo en Quirino refleja una práctica cultural común en la antigüedad: la divinización de líderes fundadores. Su muerte mítica legitimaba el origen de Roma y la idea de que su destino estaba vinculado a los designios divinos.

Quirino, como dios, fue posteriormente integrado en la tríada arcaica romana, junto a Marte y Júpiter, representando así el espíritu cívico y la autoridad del Estado romano.

Con ello, perduró como arquetipo del líder que impone orden, sacrifica lo personal por lo colectivo y trasciende la muerte para convertirse en pilar eterno de su nación.

Veracidad histórica del mito

Desde un punto de vista histórico, el mito de Rómulo y Remo carece de fundamentos empíricos. No existen evidencias directas de la existencia real de los gemelos ni de los acontecimientos descritos en el relato fundacional.

Sin embargo, la arqueología ha descubierto vestigios de chozas y ocupación humana en el monte Palatino que datan aproximadamente del siglo VIII a.C., lo que coincide con la cronología mítica de la fundación de Roma.

Esto sugiere que, aunque el mito esté embellecido con elementos fantásticos, podría conservar un núcleo histórico relacionado con los inicios de una comunidad latina en esa región.

La historia del fratricidio, la loba, y los augurios son construcciones simbólicas que responden más a una necesidad cultural y política que a hechos reales.

A través del mito, los romanos daban sentido a su identidad, legitimaban sus instituciones y exaltaban su destino de grandeza. Al vincular su origen con figuras semidivinas y con la estirpe de Eneas, se conectaban con el prestigio de la cultura griega y troyana, reforzando su autoridad ante pueblos conquistados y ante sí mismos.

Impacto cultural

La historia de Rómulo y Remo tuvo un enorme impacto en la cultura romana. Durante el Imperio, especialmente bajo Augusto, se promovió activamente como parte de una propaganda destinada a mostrar la grandeza y el destino providencial de Roma.

Loba Rómulo y Remo
Loba capitolina
Museos capitolinos, Roma, Italia

Escritores como Livio y Virgilio ayudaron a codificar el mito en obras que celebraban el pasado glorioso de la ciudad. En particular, la Eneida vincula a Rómulo y Remo con Eneas, estableciendo una línea de continuidad entre el mito troyano y la historia romana.

También es importante señalar que la figura de la loba amamantando a los gemelos se convirtió en uno de los símbolos más icónicos de Roma, reproducido en esculturas, monedas y mosaicos. En la actualidad, esa imagen sigue presente como emblema de la ciudad y como ícono del patrimonio occidental.

En la cultura popular, el mito ha sido reinterpretado en múltiples formas. Desde novelas históricas hasta películas, cómics y videojuegos, sirviendo como metáfora de los orígenes violentos del poder, la fraternidad rota por la ambición, así como la tensión entre lo salvaje y lo civilizado.

El relato también ha sido analizado filosóficamente como un ejemplo de los fundamentos míticos del Estado. La idea de que toda civilización nace de un acto de violencia originaria —como el asesinato de Remo— ha sido explorada por pensadores como René Girard, quien ve en este tipo de mitos una expresión del sacrificio fundacional que permite la cohesión social.

Ver también:

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.