Ni ángel ni demonio

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 4 min.

Ni ángel ni demonio reflexiona sobre los impulsos adolescentes de desafiar la autoridad, muchas veces como respuesta a una sensación de incomprensión o encierro.

De igual modo, señala que la rebeldía no está reñida con el respeto ni con el diálogo. La obra invita a repensar los límites no como muros, sino como fronteras que pueden abrirse con creatividad, valentía y sentido.

Educar y crecer implica cuestionar, pero también asumir la responsabilidad de lo que se construye con cada acto.

Personajes:

  • Agustina: Adolescente decidida, irónica, se siente incomprendida.
  • Gabriel: Hermano mayor de Agustina, más tranquilo, estudia fuera y vuelve por unos días.
  • Papá: Estricto, pero preocupado. No logra comunicarse con Agustina.
  • Inspectora Olga: Figura de autoridad del colegio, severa pero justa.
  • Narrador/a

[Escena 1 – Oficina de inspectoría del colegio]

Narrador/a:
Agustina está sentada con los brazos cruzados. Delante de ella, la inspectora Olga revisa una hoja. Hay silencio tenso.

Inspectora Olga:
Es el tercer llamado en dos semanas. Esta vez por rayar un muro del colegio.

Agustina:
Era solo una frase. Nada ofensivo.

Inspectora Olga:
"Quemar lo que no escuchan" no es exactamente un poema de amor, Agustina.

Agustina:
No. Es una protesta.

Inspectora Olga:
(Suspiro)
Una protesta que no construye, sólo destruye. Y el colegio no es tu enemigo.

[Escena 2 – Casa. Tarde. Agustina entra y deja la mochila con fuerza]

Papá:
(Rígido)
¿Otra vez citada?

Agustina:
No rompí nada. Sólo escribí lo que pienso.

Papá:
¿Y crees que eso te da derecho a hacer lo que quieras?

Agustina:
¿Y usted cree que mandar y castigar es la única forma de enseñar?

Papá:
(Va a decir algo, pero se contiene)
Baja un cambio. Y sube a tu pieza.

Narrador/a:
Agustina se va con rabia. Cierra la puerta con más fuerza de la necesaria.

[Escena 3 – Habitación. Noche]

Narrador/a:
Gabriel entra despacio. Observa el caos en la pieza de su hermana: libros abiertos, dibujos, frases escritas en papeles.

Gabriel:
¿Así que ahora eres revolucionaria?

Agustina:
(Ríe sarcástica)
Por lo menos soy algo.

Gabriel:
(Sentándose)
No estoy aquí para juzgarte. Sólo vine a ver cómo estás.

Agustina:
Cansada de que todo sea “no puedes”, “no debes”, “así no se hace”. ¿Y si yo tengo otra forma de hacer las cosas?

Gabriel:
Está bien rebelarse. Lo difícil es rebelarse con sentido.

[Escena 4 – Pasillo del colegio. Día siguiente]

Narrador/a:
Agustina camina por el pasillo. Un grupo de estudiantes la mira con admiración. Alguien susurra: “Ella fue la del muro”.

Narrador/a:
Pero lo que siente no es orgullo. Es peso.

[Escena 5 – Aula. Clase de historia. Profesora proyecta imágenes de protestas juveniles]

Narrador/a:
En la pantalla, estudiantes en la calle, pancartas, canciones de protesta.

Profesora:
¿Qué diferencia una protesta válida de un acto de violencia?

Agustina:
(Levantando la mano)
La intención. Y la consecuencia.

Profesora:
¿Y si la consecuencia es cerrar puertas en vez de abrirlas?

Agustina:
(Piensa)
Entonces algo no se dijo bien.

[Escena 6 – Patio. Receso]

Narrador/a:
Gabriel pasa a buscar a Agustina. Se sientan bajo un árbol.

Gabriel:
¿Sabes cuál fue mi error cuando tenía tu edad?

Agustina:
Muchos, seguro.

Gabriel:
(Ríe)
Creer que ser libre era hacer lo que me daba la gana. Ahora pienso que ser libre también es saber cuándo detenerse.

Agustina:
Pero si uno nunca empuja los límites, nada cambia.

Gabriel:
Empujar no es lo mismo que romper todo a golpes.

[Escena 7 – Inspectoría. Día siguiente]

Narrador/a:
Agustina toca la puerta. Entra sola. Deja una hoja sobre el escritorio de la inspectora.

Agustina:
Es una propuesta de mural. Esta vez con permiso. Quiero que más estudiantes hablen, pero sin destruir.

Inspectora Olga:
(Lee con sorpresa)
“Pintar para decir, no para tapar”.
(Sonríe apenas)
¿Quién lo diseñó?

Agustina:
Yo. Pero esta vez quiero hacerlo con otros.

[Escena final – Patio del colegio. Semanas después]

Narrador/a:
Un grupo de estudiantes pinta un gran mural. Frases, rostros, ideas. Agustina dirige, pero escucha. Gabriel la observa desde lejos. Su padre se acerca en silencio.

Papá:
Es bonito.

Agustina:
No soy ni ángel ni demonio, papá. Sólo quiero que me escuchen.

Papá:
Hoy… lo estoy haciendo.

Narrador/a:
A veces, la rebeldía no es romper. Es aprender a construir sin dejar de cuestionar. No se trata de obedecer ciegamente, ni de desobedecer por sistema, sino de encontrar la propia voz sin aplastar la de los demás.

FIN

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.