7 historias bíblicas para enseñar valores a los niños


Lisania Meléndez
Revisado por Lisania Meléndez
Misionera

La Biblia es un texto lleno de historias maravillosas que permiten enseñar a niños y adultos importantes lecciones de vida.

En el siguiente listado se pueden encontrar relatos cortos adaptados para el público infantil, donde podrán encontrar valiosas enseñanzas.

Daniel en el foso de los leones

Daniel en el foso de los leones

Este relato bíblico, que podemos leer en Daniel 6, funciona a varios niveles. En primera instancia, revela lo nociva que puede resultar la envidia y la venganza. Por otro lado, demuestra la importancia de mantener la fe y confiar en que las cosas malas lograrán solucionarse si se asumen con fuerza y entereza.

Hace mucho tiempo en Babilonia, había un rey llamado Darío. Era un hombre inteligente y bueno y siempre buscaba consejeros para ayudar a gobernar.

Uno de esos consejeros era de muy buen corazón y se llamaba Daniel. El rey Darío tenía tanta confianza en él que lo convirtió en su favorito y lo nombró líder de los consejeros.

Los demás consejeros empezaron a sentirse celosos y a planear cómo deshacerse de Daniel. Pero era tan bueno que no pudieron encontrar nada para usar en su contra hasta que uno dijo:

– Daniel cree en Dios y hace oraciones todos los días.

– Es cierto, hagamos una nueva ley diciendo que los habitantes del reino solo pueden adorar al rey, contestó otro. Al que adora a otros dioses que lo arrojen a la fosa de los leones.

El rey, sin darse cuenta de lo mal que estaba esta ley, la aprobó. Al otro día, fueron a casa de Daniel, lo arrestaron mientras oraba y lo metieron en una fosa con muchos leones.

Cuando el rey Darío se enteró, intentó salvar a Daniel. Pero ni él podía actuar en contra de sus propias leyes.

– Tienes que sobrevivir por ser un hombre tan bueno y leal. ¡Que tu Dios, a quien sirves continuamente, se digne salvarte! – le dijo muy triste antes de irse.

Darío no pudo dormir por la preocupación que tenía. ¿Estará bien Daniel? Al despertar, se fue corriendo a la fosa para ver cómo estaba. – ¡Daniel! ¿Estás bien? – preguntó.

Al ver que nadie contestaba, se asomó a la fosa pensando lo peor, pero cuando se acercó, vio a Daniel despertando tranquilamente entre los leones y parecía que los leones cuidaban su descanso.

-¿Que pasó? ¿Cómo sobreviviste? ¿Pudo tu Dios, a quien sirves continuamente, salvarte de los leones? – preguntó el rey.

– ¡Que viva el rey por siempre! Dios envió su ángel, quien cerró la boca de los leones. – contestó Daniel con alegría.

Darío, muy feliz, ordenó que sacaran a Daniel de la fosa y canceló esa ley que no tenía sentido.

La historia de José

La historia de José

La historia de José, en el libro de Génesis, capítulos 30, 37 y del 39 al 50, enseña la importancia del perdón. A pesar de que este joven fue privado del amor de su padre y de estar en su hogar por la envidia de sus hermanos, fue capaz de tener paciencia y mantener su fe en la sabiduría de Dios.

Al final, pudo comprobar que todo lo que había vivido tenía una razón de fuerza, pues necesitaba llegar a Egipto para lograr salvar a muchas personas.

Esta es la historia de un joven que se llamaba José. Su padre era Jacob y vivieron en Canaán, de donde era su abuelo.

José tenía diecisiete años y tenía once hermanos, y sólo uno de ellos era menor que él. José fue el primer hijo de Jacob con Raquel y, como era uno de los hijos menores, su padre pasaba más tiempo con él, por lo que se convirtió en su favorito. Jacob le mandó a hacer una túnica especial de muchos colores y muy hermosa.

Todos los hermanos mayores vieron esto y sintieron mucha envidia. Les desagradaba José, porque pensaban que su padre lo quería más y porque recibió la túnica especial. Sintieron tanta envidia que no pudieron decirle ni una palabra amable.

Un día José tuvo un sueño y fue a contárselo a sus hermanos. Les dijo:

- ¿Adivinen qué? Tuve un sueño extraño anoche. Estábamos atando manojos de grano en el campo cuando de repente mi manojo se levantó, mientras todos los de ustedes se reunieron alrededor y se doblegaron ante mí.

Los hermanos se miraron entre ellos disgustados, pero José continuó.

- Luego tuve otro sueño en el que el sol, la luna y once estrellas se doblegaron ante mí.

- ¿Quién te crees? - dijeron los hermanos - ¿Crees que eres mejor que todos nosotros? ¿Crees que nos doblegaríamos ante tí?

Esto hizo que José les desagradara aún más a los hermanos.

Cuando le contó a su padre sobre sus sueños, le dijo qe eran muy extraños, pero pensó cuidadosamente en lo que José le había contado.

Algunos días después, el padre de José le pidió que fuera a ver si sus hermanos estaban bien. Ellos estaban en los campos distantes, así que José fue a buscarlos.

Cuando los hermanos vieron a José en la distancia, planearon matarlo. Sin embargo, cuando Rubén, el hermano mayor de José, escuchó esto dijo:

- No lo matemos, solo échenlo en un pozo en el campo.

En realidad, dijo aquello porque estaba planeando en secreto regresar y rescatar a José cuando se hubieran ido los demás hermanos.

Así que cuando José llegó donde estaban, le quitaron su hermosa túnica y lo lanzaron en un pozo vacío. Poco tiempo después, un grupo de personas que llevaban cosas para vender en Egipto pasaron por allí. Uno de los hermanos habló:

- ¿Por qué no se lo vendemos a esta gente?, así no tendremos que verlo nuevamente y no tenemos que matarlo.

A los otros hermanos les gustó esta idea, así que se lo vendieron a las personas que iban para Egipto.

Desafortunadamente, Rubén había estado trabajando y no vio lo que había pasado. Cuando regresó al pozo notó que José no estaba. Lo habían vendido a un hombre importante llamado Potifar, un asistente del faraón de Egipto.

El resto de los hermanos tomaron la hermosa túnica de José, la untaron de sangre animal y la llevaron a su padre. Cuando el hombre la vio gritó y lloró por muchos días, tanto que nadie podía consolarlo.

Entonces José comenzó su vida como esclavo, pero el Señor estaba con él y le ayudó a hacer todo correctamente. Por eso Potifar lo nombró su ayudante y lo puso a cargo de todo lo que poseía.

El problema se presentó cuando la esposa de Potifar mintió a su esposo sobre José, así que Potifar hizo que pusieran a José en la cárcel.

El Señor estaba con José aun en la cárcel, por lo que nunca se preocupó, pues el Señor le ayudó a hacer todo correctamente.

Después de que José había estado en la cárcel por un tiempo, llegaron prisioneros el copero y el panadero del faraón. Una noche cada uno de ellos tuvo un sueño. Se los contaron a José, quien le dijo al copero que pronto saldría de la cárcel.

- Por favor cuéntale al faraón sobre mí y pídele que me saque de aquí - le pidió.

Cuando el copero recuperó la libertad, se olvidó de lo que había hecho José. Así que el joven se quedó en la cárcel durante dos años más, hasta que un día el faraón tuvo un sueño y nadie pudo explicárselo. En ese momento, el copero recordó lo que José había hecho por él y lo trajeron ante el faraón.

- ¿Puedes entender los sueños? - preguntó el faraón.

- No puedo, pero Dios me ayuda - contestó José.

El faraón le contó su sueño en el que siete vacas feas y flacas devoraban a siete vacas gordas y hermosas. José le explicó:

- Dios te está haciendo una advertencia. Habrá siete años de bonanza y, luego, siete años en los que nada crecerá y no habrá alimento para nadie.

- ¿Qué puedo hacer? - preguntó el faraón.

- Dios te ha mostrado lo que puedes hacer. Habrá siete años muy buenos antes de los años malos. Serán tan buenos que habrá alimentos extra para todos. De manera que debes guardar un poco de la cosecha de cada año y, de esta forma, tendrás suficiente para sobrellevar los años malos - dijo José.

El faraón creyó todo lo que José le dijo y lo puso a cargo. Luego de que pasaron los siete años de bonanza, llegó el periodo malo y el pueblo de Egipto estaba preparado.

Vinieron personas de todos los países a comprar los granos, porque todos necesitaban alimentos. Entre ellos, llegaron los hermanos de José. Mientras él los reconoció, ellos no se dieron cuenta. Habían pasado más de veinte años desde la última vez que lo habían visto.

Todos los hermanos se doblegaron ante él, porque era una persona importante, tal como José había soñado cuando aún era muy joven.

Después de algunas reuniones con sus hermanos, no pudo ocultarlo más y les dijo:

- ¡Soy José!, ¿Mi padre está vivo?

Sus hermanos no pudieron responder, porque tuvieron miedo. Entonces José exclamó

- Vengan. Soy su hermano. No se preocupen y no se enojen con ustedes por haberme vendido, porque Dios me ha puesto aquí para salvar a las personas de morir de hambre.

Así fue que su padre, sus hermanos y sus familias vinieron a vivir a Egipto con José y tuvieron todo el alimento que necesitaban.

El nacimiento de Jesús

El nacimiento de Jesús

Esta historia, encontrada en los Evangelios, sirve para explicarle a los niños el origen de la Navidad. Asimismo, les permite entender que no es necesario el lujo, pues Jesús tuvo una llegada al mundo bastante humilde.

María y José aceptaron gustosos la ayuda que recibieron, aunque fuese una solución sencilla. De este modo, la virgen dio a luz a su hijo en un olvidado pesebre que terminó convirtiéndose en el escenario de un relato que sigue contándose y recreándose todos los años.

Hace muchos, muchos años, Dios mandó al arcángel Gabriel a visitar a María. Entonces, se le apareció y le dijo:

- Vas a tener un hijo y se llamará Jesús. Será Hijo del Altísimo y reinará para siempre.

- ¿Cómo puede ser? - preguntó María - si no he estado con ningún hombre.

El arcángel le dijo que aquel niño era el hijo de Dios.

María estaba prometida con un carpintero, de nombre José, quien al principio no creyó la historia. Sin embargo, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le contó lo sucedido. Por ello, se casaron y se convirtieron en una familia.

María y José fueron camino de Belén a inscribirse en el censo, tal y como había ordenado el emperador romano César Augusto. José iba caminando y María, a punto de dar a luz a su hijo, sentaba en un burro.

A su llegada a Belén, buscaron un lugar para alojarse, pero todos los mesones estaban completos debido a la multitud que había llegado por causa del censo. Finalmente, un buen señor les prestó su establo para que pasaran la noche.

José juntó paja e hizo una cama para su esposa. Lo que ninguno de los dos imaginaba antes de trasladarse ese día a Belén era que ese sería el momento en que recibirían a su hijo.

Y así nació el niño Jesús en un establo. María lo puso sobre un pesebre, el lugar donde se ponía la comida de los animales. Al caer la noche, en el cielo nació una estrella que iluminaba más que las demás y se situó encima del lugar donde estaba el niño.

Muy lejos de allí, en Oriente, unos sabios astrólogos sabían que esa estrella significaba que un nuevo rey estaba a punto de nacer. Así, los magos de Oriente siguieron la brillante estrella hasta Belén para visitar a Jesús. Cuando llegaron a su destino, buscaron al niño y le regalaron oro, incienso y mirra.

David y Goliat

David y Goliat

Este es uno de los relatos bíblicos más famosos y lo podemos leer en 1 Samuel 17. Sirve para ilustrar la importancia de la fe en Dios y la posibilidad que tiene el ser humano de realizar cosas maravillosas cuando obedece a Dios.

Aunque David era pequeño y nadie creía en él, se enfrentó con valentía y determinación ante el enemigo. De igual manera, su astucia le permitió superar la fuerza.

Hace mucho tiempo, en el antiguo Reino de Israel, nació David, el hijo pequeño de un pastor de Belén. David era un niño de familia humilde que ayudaba a su padre con las ovejas, mientras sus hermanos mayores luchaban en el ejército del rey Saúl, primer rey de Israel, contra los filisteos.

Los filisteos tenían aterrorizados a los soldados del rey Saúl, pues entre sus filas había un guerrero de estatura descomunal llamado Goliat. Durante muchos días, Goliat gritó a los israelitas que eligieran a un hombre que peleara con él.

- Que el más valiente de ustedes, israelitas, luche contra mí. Si él gana, los filisteos seremos sus esclavos, pero si pierde, deberán someterse.

Nadie quería luchar contra el gran Goliat, el guerrero más grande y temible de todos los tiempos.

Un día, Isaí, el padre de David, lo envió a llevar comida a sus hermanos al campamento. Le pidió que fuera pronto, así que David escuchó la amenaza de Goliat.

- ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué nadie quiere luchar contra él? - preguntó David a sus hermanos.

- Goliat lleva cuarenta días así, pero nadie tiene suficiente valor para enfrentarse a ese gigante malhumorado - respondió uno de sus hermanos.

- Si nadie lo hace, entonces iré yo - dijo el joven David.

Los hermanos de David se enfadaron muchísimo.

- La guerra no es cosa tuya, niño enclenque - le dijo el mayor de sus hermanos - Tu lugar está junto a nuestro padre, cuidando ovejas.

- Yo derrotaré al gigante - insistió David.

Algunos soldados que oyeron la conversación fueron corriendo a avisar al rey Saúl. El rey se acercó a ver a David y le dijo:

- Joven David, no puedes luchar contra Goliat. Eres pequeño y joven. Goliat es un gran guerrero con experiencia.

- Seré pequeño, pero soy valiente. Yo maté un oso y un león que se llevaron las ovejas de mi padre. Acabaré con ese filisteo también. Dios me dará ayuda.

- Ve entonces - dijo el rey Saúl - y que Dios esté contigo.

David cogió cinco piedras de un río cercano y las metió en su morral, junto a su honda. Fue entonces hacia donde estaba Goliat y le dijo:

- Goliat, acepto el desafío. Yo lucharé por mi pueblo.

Goliat se enojó mucho. No podía creer que el rey Saúl mandase a un joven y pequeño pastor a luchar contra él. Pero, aún así, aceptó.

- Acabaré contigo en un abrir y cerrar de ojos, pequeña alimaña - bramó Goliat.

- Tú vienes a mí con una espada, una lanza y una jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Dios, Señor de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien has desafiado. Con su ayuda te derribaré.

Entonces, David cogió su honda, puso una piedra y la lanzó contra Goliat. La piedra impactó en la frente del gigante con tanta fuerza y precisión que le hizo caer al suelo, derrotado.

Así fue como el joven y valiente David liberó a los israelitas de los filisteos y dio una lección de valor, habilidad y fe a todo su pueblo.

El buen samaritano

El buen samaritano

La parábola del buen samaritano que podemos leer en el Evangelio de Lucas, capítulo 10:25-37, sirve para enseñar que es necesario ser desinteresado y amar a los demás sin buscar reconocimiento.

Así, la historia expone como dos hombres dedicados al Señor fueron incapaces de detenerse y otorgarle auxilio a quien lo necesitaba. El samaritano, sin esperar nada a cambio, actuó movido por su compasión. Fue capaz de ponerse en el lugar del otro y ayudar a un desconocido.

Había una vez un hombre que estaba viajando desde Jerusalén a Jericó. Este camino era conocido por ser peligroso, con muchos rincones oscuros y escondites para los ladrones. Desafortunadamente, el hombre fue atacado por un grupo de bandidos, quienes lo golpearon, le robaron todas sus pertenencias y lo dejaron herido en el suelo.

Ese día, pasaba un sacerdote, un hombre muy respetado y religioso, por el mismo camino. Al ver al hombre herido, decidió cruzar al otro lado y seguir sin ayudarlo. Luego, pasó un levita, un ayudante en el templo, quien también optó por ignorar al hombre y continuar su recorrido.

Pero entonces, llegó un samaritano. En aquella época, los samaritanos y los judíos (el hombre herido en el suelo era judío) no se llevaban bien, debido a diferencias religiosas y políticas. Sin embargo, sintió compasión por el hombre herido.

El samaritano vio sus heridas y decidió cuidarlo. Cargó al hombre sobre su burro y lo llevó a una posada cercana.

Allí, el samaritano continuó cuidando del hombre herido durante toda la noche. Al día siguiente, antes de partir, se acercó al posadero, quien era el encargado del lugar, y le entregó dinero suficiente para cubrir los gastos de la estadía y el cuidado del hombre. Además, le aseguró al posadero que si los gastos excedían esa cantidad, él pagaría la diferencia cuando regresara.

Con esto, el samaritano demostró con su ejemplo las palabras de Jesús: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".

La torre de Babel

La torre de Babel

Esta popular historia aparece en el libro de Génesis y busca enseñar los peligros del orgullo y la prepotencia en el ser humano.

En un principio, Dios había dispuesto que todas las personas hablaran el mismo idioma y se entendieran. Sin embargo, cuando los seres humanos intentaron usar aquello en su propio beneficio, Dios tuvo que intervenir para darles una lección.

Hace mucho tiempo todos los hombres hablaban la misma lengua. Todos se entendían y no existía ningún problema para comunicarse.

Un día decidieron construir una torre que demostrara su poder. Sería tan alta e imponente que todos le temerían y demostrarían ser más importantes que el mismísimo Dios.

– Construiremos un edificio cuya cúspide roce el cielo. Que sea tan alto que llegue hasta las nubes - afirmó uno de los hombres involucrados en la empresa.

Y así es cómo decidieron construir la torre de Babel.

Dios contempló lo que hacían y decidió intervenir. Les dije que fueran humildes y no intentaran imponer su poder unos sobre otros - pensó Dios - y no me han hecho caso. ¿Por qué construyen esa torre? Quieren ser los más poderosos y dominar al resto de los hombres. Pues veremos qué tal lo harán si no hablan la misma lengua…

Entonces decidió cambiar la lengua de cada uno de los hombres que construían la torre. Así, empezaron a hablar idiomas diferentes. Los hombres, confundidos, no entendían las órdenes de unos y otros y comenzó a instalarse el caos. Desesperados, abandonaron la construcción y se establecieron en lugares diferentes donde cada uno comenzó a hablar una lengua diferente.

Jonás y la Ballena

Jonás y la ballena

Este relato, que puedes leer en la Biblia, en el libro de Jonás, permite demostrar a los niños la necesidad de cumplir con lo que se promete. Jonás hizo un compromiso con Dios y no lo cumplió. Por ello, tuvo que pagar las consecuencias. A pesar de esto, Dios fue misericordioso y le perdonó la vida.

Así, el final de la historia enseña la posibilidad de enmendar los errores y servir un objetivo que puede traer mucha felicidad al mundo.

Dios le dijo a Jonás que saliera a una misión. Debía ir a una ciudad llamada Nínive y decirles a las personas que se arrepintieran. Aunque el hombre se comprometió, no quería ir, por lo que se subió a un barco que iba a una ciudad diferente.

Vino una enorme tormenta y los marineros tenían miedo de que el barco se hundiera. Jonás sabía que Dios había enviado la tormenta porque él había huido. Así que, les pidió a los marineros que lo echaran al mar y así la tormenta cesaría. Los demás no querían, pero al final, tuvieron que lanzarlo al agua. La tormenta cesó de inmediato.

Dios envió un pez enorme como una ballena, para que salvara a Jonás. Estuvo en el vientre del gran pez tres días en los que oró, decidió arrepentirse y seguir a Dios. De este modo, Dios ordenó a la ballena que lo arrojara a tierra firme.

Después de esa experiencia, Jonás fue a Nínive. Enseñó a la gente de allí sobre Dios y todos se arrepintieron y volvieron a servir a Dios.

Ver también:

Lisania Meléndez
Revisado por Lisania Meléndez
Licenciada con un B. A. Magna Cum Laude en Lenguas Modernas de la Universidad de Puerto Rico. Trabajó como misionera de Operación Movilización, primero en sus barcos M/V Logos y M/V Logos 2, y luego, como líder de un equipo de O.M. en España. Tiene amplia experiencia en la traducción y redacción de artículos para la mujer cristiana y sobre temas cristianos en general. Ha entrenado jóvenes para el trabajo misionero y desarrollado programas de estudios bíblicos para su iglesia y para otros grupos misioneros. Amante del aprendizaje constante, ha hecho varios cursillos a lo largo de los años. Entre ellos están los de Equipe Me online de O.M. sobre El estudio de la Biblia, El ciclo de la gracia y Encuentro con las Escrituras.
Catalina Arancibia Durán
Editado por Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.