15 cuentos para niños de preescolar

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 13 min.

La lectura en la etapa preescolar es una herramienta fundamental para el desarrollo integral de los niños. No se trata sólo de escuchar un cuento, sino de participar activamente mediante preguntas, movimientos, sonidos e imaginación.

Al invitar a los pequeños a actuar, responder o imitar, la experiencia se convierte en un juego que favorece el aprendizaje emocional, social y cognitivo.

De este modo, los niños no sólo disfrutan la historia, sino que interiorizan valores, desarrollan habilidades comunicativas y construyen confianza en sí mismos mientras se divierten.

1. El zapato saltarín

Zapato

Había una vez un zapato rojo llamado Zapi. Vivía en la habitación de Ana y siempre estaba aburrido en la zapatera.

Un día, decidió saltar:

—¡Boing, boing! ¡Soy libre!

Zapi saltó sobre la cama, luego en la mesa y… ¡Splash! Cayó en la pecera.

—¡Ayuda! —dijo Zapi, chapoteando.

Ana llegó corriendo.

—¡Zapi, qué travieso! —dijo entre risas mientras lo sacaba del agua.
El zapato sonrió:

—No quería estar quieto. ¡Quiero bailar!

Ana pensó un momento y puso música. Zapi comenzó a girar:

—¡Clac, clac, clac!

Ana dio tres saltos con él y juntos hicieron la mejor fiesta del mundo.

¿Quieres bailar como Zapi? ¡Da tres saltos y haz “clac, clac”!

Este cuento fomenta la imaginación y el movimiento físico al invitar al niño a saltar. Refuerza la idea de que jugar juntos genera felicidad y vínculo afectivo, además de promover la creatividad al personificar un objeto cotidiano.

2. El osito que no quería dormir

Osito

Era de noche y Osito decía:

—¡No quiero dormir! ¡Quiero jugar!

Mamá Osa le dijo:

—Si no duermes, la luna se pondrá triste.

Osito miró por la ventana y vio a la luna bostezando.

—¡Oh, pobre luna! —dijo Osito—. ¡Voy a dormir para que sonría!

Se metió en la cama y cerró los ojos.

¿Y tú? ¿Quieres que la luna esté feliz? ¡Haz como Osito y di: Buenas noches!

Este relato ayuda a normalizar la rutina del sueño en la infancia, dándole un sentido lúdico y afectivo. El recurso de la luna personificada genera empatía y convierte el momento de dormir en un acto de cuidado y responsabilidad, lo que tranquiliza al niño.

3. La pelota que quería volar

Pelota rebote

Una pelota roja miraba el cielo y decía:

—¡Quiero volar como los pájaros!

Saltó y saltó, pero siempre caía. Un día, el viento fuerte sopló y ¡la levantó!

—¡Estoy volando! —gritó la pelota.

El viento la llevó suavemente al suelo.

—Volar es lindo, pero rodar también —dijo la pelota feliz.

¿Puedes soplar fuerte como el viento? ¡Sopla ahora!

El cuento enseña aceptación personal y gratitud. La pelota descubre que no necesita ser como los pájaros para ser valiosa. A través de una historia sencilla, se fomenta la autoestima y la apreciación de las propias cualidades.

4. La princesa que perdió su corona

Princesa

La princesa Lili jugaba en el jardín cuando ¡su corona desapareció!

—¡Oh no! ¿Dónde está? —dijo buscando entre flores y arbustos.

De pronto, escuchó una voz suave:

—¡Corónate!

Era una mariposa que llevaba la corona en la cabeza.

—¡Gracias! —dijo Lili riendo.

Pero luego pensó: Si la mariposa se ve tan feliz… ¿por qué no compartir?

Desde entonces, Lili dejó que las ardillas, pájaros y hasta el viento usaran la corona. ¡Todos se sintieron reyes por un día!

¿Puedes buscar algo brillante cerca y ponértelo en la cabeza?

El relato trabaja el valor de la generosidad y la empatía. Al final la princesa entiende que compartir no le quita nada, sino que la hace más feliz. El juego de buscar un objeto brillante involucra al niño y estimula la observación.

5. El lápiz que dibujaba sonrisas

Lápiz

Lapi era un lápiz azul triste porque nadie lo usaba.

—Quiero hacer algo bonito… —susurró.

Un niño lo tomó y dijo:

—Hoy dibujaré algo especial.

Lapi sintió cosquillas cuando el niño trazó una sonrisa en el papel.

—¡Lo logré! —gritó feliz.

Desde ese día, Lapi dibujó sonrisas en todas partes: en cuadernos, en cartas y en corazones.

¿Quieres dibujar una sonrisa en el aire con tu dedo? ¡Hazlo ahora!

El cuento resalta la importancia de la creatividad y el poder de los pequeños gestos para generar felicidad. Además, fomenta la motricidad fina a través de la invitación a dibujar en el aire.

6. El ratoncito valiente

Ratoncito

Rico era un ratoncito muy curioso, pero tenía un gran miedo: ¡salir de su agujero! Prefería mirar el mundo desde su ventana.

Un día, escuchó un grito:

—¡Auxilio! ¡Me caí en un balde! —Era su amigo Pico, el pajarito.

Rico tembló de miedo.

—¿Y si hay un gato? ¿Y si me caigo también? —pensó.

Pero al escuchar el llanto de Pico, respiró hondo:

—¡Tengo que ayudarlo!

Corrió lo más rápido que pudo, agarró una cuerdita y la lanzó al balde. Pico se agarró fuerte y ¡zas!, salió volando feliz.

—¡Gracias, Rico! Eres mi héroe —dijo Pico.

Rico sonrió y susurró:

—Ser valiente se siente… ¡increíble!

¿Quieres sentirte valiente? ¡Pon los puños en la cintura y grita conmigo: “¡Yo puedo!”!

Ser valiente es ayudar aunque tengas miedo. El cuento enseña que la valentía no es ausencia de miedo, sino actuar a pesar de él para hacer lo correcto. El juego de rugir refuerza la autoconfianza.

7. Cori y Tina: amigos por siempre

Conejo y tortuga

Cori era un conejo muy rápido que amaba correr por el bosque. Un día, mientras saltaba feliz, vio a Tina, una tortuga que avanzaba lentamente por el camino.

—¡Hola, Tina! ¿Por qué caminas tan despacito? —preguntó Cori.

—Porque mis patitas son cortas… —respondió Tina, sonriendo.

Cori pensó un momento y dijo:

—¡Tengo una idea! ¿Quieres dar una vuelta conmigo?

Tina se subió a la espalda de Cori y juntos corrieron entre las flores. Después, Cori bajó la velocidad para caminar al lado de Tina.

—¡Ahora vamos a tu ritmo! —dijo Cori.

Tina sonrió feliz:

—¡Qué divertido es estar juntos!

Desde ese día, Cori y Tina jugaron combinando saltos y paseos, porque descubrieron que lo mejor no era correr ni caminar… ¡era hacerlo juntos!

¿Quieres hacer como Cori y Tina? ¡Corre en tu lugar y luego camina despacito!

La amistad se trata de compartir y adaptarse. Este cuento muestra que la verdadera amistad implica empatía y cooperación. Humaniza a los personajes con emociones y diálogo, haciendo que los niños comprendan que cada amigo es valioso aunque sea diferente.

8. El árbol respetuoso

Arbusto

Un árbol alto se burlaba del arbusto:

—¡Qué pequeño eres! Yo soy fuerte y tú no.

Un día, el viento sopló con furia. El árbol se dobló tanto que casi se rompe, pero el arbusto se inclinó sin caer.

—¡Perdón por no respetarte! —dijo el árbol avergonzado.

Desde entonces, fueron grandes amigos.

¿Puedes inclinarte como el arbusto para saludar?

Respetar es valorar las diferencias. Así,este relato enseña que la diversidad es fortaleza. Con ello, utiliza la naturaleza para explicar respeto y humildad de forma sencilla.

9. El arcoíris de colores

Arcoiris

Un día, el cielo estaba lleno de colores discutiendo.

—¡Yo soy el más importante! —dijo el rojo.

—¡No, yo! —gritó el azul.

—¡Yo brillo más! —añadió el amarillo.

Mientras discutían, apareció una gotita de lluvia y les dijo:

—Si trabajan juntos, el cielo será hermoso.

Los colores pensaron un momento y se tomaron de la mano. ¡De repente, apareció un arcoíris enorme que iluminó el cielo!

—¡Somos más bonitos unidos! —dijeron todos.

¿Quieres dibujar un arcoíris en el aire con tu dedo? ¡Hazlo ahora!

Aquí se recalca la importancia del trabajo en equipo y la unión. El cuento promueve la cooperación como herramienta para lograr metas comunes. La actividad estimula la creatividad y el sentido de unión.

10. La mariquita agradecida

Chinita

Luna, la mariquita, se miró en el lago y dio un gran suspiro.

—¡Oh no! ¡He perdido todos mis puntitos negros! —dijo triste.

Decidió caminar por el bosque buscando ayuda. Primero encontró a Mariposa.

—¡Qué te pasa, Luna? —preguntó.

—Perdí mis puntos… ahora me siento vacía.

Mariposa sonrió y dijo:

—Te daré uno de los míos.

Luego, Caracol le regaló otro, Abeja otro más… ¡hasta que Luna volvió a tener sus puntitos!

—¡Gracias amigos! —dijo Luna con el corazón contento.
Desde ese día, cada mañana decía:

—Gracias por todo lo que tengo.

¿Quieres decir “gracias” muy fuerte como Luna? ¡Hazlo ahora!

Ser agradecido es valorar la ayuda. El cuento refuerza la gratitud como un valor esencial para la convivencia. Ayuda a los niños a reconocer la importancia de agradecer.

11. Nicolás y el juguete perdido

Niños jugando

Nico lás jugaba en el parque cuando encontró un cochecito rojo bajo un banco.

—¡Qué bonito! ¡Me lo quedaré! —dijo emocionado.

Pero entonces escuchó a una niña llorar:

—¡Mi cochecito! ¿Dónde estará?

Nicolás sintió un nudo en la barriga. Podría irse con el cochecito… pero algo le decía que no estaba bien. Caminó hacia la niña y le dijo:

—Creo que esto es tuyo.

La niña sonrió con los ojos brillantes:

—¡Sí! ¡Gracias!

Nicolás se sintió feliz. Más que cuando pensó quedárselo.

—¿Jugamos juntos? —preguntó la niña.

—¡Sí! —dijo Nicolás.

¿Tú qué habrías hecho? ¡Pon la mano en el corazón si habrías devuelto el cochecito!

Ser honesto nos hace sentir bien y ganar amigos.Este cuento muestra que la honestidad trae recompensas emocionales y sociales, más valiosas que quedarse con algo que no nos pertenece. Se presenta un conflicto simple pero real para los niños, reforzado con un gesto físico para afianzar la reflexión.

12. El patito que escuchaba

Patito

Un pato llamado Ronaldo vivía en la laguna con muchos amigos. Un día, mientras nadaba feliz, vio a un pez en el fondo del agua, muy callado.

—¡Hola pez! ¿Por qué no juegas con nosotros? —preguntó Ronaldo.

—Porque nadie me invita... siempre juegan en la orilla — respondió el pez con voz bajita.

Ronaldo pensó un momento.

—¡Eso no está bien! —dijo—. Vamos a jugar aquí, contigo.

Entonces llamó a todos los patitos y juntos se lanzaron al agua. Salpicaron, rieron y nadaron hasta cansarse.

—¡Gracias Ronaldo! —dijo Pez sonriendo—. Hoy soy feliz.

¿Quieres hacer sonreír como Pez? ¡Sonríe bien grande ahora!

Escuchar y actuar con empatía puede cambiar el día de alguien. Esta historia muestra la empatía como algo más que entender emociones: implica acción para incluir al otro.

Además, reforzar la sonrisa como gesto físico conecta el sentimiento de alegría con la participación del niño.

13. La hormiga que nunca se rindió

Hormiga

Ágata, la hormiga, miraba la piedra más grande del jardín.

—¡Quiero subir hasta arriba! —dijo decidida.

Se acomodó las patitas y empezó a escalar. Subió un poquito, pero… ¡zas!, resbaló y cayó.

—¡Ay! —exclamó—. Esto es difícil… ¿lo intento otra vez?

Miró al cielo, respiró hondo y dijo:

—¡Sí, puedo hacerlo!

Subió otra vez. Una vez más se cayó, pero siguió intentando. Tras muchos intentos, llegó arriba. Miró el jardín y gritó:

—¡Lo logré! ¡Nunca me rendí!

¿Quieres aplaudir fuerte por Lili? ¡Hazlo ahora!

Los grandes logros se consiguen con esfuerzo y perseverancia. El cuento refuerza la resiliencia y la constancia mediante un conflicto sencillo pero real para los niños. La repetición del intento crea expectativa y muestra que fallar no significa rendirse.

14. El reloj responsable

Reloj

—¡Tic-tac! ¡Hora de dormir! - pronunció el reloj.

Pero una noche, Leo no quería guardar sus juguetes.

—¡Sólo un ratito más! —decía mientras seguía jugando.

Tic suspiró:

—Si no descansan tus juguetes se cansarán y no podrán jugar mañana.

Leo miró a su osito y al tren tirados en el suelo. Parecían tristes.

—¿De verdad se cansan? —preguntó.

—Sí —respondió Tic—. Ellos también necesitan dormir.

Entonces Leo los acomodó en su caja, se puso el pijama y dijo:

—Buenas noches, Tic.

—Buenas noches, Leo. ¡Tic-tac! —respondió feliz el reloj.

¿Quieres ayudar como Leo? ¡Ve a guardar un juguete cerca!

Ser responsable es cuidar nuestras cosas y cumplir con lo que toca. El relato refuerza la idea de responsabilidad a través del afecto hacia los objetos, personificándolos para que el niño desarrolle empatía y hábito de orden. La interacción convierte la reflexión en acción.

15. Osito y la miel compartida

Oso miel

Osito encontró un tarro gigante de miel.

—¡Toda para mí! —dijo relamiéndose.

Llegaron sus amigos pidiendo un poco. Osito dudó, pero vio sus caritas tristes. Entonces sonrió:

—Está bien, vamos a compartir.

Todos probaron la miel y rieron juntos.

—¡Sabe mejor cuando se comparte! —dijo Osito feliz.

¿Quieres compartir un abrazo imaginario? ¡Abre los brazos!

Dar nos hace felices. Este cuento promueve la generosidad como un acto que fortalece la amistad y la alegría. La acción física refuerza la emoción positiva.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.