18 fábulas de Esopo para niños con moraleja
Esopo fue un narrador griego del siglo VI a. C., considerado el padre de la fábula. A través de relatos breves protagonizados por animales con características humanas, transmitió enseñanzas morales que han perdurado por generaciones.
A continuación se pueden encontrar fábulas para niños que buscan enseñar valores como la honestidad, la gratitud, la prudencia y la solidaridad.
Además de fomentar la imaginación y el gusto por la lectura, estos relatos breves invitan a reflexionar sobre las acciones y sus consecuencias. Con ello, ayudan a los más pequeños a comprender el mundo que los rodea de manera lúdica.
1. La liebre y la tortuga
En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía que era la más veloz. Por eso, constantemente se reía de la lenta tortuga.
-¡Miren la tortuga! ¡Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar de ir tan de prisa! -decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día, conversando entre ellas, a la tortuga se le ocurrió de pronto hacerle una rara apuesta a la liebre.
-Estoy segura de poder ganarte una carrera -le dijo.
-¿A mí? -preguntó, asombrada, la liebre.
-Pues sí, a ti. Pongamos nuestra apuesta en aquella piedra y veamos quién gana la carrera.
La liebre, muy divertida, aceptó.
Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. Se señaló cuál iba a ser el camino y la llegada. Una vez estuvo listo, comenzó la carrera entre grandes aplausos.
Confiada en su ligereza, la liebre dejó partir a la tortuga y se quedó remoloneando. ¡Vaya si le sobraba el tiempo para ganarle a tan lerda criatura!
Luego, empezó a correr, corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo.Se detuvo al lado del camino y se sentó a descansar.
Cuando la tortuga pasó por su lado, la liebre aprovechó para burlarse de ella una vez más. Le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha.
Varias veces repitió lo mismo, pero, a pesar de sus risas, la tortuga siguió caminando sin detenerse. Confiada en su velocidad, la liebre se tumbó bajo un árbol y ahí se quedó dormida.
Mientras tanto, pasito a pasito, y tan ligero como pudo, la tortuga siguió su camino hasta llegar a la meta. Cuando la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero ya era demasiado tarde, la tortuga había ganado la carrera.
Aquel día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría jamás: No hay que burlarse jamás de los demás.
Moraleja: La pereza y el exceso de confianza pueden desviar de los objetivos.
Esta historia enseña que la mayoría de las veces es mejor la perseverancia, tal como demostró la tortuga. De este modo, aunque la liebre tenía ventaja sobre su competidora, pecó de soberbia y le fue imposible vencer la determinación de su amiga.
2. La cigarra y la hormiga
Durante todo un verano, una hormiga trabajó incansablemente para guardar comida para el invierno. Mientras tanto, la cigarra, se dedicó a cantar y a jugar sin preocuparse por nada. Observaba a su vecina trabajar y pensaba que era muy aburrida y no sabía disfrutar la vida. Yo no voy a preocuparme por nada - pensó -, por ahora tengo todo lo que necesito.
Y continuó cantando y jugando.
El invierno no tardó en llegar y la cigarra no encontraba comida por ningún lado. Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.
-Te pagaré la deuda con sus intereses -le dijo- antes de la cosecha, te doy mi palabra.
-¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
-Cantaba noche y día libremente -respondió la despreocupada cigarra.
-¿Conque cantabas? ¡Me gusta tu frescura! Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía
Moraleja: No pases tu tiempo dedicado sólo al placer. Trabaja y guarda de tu cosecha para los momentos de escasez.
Esta fábula ilustra la diferencia entre una persona trabajadora, que se preocupa de su futuro y otra que simplemente quiere disfrutar del momento. Así, la hormiga y su disciplina demuestran que los frutos del esfuerzo pueden gozarse cuando más se lo necesita.
3. El joven y el lobo
Un joven pastor, que cuidaba un rebaño de ovejas cerca de una villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando:
-¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, se reía viendo sus preocupaciones. Mas el lobo, un día de tantos, sí llegó de verdad. El joven pastor, ahora alarmado él mismo, gritaba lleno de terror:
-Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas.
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño.
Moraleja: A quien mucho miente, ya nadie le creerá nada.
La historia del niño y el lobo ya es un clásico dentro de la cultura popular y sirve para enseñar la importancia de no contar mentiras, pues se puede terminar atrapado y perjudicado por ellas.
4. El cuervo y la culebra
Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y la mordió. El cuervo, viéndose morir, dijo:
-¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!
Moraleja: Antes de tomar algo, decide si su costo vale la pena.
Esopo muestra aquí cómo es necesario preveer los peligros antes de actuar. Si el cuervo hubiese meditado en su acción, podría haber evitado su terrible final.
5. El abeto y el espino
Disputaban entre sí el abeto y el espino. Se jactaba el abeto diciendo:
-Soy hermoso, esbelto y alto, y sirvo para construir las naves y los techos de los templos. ¿Cómo tienes la osadía de compararte a mí?
-¡Si recordaras -replicó el espino- las hachas y las sierras que te cortan, preferirías la suerte del espino!
Moraleja: A veces la fama no es conveniente.
Esta fábula muestra que aquello que parece desventajoso puede en realidad ser una bendición. La fama o la belleza pueden atraer peligro o sacrificio, mientras que la humildad y la discreción pueden traer seguridad y tranquilidad.
6. El caballo y el soldado
Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros. Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado en trabajos serviles y para transportar pesados bultos, siendo alimentado únicamente con paja.
Al anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo, exhausto, se caía a cada momento. Por fin dijo a su amo:
-Vete mejor entre los infantes, puesto que de caballo que era me has convertido en asno. ¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?
Moraleja: En los buenos tiempos debemos prepararnos para los malos.
Aquí se advierte sobre la ingratitud y la falta de previsión. Así como el soldado no cuidó al caballo cuando ya no lo necesitaba, muchas veces olvidamos prepararnos o agradecer en los tiempos de calma y luego lamentamos no tener fuerza o apoyo en la adversidad.
7. El lobo y el cordero en el arroyo
Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e imaginó un simple pretexto a fin de devorarlo. Así, aún estando él más arriba en el curso del arroyo, lo acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
-Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo, y por eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Viéndose el lobo burlado, insistió:
-El año pasado injuriaste a mis padres.
-¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! -contestó el cordero.
Dijo entonces el lobo:
-Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás mi cena.
Moraleja: Cuando te quieren hacer mal, siempre hallarán argumentos.
Este relato denuncia la injusticia de quienes abusan del poder. A veces no importa cuán razonables o inocentes seamos: cuando alguien tiene la intención de dañarnos, encontrará cualquier pretexto para justificar su acción.
8. El perro y la liebre
Un perro de caza atrapó un día a una liebre, y a ratos la mordía y a ratos le lamía el hocico. Cansada la liebre de esa cambiante actitud, le dijo:
-¡Deja ya de morderme o de besarme, para saber yo si eres mi amigo o mi enemigo!
Moraleja: Sé consistente en tus principios.
La historia enseña que la indecisión o la doble actitud pueden generar desconfianza. Es mejor ser coherente y claro con nuestras intenciones que aparentar afecto mientras se actúa con hostilidad.
9. La gallina de los huevos de oro
Tenía cierto hombre una gallina que cada día ponía un huevo de oro. Creyendo encontrar en las entrañas de la gallina una gran masa de oro, la mató; mas, al abrirla, vio que por dentro era igual a las demás gallinas. De modo que, impaciente por conseguir de una vez gran cantidad de riqueza, se privó él mismo del fruto abundante que la gallina le daba.
Moraleja: Es conveniente estar contentos con lo que se tiene, y huir de la insaciable codicia.
La fábula advierte contra la avaricia y la impaciencia. Quererlo todo de una vez puede hacer que perdamos lo que ya poseemos. El valor de la constancia y la moderación es mayor que el deseo impulsivo de riqueza inmediata.
10. La paloma y la hormiga
Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial; arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.
Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita, la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga y la salvó.
Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Lo vio la hormiga y lo picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo.
Moraleja: Debemos ser agradecidos y devolver los favores que recibimos.
Esta historia destaca la importancia de la gratitud y la ayuda mutua. Ningún gesto es demasiado pequeño y los actos de bondad pueden regresar de formas inesperadas. Hasta el más débil puede proteger al más fuerte.
11. Las ranas y el pantano seco
Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
- Amiga, bajemos las dos a este pozo.
- Pero, y si también se secara el agua de este pozo, -repuso la compañera-, ¿ cómo crees que subiremos entonces?
Moraleja: Al tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias.
La fábula enseña que no se deben tomar decisiones apresuradas sin pensar en las posibles consecuencias. Aunque algo parezca una solución inmediata, hay que evaluar si es sostenible o si podría empeorar la situación.
12. Los hijos del labrador
Los hijos de un labrador vivían en discordia y desunión. Sus exhortaciones eran inútiles para hacerles mudar de sentimientos, por lo cual resolvió darles una lección con la experiencia.
Les llamó y les dijo que le llevaran un manojo de varas. Cumplida la orden, les dio las varas en haz y les dijo que las rompieran; mas a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente.
-¡Ahí tienen! -les dijo el padre-. Si también ustedes, hijos míos, permanecen unidos, serán invencibles ante sus enemigos; pero estando divididos serán vencidos uno a uno con facilidad.
Moraleja: Nunca olvides que en la unión se encuentra la fortaleza.
Esta historia transmite el valor de la unidad familiar o colectiva. Cuando las personas se apoyan entre sí y trabajan juntas, es más difícil que sean vencidas por los conflictos o los enemigos.
13. El murciélago y la comadreja
Cayó un murciélago a tierra y fue apresado por una comadreja. Viéndose próximo a morir, imploró el murciélago por su vida. Le dijo la comadreja que no podía soltarlo porque de nacimiento era enemiga de los pájaros. El murciélago replicó que no era un pájaro sino un ratón, librándose con esta astucia.
Algún tiempo después volvió a caer de nuevo en las garras de otra comadreja, y le suplicó que no lo devorara. Contesto esta comadreja que odiaba a todos los ratones. El murciélago le afirmó que no era ratón sino pájaro. Y se libró así por segunda vez.
Moraleja: Si nos adaptamos a las circunstancias, podemos sobrevivir.
La fábula resalta la importancia de la inteligencia práctica y la capacidad de adaptación. Saber leer la situación y actuar con flexibilidad puede ser clave para salir adelante ante el peligro.
14. Las cabras monteses y el cabrero
Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. Llegada la noche, llevó a todas a su gruta.
A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta; no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro. Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó el pastor de ingratas, por abandonarlo después de haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
-Mayor razón para desconfiar de ti porque si a nosotras, recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras nos despreciarías a nosotras por ellas.
Moraleja: No confíes en quienes te ofrecen amistad mientras abandonan a sus amigos.
La historia muestra que quien descuida lo propio por lo nuevo no es confiable. La lealtad se mide en el trato constante, no en el entusiasmo pasajero por lo novedoso.
15. La zorra y las uvas
Viendo una zorra unos hermosos racimos de uvas ya maduras, deseosa de comerlos, busca medio para alcanzarlos, pero no siéndole posible de ningún modo, y viendo frustrado su deseo, dijo para consolarse:
- Estas uvas no están maduras.
Moraleja: A veces se manifiesta no apetecer lo que se ve imposible de conseguir.
Esta fábula revela cómo las personas a veces disimulan sus fracasos despreciando aquello que no pueden obtener. Es una crítica a la autojustificación ante la frustración.
16. La zorra y el mono coronado rey
En una reunión de animales bailó tan bonito el mono, que se ganó la simpatía de los espectadores y lo eligieron rey.
Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó allí al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
El mono se acercó sin más reflexión, y quedó prensado en el cepo.
Entonces la zorra, a quien el mono acusaba de tenderle aquella trampa, repuso:
-¡Eres muy tonto, mono, y todavía pretendes reinar entre todos los animales!
Moraleja: Nunca te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus posibles éxitos o peligros.
La historia nos advierte sobre los riesgos de actuar impulsivamente. El liderazgo requiere más que simpatía: se necesita prudencia, juicio y capacidad para anticipar los riesgos.
17. La víbora y la culebra de agua
Una víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la culebra, fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole que la ayudarían a su lado.
Empezó el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos. Respondieron las ranas:
-Pero compañera, nuestra ayuda no está en nuestros brazos, sino en las voces.
Moraleja: Un buen estímulo puede ser tan poderoso como un golpe.
Aunque pueda parecer poco, las palabras de ánimo también son formas de apoyo. La fábula enseña que no todos ayudan del mismo modo. El aliento y la motivación también pueden ser valiosos.
18. La cabra y el asno
Una cabra y un asno comían juntos en el establo.
La cabra empezó a envidiar al asno porque creía que él estaba mejor alimentado. Le dijo:
-Entre la noria y la carga, tu vida sí que es un tormento inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un foso para que te den unas vacaciones.
Tomó el asno el consejo y dejándose caer se lastimó todo el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la cabra.
Moraleja: El malvado siempre es la víctima de su maldad.
La historia muestra cómo la envidia y la mala intención pueden volverse en contra de quien las tiene. El daño que deseamos a otros puede terminar perjudicándonos a nosotros mismos.
¿Quién fue Esopo?
Poco se sabe de Esopo e, incluso, hay quienes ponen en duda su existencia. La primera referencia al escritor fue hecha por Heródoto, quien relata que este contador de fábulas había sido esclavo.
Nacido supuestamente entre los siglos VII o VI a. de C. en Asia Menor, fue un narrador de inmensa cultura, capturado y llevado a Grecia para servir como esclavo.
Su influencia llegó a ser tal que el escultor Lisipo erigió una estatua en su honor. El fabulador tuvo un final trágico al ser condenado a muerte por un crimen que no cometió.
Heráclides Póntico, sabio de la época alejandrina, relató el proceso de condena y pena de muerte de Esopo. Se le acusaba de haber robado un objeto sagrado, delito que conllevaba una pena fatal.
Su trabajo se conoce gracias al griego Demetrio de Falero (280 a. de C.), quien recopiló las historias contadas. El monje bizantino Planudio también recopiló otras historias atribuidas a él.
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