Las 7 obras más famosas de Johannes Vermeer (analizadas)


Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana

Johannes Vermeer (1632 - 1675) es reconocido como uno de los artistas más importantes de Holanda. Su obra muestra la vida íntima y cotidiana de los hogares burgueses de aquella época.

Aunque realizó cuadros históricos y alegóricos, hoy se destaca la dimensión humana de su pintura, particularmente de sus personajes femeninos que pueden observarse en mitad de alguna tarea. Fue un gran creador de momentos congelados, en que se aprecia una atmósfera de soledad y quietud.

1. La joven de la perla

La joven de la perla de Johannes Vermeer
Galería Real de Pinturas Mauritshuis, La Haya, Holanda

Sin duda, "La joven de la perla" (1665 - 1667) es una de las pinturas más famosas a nivel mundial. Corresponde al retrato de una chica misteriosa con mirada sugerente. La muchacha mira directo al espectador y la boca está ligeramente abierta, como si le hablara al público. Por otro lado, la cabeza ladeada da la sensación de que está sumida en sus propios pensamientos.

El fondo neutral y oscuro permite que destaque su imagen y se genere un efecto fotográfico. Su vestimenta responde al estilo oriental y el turbante azul hace referencia a la moda que imperaba en la Europa de aquellos años, en donde lo exótico era muy apreciado.

La perla también se sitúa como un elemento clave dentro de la narración, ya que aunque la joven atrae por su sensualidad, el pendiente constituye un símbolo de castidad.

2. La clase de música (Caballero y dama tocando el virginal)

La clase de música (Caballero y dama tocando el virginal)
Galería Nacional, Londres, Inglaterra

Esta es una de las obras más famosas de Vermeer. Aquí se pueden ver dos temas que utilizó bastante:la música y las relaciones amorosas prohibidas. Entre 1662 y 1665 realizó este cuadro en que retrata a la alta burguesía, lo que puede notarse en detalles como el piso de mármol y el tapiz de origen oriental.

La acción se presenta a distancia, con una joven de espaldas tocando el virginal y un hombre supervisando su desempeño. De esta manera, se sitúa al espectador como un voyerista que no puede asimilar lo que sucede por completo. Sin embargo, al artista le gustaba agregar alusiones sutiles, como se puede ver en el espejo en que se refleja la chica observando al caballero junto a ella.

Por su parte, este personaje la mira con detención, insinuando una tensión amorosa entre ambos. Vermeer nos muestra un momento detenido, no se sabe la relación entre ellos. Por sus ropas y la banda parece ser un tipo distinguido, pero el título hace alusión a una clase, así que quizás es su profesor.

La otra gran protagonista de la escena es la música. En la inscripción de la tapa del virginal se lee MVSICA LAETITIAE COMES MEDICINA DOLORUM que significa "la música es compañera en la alegría y bálsamo contra el dolor".

En cuanto a los elementos compositivos, a la izquierda se sitúan dos ventanas por las que entra la luz en la habitación y genera efectos parecidos al claroscuro de Caravaggio, pero mucho más atenuado. Con ello, creó un ambiente muy realista, por lo que es reconocido como uno de los grandes maestros en el uso de la luz en interiores.

Además, poseía un gran dominio espacial en sus cuadros. Aquí se puede notar la creación de perspectiva con el uso de elementos horizontales: las vigas de madera del techo, la forma rectangular del virginal, el espejo, el cuadro a la derecha y el borde superior de la mesa situada en primer plano, que funciona como una barrera entre los protagonistas y el espectador. También el patrón del suelo funciona como parte del aspecto compositivo.

En estos años, la geometría cobró gran importancia, pues respondía al ideal de exactitud y claridad de las ciencias exactas que estaban floreciendo. De igual forma, para los griegos, tanto la geometría como la música eran hermanas, ya que ambas se basaban en principios cosmológicos.

3. El arte de la pintura

El arte de la pintura de Johannes Vermeer
Museo de Historia del Arte de Viena, Austria

Esta fue de las pocas pinturas que Vermeer no realizó por encargo y que nunca vendió, a pesar de tener bastantes deudas. Por tanto, se considera como una declaración de principios. La realizó en 1668 y presenta el tema del artista frente al lienzo, completamente absorto en su trabajo creativo.

La modelo es una joven con un manto azul de seda, una falda amarilla y un tocado de hojas. Sostiene un trombón en su mano derecha y un libro en la izquierda. A esta muchacha se la ha identificado como Clío, la musa de la historia.

En la mesa del centro se pueden observar varios objetos desperdigados. Entre ellos, destaca una máscara que puede aludir a la representación teatral. De este modo, estos tres elementos (instrumento musical, libro, máscara) pueden funcionar como una alegoría de las artes y cómo éstas se alimentan de la historia para su quehacer.

Ambos personajes se encuentran en el estudio del pintor, que en la vida real estaba en el segundo piso de su casa. Se cree que hay una cierta idealización del espacio, pues es poco probable que en él se encontraran candelabros, pisos de mármol y tapices. Por otro lado, es importante fijarse en el mapa que se encuentra al fondo, donde se representan los Países Bajos, que en aquellos años se estaban revelando como una nueva potencia.

Tras la muerte del artista, la pintura fue legada a su suegra y en 1813 fue adquirida por un conde austríaco. En 1940, Hitler compró esta obra para el museo de arte que tenía planeado construir. A fines de la Segunda Guerra Mundial, fue encontrada en la mina de Altaussee, junto a otras 7000 obras y entregada al gobierno de Austria, donde se encuentra actualmente.

4. El astrónomo

El astrónomo Vermeer
Museo del Louvre, París, Francia

En este cuadro de 1668 se puede ver la representación de un científico, al que también pintó en El geógrafo un poco más tarde. Esta temática tiene relación con el cambio de paradigma que se estaba viviendo. Hasta mediados del siglo XVII, imperaba la teoría de humanistas conservadores que declaraban pecaminoso estudiar el cielo y la tierra. Sin embargo, diversos avances como el telescopio reflector y la construcción de un observatorio astronómico en París, hicieron que el imaginario colectivo aceptara y defendiera estas disciplinas.

De todas maneras, aquí existe una representación más bien romántica, pues el hombre trabaja en una habitación cerrada, cuando en realidad debería estar situado en otro contexto. Su atuendo, una especie de toga que llega hasta los pies y que no corresponde a la vestimenta del periodo, lo hace ver como un personaje especial o "escogido".

Muy concentrado, compara las descripciones del libro con el globo terráqueo. Con la mano derecha sitúa la esfera, dejando ver las constelaciones de la Osa Mayor, el Dragón y Hércules. El libro fue identificado como Sobre la investigación y observación de las estrellas. Detrás del tapiz de la mesa, se puede ver un astrolabio, instrumento muy importante para la astronomía y la navegación

Así, esta imagen se instala como una defensa hacia la exploración y los avances científicos. El artista está apoyando la idea de un mundo en que el ser humano es capaz de estudiar y comprender la realidad desde diversas perspectivas.

5. Criada con cántaro de leche

Criada con cántaro de leche de Johannes Vermeer
Rijksmuseum de Ámsterdam, Holanda

Vermeer era calvinista, corriente protestante que defendía toda la creación como obra de Dios. De esta manera, en sus cuadros muestra a todo tipo de personajes y clases sociales. Hay una variedad de pinturas en las que retrata a sirvientas en mitad de sus labores, como se puede ver en esta que realizó entre 1658 y 1660.

Aunque en el arte holandés de este periodo la servidumbre era representada de manera holgazana o lasciva, el artista decidió cambiar el foco y utilizar la imagen de la criada como un modelo positivo para las mujeres. De este modo, se enfoca en una joven que, con mucha concentración y cuidado, vierte la leche en un cuenco para preparar el desayuno. Su mirada baja es signo de humildad y modestia. Por su parte, la sencillez de la habitación y sus ropas reflejan lo honradez en su tarea y su postura ante la vida.

El pan y la leche están trabajados con un detalle increíble, y parecieran cobrar vida dentro del lienzo. Asimismo, cargan un mensaje cristiano, pues son alimentos puros, muy presentes en la Biblia.

Si bien hoy existen otros cuadros de Vermeer más reconocidos, este fue uno de los más apreciados en el periodo, pues en la subasta que se realizó en 1696 se vendió a un precio muy alto, a pesar de su pequeño tamaño.

6. Mujer escribiendo una carta y criada

Mujer escribiendo una carta y criada de Johannes Vermeer
Galería Nacional, Dublín, Irlanda

Uno de los grandes temas que trabajó el artista fue el realismo cotidiano, como el retrato de mujeres en su intimidad. En esta escena pintada entre 1670 y 1671, se puede apreciar la relación de complicidad entre la señora y la criada. Esta última fue un personaje recurrente en este tipo de cuadros, en los que desempeña el papel de correo secreto entre los amantes, para así despejar sospechas.

Las dos mujeres se encuentran de frente al espectador. La señora concentrada en su misiva y la criada vigilando que no sean sorprendidas. El cuadro que se observa atrás hace alusión al descubrimiento de Moisés en el Nilo, que se puede relacionar con lo secreto y con el abandono de niños producto de relaciones extramaritales.

El motivo de la carta de amor no tiene un carácter tan inocente y anecdótico como parece a primera vista. Vermeer trabajó un tema que fue bastante controversial en el periodo. De hecho, en los tratados jurídicos del siglo XVII, el envío de cartas de amor por parte de mujeres, se consideraba como prueba de adulterio.

En cuanto a la composición, se puede notar la construcción geométrica, ya que el artista sitúa la escena en una esquina de la habitación, utilizando líneas verticales (cortina, bordes del cuadro y de la mesa) y horizontales (bordes del cuadro y de la mesa). Además, se puede destacar su recurrente uso de suelos de mármol con patrones de ajedrez que también refuerzan la impresión matemática. Por último, la ventana situada a la izquierda funciona como foco de luz, otorgando un carácter dramático.

7. La tasadora de perlas

La tasadora de perlas de Johannes Vermeer
Galería Nacional de Arte, Washington, Estados Unidos

Las perlas fueron un objeto recurrente en la obra de Vermeer. Funcionaron como símbolo variable y, en este caso, presentan el dilema entre la virtud y el vicio.

En "La tasadora de perlas" (1663), una mujer sostiene en la mano derecha una balanza. El ambiente es sombrío y oscuro, lo único que reluce son las joyas. Sólo desde la esquina izquierda parece llegar un leve rayo de luz que ilumina la escena. El cuadro borroso que se puede observar atrás representa el Juicio Final, en el que se separa a los buenos de los malos.

Si se observa con atención, en la balanza no hay ningún objeto. La mujer la sostiene con cuidado para mantener un equilibrio precario. Esta alusión puede entenderse como la crítica a la vanidad humana que necesita llenarse de cosas, en lugar de buscar ensalzar los valores morales.

Sobre Johannes Vermeer

Se sabe poco sobre la vida de este pintor holandés que nació en la ciudad de Delft, el 31 de octubre de 1632. Su padre tenía una hostería y se dedicaba a comercializar objetos de arte. Aunque no existe ningún documento sobre su formación como pintor, en 1653 fue admitido como maestro independiente en el Gremio de San Lucas.

Ese mismo año contrajo matrimonio con Catharina Bolnes, quien gozaba de una buena situación económica, lo que permitió que vivieran cómodamente. Por ello, se deduce que no dependían de su pintura, ya que realizaba, en promedio, dos cuadros al año y apenas se han reconocido 36 obras dentro de su producción. Con esos ingresos, hubiese sido imposible mantener a los 11 hijos que tuvieron.

Así, la mayoría de sus cuadros eran encargos para mecenas que apreciaban su estilo, como el panadero Hendrick van Buyten y el propietario de una imprenta, Jacob Dissius, que le llegó a comprar 19 pinturas.

Aunque gozó de respeto en el gremio y vendía a buen precio, la guerra franco-holandesa afectó los ingresos de la familia y su obra dejó de ser comercializada. Debido a esto, cayó enfermo y en 1675 murió, dejando a su esposa e hijos con deudas.

En 1696, tras la muerte de Dissius, se realizó una subasta en la que se vendieron 21 de sus obras. Con los años, debido a su excelente manejo técnico, sus composiciones matemáticas y el uso de la luz que inspiró a los impresionistas, logró situarse dentro de los artistas más importantes de la historia.

Aunque en su mayoría, sus pinturas eran hechas por encargo y dictaminadas por los gustos del periodo, logró crear un estilo propio. Son obras introspectivas en las que se aprecia una narración, como si cada una contara una historia que el espectador debe descubrir.

Bibliografía

  • Bolaños, María. (2007). Interpretar el arte a través de las obras maestras y los artistas más universales. Contrapunto.
  • Schneider, Norbert. (2010). Vermeer. La obra completa. Taschen.

Ver también

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.