La leyenda de la Nahuala: la historia detrás del terror

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 16 min.

La Nahuala es una de las figuras más enigmáticas y temidas del imaginario popular mexicano. Originaria de la región de Puebla, se trata de una bruja que habita una casona fantasmagórica.

Ha funcionado tanto como cuento de advertencia para niños, como un relato de identidad poblana, al anclar lo sobrenatural en un espacio físico real que aún puede visitarse.

Así, trasciende el simple relato de terror. Representa la persistencia de las tradiciones orales en la memoria colectiva mexicana, funcionando como un vehículo de identidad y resistencia cultural.

La leyenda de la Nahuala

La leyenda más difundida sitúa los hechos en Puebla, durante la época virreinal. Se cuenta que en una vieja casona habitaba una misteriosa mujer entregada a la brujería.

Sus vecinos la comenzaron a llamar la Nahuala, término popularizado para designar a un ser femenino con poderes sobrenaturales, capaz de transformarse o de invocar espíritus.

La tradición asegura que en las noches oscuras, especialmente cuando se acercaba el Día de Muertos, de la casona surgían ruidos extraños. Se podían oír lamentos, gritos apagados, pasos que retumbaban en los corredores y ver sombras que se movían tras las ventanas cerradas.

Se hablaba de apariciones espectrales: siluetas femeninas vestidas de negro, ojos brillantes que espiaban a los transeúntes y un aliento helado que recorría las calles cercanas.

El miedo popular se intensificó, porque se decía que la Nahuala era capaz de robar el alma de los niños desobedientes o de causar desgracias a quien se atreviera a retar su poder.

Por ello, las madres poblanas contaban esta historia como advertencia: “No salgas de noche ni te acerques a la casona, porque la Nahuala te llevará”.

En algunas versiones, no era sólo una mujer, sino un espíritu maligno que había habitado ese lugar desde hacía siglos, alimentándose del miedo de los vivos y fortalecida por la muerte.

Sin embargo, otras narraciones la asocian con la idea indígena del nahual. Se trata de un ser capaz de cambiar de forma, de convertirse en animal o de manipular energías ocultas.

Con el paso del tiempo la figura se mezcló con las imágenes coloniales de la bruja y el demonio. Así, se transformó en el arquetipo actual de la “bruja poblana” que se esconde en la casona embrujada.

Además, la casa cumple un rol central. No es sólo un escenario, sino un personaje en sí mismo. Sus pasillos, habitaciones cerradas y patios oscuros son presentados como un espacio donde el tiempo se detuvo.

Se trata de un umbral entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Para los poblanos el inmueble quedó marcado como lugar prohibido, lo que refuerza la fuerza de la leyenda.

Muchos han identificado el hogar de la Nahuala con la Casa del Alfeñique, un inmueble barroco del siglo XVIII ubicado en el centro histórico de Puebla. Actualmente funciona como el Museo Regional Casa de Alfeñique, inaugurado en 1926.

Origen de la leyenda de la Nahuala

El origen de la Nahuala se puede entender como una superposición de capas culturales. Primero se encuentra la raíz mesoamericana del nahualli, luego la interpretación colonial cristiana y, finalmente, la fijación de la leyenda en la ciudad de Puebla.

La raíz indígena: el nahualli

En la cosmovisión náhuatl el nahualli era una persona con un poder especial. Podía transformarse en animal, manipular fuerzas invisibles o actuar a través de un doble espiritual.

La palabra nahualli viene del náhuatl nahual-li, que significa “lo que está oculto, lo que se disfraza” y está asociada con la idea de “revestirse” o “cambiar de piel”.

Este don no era necesariamente maligno. Algunos nahuales eran curanderos, consejeros y protectores de la comunidad. En cambio, otros podían llegar a causar daño.

El concepto se extendió a otros pueblos mesoamericanos: los zapotecos, mixtecos y mayas también creían en hombres y mujeres con el don de cambiar de forma o de tener un animal compañero de su destino.

De hecho, el vínculo con el animal se conectaba con el tonalli (fuerza vital o energía personal) y, por eso, se pensaba que cada persona tenía un “doble animal” protector.

Revisa ¿Qué es un Nahual?: descubre su significado, origen y características

El choque colonial: del nahualli a la bruja

Con la llegada de los españoles la figura del nahualli fue reinterpretada a través de los ojos del cristianismo. Los misioneros y cronistas de la Nueva España lo describieron como un brujo o hechicero aliado del demonio.

Para ellos era alguien que practicaba la magia negra y que debía ser reprimido. Así, lo que antes era un poder ambiguo (capaz de curar o de dañar) se volvió un símbolo de lo prohibido.

En este proceso se dio un cambio de género simbólico. Muchos nahuales en las fuentes coloniales comenzaron a representarse como mujeres, asociándolos con la idea europea de la “bruja”.

Esto respondía a la tradición cristiana de perseguir y demonizar a las mujeres que tenían conocimientos de hierbas, partería o curandería. De ahí surge la transición de nahual a nahuala: la bruja poblana que habita en una casona.

El contexto poblano: la casona embrujada

El anclaje concreto de la leyenda en Puebla se dio en el siglo XVII y XVIII, cuando se propagaron relatos de casas embrujadas en el centro de la ciudad.

Una de ellas fue la actual Casa del Alfeñique, un edificio barroco cuya fachada decorada llamaba la atención de los vecinos. Se contaba que dentro vivía una mujer dedicada a las artes oscuras, capaz de invocar espíritus y de raptar niños.

La tradición oral poblana reforzó la idea de que la Nahuala habitaba allí. Así, la leyenda se convirtió en un cuento de miedo con función moral, transmitido de generación en generación.

Del mito colonial al mito urbano

En el siglo XIX y XX la Nahuala ya formaba parte del repertorio del folclor poblano junto a otras leyendas como la de la Llorona.

Su fuerza radicaba en que no era un relato abstracto, sino que estaba localizado en un espacio real de la ciudad. Esto le daba más verosimilitud y lo convertía en un atractivo tanto para los habitantes como para los visitantes.

Hoy la Nahuala se comprende como una mezcla: parte bruja colonial, parte espíritu maligno y parte reminiscencia indígena del nahual.

Se trata de una leyenda que refleja cómo las creencias mesoamericanas fueron absorbidas, deformadas y reinterpretadas por el cristianismo y la cultura urbana hasta convertirse en un mito moderno.

Significado y símbolos de la leyenda de la Nahuala

Debido a su mixtura, la leyenda de la Nahuala posee varios significados y elementos simbólicos.

La Nahuala como figura femenina demonizada

Uno de los símbolos más potentes es la transformación de un concepto indígena neutro (nahual) en una bruja femenina peligrosa. En las culturas originarias el nahualli podía ser hombre o mujer y no siempre era maligno: podía curar, proteger o dañar.

Con la colonización, se asoció al nahual con la hechicería y se lo feminizó, proyectando sobre las mujeres el papel de portadoras del mal.

Esto simboliza el proceso colonial de estigmatizar los saberes femeninos (partería, herbolaria, curación) como brujería. Así, la Nahuala es a la vez eco de la curandera indígena y reflejo de la bruja cristiana, representando la fusión conflictiva de dos cosmovisiones.

La casona embrujada como “umbral”

La casa donde vive la Nahuala no es sólo escenario, es también un símbolo. Es un espacio liminal, un umbral entre el mundo de los vivos y el de los muertos, entre lo cotidiano y lo sobrenatural.

Sus pasillos oscuros, ventanas cerradas y ruidos inexplicables representan el misterio de lo oculto, lo que la sociedad no comprende o teme.

A nivel simbólico la casona es la materialización del inconsciente colectivo. Un lugar prohibido, cargado de secretos, que recuerda que existen espacios donde no se debe entrar.

En Puebla el hecho de ubicarla en un edificio real (la Casa del Alfeñique) refuerza su peso cultural: convierte la ciudad misma en escenario de lo sobrenatural.

El miedo como pedagogía social

La leyenda también funciona como cuento de advertencia. A los niños se les decía: “No salgas de noche, porque la Nahuala te llevará”.

En ese sentido, simboliza los mecanismos de control social a través del miedo: disciplina infantil, regulación de la vida nocturna, refuerzo de la obediencia.

De este modo, la Nahuala representa la consecuencia del desobedecer. Quien rompe las reglas se expone al castigo. Es una manera de enseñar prudencia en un contexto donde la ciudad colonial podía ser peligrosa.

El disfraz y la transformación

El propio concepto de nahualli alude a “lo que se cubre” o “lo que se disfraza”. De ahí se desprende un símbolo fundamental: la capacidad de transformación, de ponerse otra piel. Esto remite a varios niveles:

  • Espiritual: la transformación del humano en animal o espíritu.
  • Cultural: la transformación del símbolo indígena en mito colonial.
  • Psicológica: el disfraz como metáfora de lo que las personas esconden, de la dualidad entre lo visible y lo oculto.

El sincretismo cultural

Esta historia es una clara muestra del mestizaje cultural. En ella conviven elementos indígenas (nahual, transformación, fuerzas de la naturaleza) y elementos europeos (bruja, demonio, castigo divino).

Así, la Nahuala es un monstruo mestizo, resultado de la mezcla y el choque de mundos. Ese sincretismo la hace especialmente poderosa. No pertenece sólo al México prehispánico ni al colonial, sino que representa la fusión de ambos.

Identidad y orgullo poblano

Finalmente, la Nahuala se convirtió en un símbolo de la identidad de Puebla. Al estar ligada a una casona real del centro histórico, la leyenda no es sólo un relato de miedo, sino una marca de pertenencia local.

Los poblanos crecieron escuchándola y hoy forma parte de recorridos turísticos, obras de teatro y hasta de la película animada.

Así, simboliza la manera en que una comunidad apropia lo sobrenatural para reforzar su memoria y su identidad cultural.

Impacto cultural de la leyenda de la Nahuala

Esta leyenda ha calado profundo en el imaginario colectivo y ha llegado a diversas capas culturales.

Transmisión oral y función social

Durante siglos la leyenda se transmitió de boca en boca en Puebla, especialmente en el centro histórico. Su primera función fue pedagógica y disciplinaria.

Las madres usaban el miedo a la Nahuala para que los niños obedecieran, no salieran de noche o evitaran calles peligrosas. Esta práctica la convirtió en parte de la cultura cotidiana, algo que se contaba en reuniones familiares o veladas.

De esta manera, la Nahuala se convirtió en parte esencial del folclor poblano, a la par de otras figuras nacionales como la Llorona o el Charro Negro.

No obstante, lo distintivo fue que estaba anclada a un lugar concreto (la casona poblana), lo que le dio mayor verosimilitud y la convirtió en “fantasma local” inseparable de la ciudad.

Patrimonio cultural e identidad poblana

Con el tiempo la leyenda pasó de ser simple relato de miedo a convertirse en símbolo identitario de Puebla. La famosa Casa del Alfeñique, que se asocia con la historia, fue restaurada y convertida en museo.

Hoy se realizan recorridos nocturnos, obras teatrales y narraciones escénicas que relatan la historia de la Nahuala. Estos eventos no sólo preservan el mito, sino que lo revitalizan como atractivo cultural.

Así, dejó de ser sólo una advertencia infantil para convertirse en producto turístico y recurso patrimonial que enriquece la identidad de la ciudad.

La Nahuala en la cultura popular contemporánea

El paso más importante en su difusión nacional e internacional fue la película La Leyenda de la Nahuala (2007), dirigida por Ricardo Arnaiz.

La cinta, ambientada en Puebla en 1807, reinterpreta la leyenda en clave de aventura infantil, con humor y elementos de terror suave.

Su impacto fue grande por varias razones:

  • Fue una de las primeras películas mexicanas de animación digital en alcanzar éxito comercial.
  • Ganó el Premio Ariel a Mejor Largometraje Animado (2008), lo que la validó como obra cultural.
  • Dio inicio a una saga de películas animadas mexicanas sobre leyendas: La Leyenda de la Llorona (2011), La Leyenda de las Momias de Guanajuato (2014), La Leyenda del Chupacabras (2016) y La Leyenda del Charro Negro (2018).
  • Su estilo derivó en la serie “Las Leyendas” (Legend Quest), estrenada en Netflix en 2017, lo que internacionalizó estos relatos.

La película hizo que la Nahuala pasara de ser un mito local a forma parte del repertorio cultural. Millones de niños mexicanos y latinoamericanos conocieron por primera vez la leyenda gracias a este formato.

La leyenda como puente entre tradición y modernidad

El impacto cultural de la Nahuala también está en su plasticidad. En el siglo XVII era un relato de miedo y advertencia, mientras que en el XXI es un producto cultural transmedia (recorridos turísticos, cine, series, libros infantiles). Esa capacidad de adaptarse asegura su supervivencia

La Nahuala representa cómo las leyendas tradicionales pueden renovarse para nuevos públicos, sin perder su raíz. En Puebla la tradición oral sigue viva, pero ahora convive con el imaginario audiovisual que niños y jóvenes reconocen de la película.

La película La leyenda de la Nahuala (2007)

La película fue dirigida por Ricardo Arnaiz y producida por Animex Producciones, con el apoyo de Videocine y otros socios, convirtiéndose en un hito dentro de la animación mexicana contemporánea.

Estrenada en noviembre de 2007 se concibió como una respuesta nacional que buscaba rescatar leyendas propias de México y convertirlas en relatos accesibles para nuevas generaciones.

Trama y adaptación de la leyenda

La historia se ambienta en Puebla en el año 1807, en vísperas de la Independencia de México. Presenta a Leonardo San Juan, un niño miedoso que debe enfrentarse a la temida Nahuala para salvar a su hermano Fernando.

El filme toma elementos esenciales del mito popular de la Nahuala. Así está presenta la bruja que habita en una casona y aterroriza a los pobladores, pero adaptado para el público infantil y familiar.

Así, se incorporan fantasmas cómicos, personajes secundarios caricaturescos y escenas de humor que suavizan el carácter oscuro de la leyenda.

No obstante, mantiene aspectos centrales del mito. La atmósfera nocturna, la idea de una bruja poderosa ligada a un antiguo espíritu maligno y el escenario de la casona embrujada, reconocida en Puebla como parte del imaginario colectivo.

Con ello, la película equilibra el miedo con la risa, logrando que niños y adultos se acerquen a una leyenda tradicional sin sentirla como algo demasiado aterrador.

Significado cultural de la película

Más allá de ser un entretenimiento, la cinta cumplió una función cultural: revitalizó la tradición oral y la puso en el centro de la cultura popular mexicana contemporánea.

Al trasladar la leyenda al cine se reforzó la identidad nacional, mostrando que México también podía crear narrativas animadas propias, distintas de los modelos hollywoodenses.

Además, al situar la historia en un contexto histórico (los años previos a la Independencia), se vincula lo legendario con la construcción de la nación. De este modo, se refuerza la idea de un México con raíces profundas y tradiciones propias.

Estilo y estética

La animación, aunque sencilla en comparación con producciones internacionales, tuvo un estilo que conjugaba lo moderno con lo folclórico.

Los escenarios estaban inspirados en la arquitectura colonial poblana, con calles empedradas, templos barrocos y casonas antiguas, lo que reforzaba el vínculo entre mito y realidad histórica.

La música también incorporó tonos tradicionales, lo que fortaleció la identidad cultural del filme.

Impacto y legado

El éxito de La leyenda de la Nahuala fue tal que dio inicio a la franquicia animada más importante de México en el siglo XXI: la saga de películas de “Las leyendas”.

Tras ella vinieron La leyenda de la Llorona (2011), La leyenda de las Momias de Guanajuato (2014), La leyenda del Chupacabras (2016) y La leyenda del Charro Negro (2018).

Todas estas películas expandieron el universo de Leonardo San Juan y sirvieron para difundir distintos mitos y leyendas del país, en una especie de "antología animada del folclor mexicano".

De esta manera, la cinta revitalizó la leyenda de la Nahuala en la memoria colectiva y también abrió el camino para una animación mexicana para dialogar con sus propias tradiciones y a exportarlas al mundo.

Hoy en día la saga es parte de la cultura popular mexicana y ha contribuido a que niños y jóvenes conozcan personajes legendarios que de otro modo se habrían quedado confinados a la tradición oral.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.