25 cuentos para escribir: aventuras para niños que están aprendiendo

Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana
Tiempo de lectura: 10 min.

Copiar cuentos cortos es una actividad muy valiosa para los niños que están aprendiendo a leer y escribir. Al transcribir historias sencillas, los pequeños practican la forma y el ritmo de las palabras, mejoran su ortografía y fortalecen su memoria visual.

Este ejercicio les enseña a reconocer las letras y su sonido. Además, los ayuda a comprender la estructura de una oración y el significado de lo que escriben.

1. El ratón y la luna

Ratón

Una noche, el ratón Tomás vio la luna redonda y brillante. Pensó que era un gran queso flotando en el cielo.
—¡Qué rico! —dijo Tomás—. ¡Voy a subir a buscarlo!
Corrió, saltó y trepó por un árbol, pero la luna seguía lejos.
Cansado, se durmió en una rama. Al despertar, la luna ya no estaba.
—Se fue el queso —susurró triste.
Un búho lo miró y dijo:
—No era queso, era la luna.
Tomás sonrió.
—Entonces soñaré con quesos que brillen.

2. El globo que no quería volar

Globo

Mateo tenía un globo rojo.
—¡Vuela, globo! —le decía.
Pero el globo no se movía.
Mateo sopló más fuerte, y el globo se escapó.
Subió y subió, saludando con su cuerda.
—¡Adiós, Mateo! —parecía decir.
Esa noche, Mateo miró al cielo y vio una estrellita roja.
—Es mi globo —susurró feliz.

3. La tortuga y el sombrero

Tortuga

Tina, la tortuga, encontró un sombrero azul en el camino.
—¡Qué bonito! —dijo—. Ahora soy una tortuga elegante.
Pero el viento sopló y se llevó el sombrero.
Corrió tras él (¡tan rápido como pudo!) y lo alcanzó.
—Gracias, viento, por jugar conmigo —dijo riendo.
Y el sombrero siguió en su cabeza, un poco torcido, pero feliz.

4. El conejo y la bufanda

Conejo

Era invierno y el conejo Tito tenía frío. Buscó una bufanda, pero no encontró ninguna.
Entonces tomó una larga enredadera del bosque y se la enrolló al cuello.
—¡Qué suave! —dijo feliz.
El viento sopló y la bufanda se movió sola: era una serpiente dormilona.
—¡Uy! —gritó Tito saltando.
La serpiente bostezó y dijo:
—Gracias por el abrigo, amigo.

5. El paraguas olvidado

Paraguas

En una plaza solitaria un paraguas rojo esperaba bajo la lluvia.
—¿Y si nadie vuelve por mí? —susurró triste.
De pronto un viento travieso lo levantó por los aires.
Voló sobre tejados y árboles, hasta caer frente a una niña.
—¡Un paraguas mágico! —dijo ella.
Desde entonces, cada día de lluvia, salían juntos a pasear.

6. La abeja dormilona

Abeja

Bibi era una abeja que nunca quería levantarse temprano. Mientras todas trabajaban, ella seguía en su flor, soñando. Un día despertó tarde y ya no quedaba néctar.
—Oh, no… —dijo triste.
Entonces una mariposa le compartió un poco del suyo.
A partir de ese día Bibi aprendió a madrugar y cada mañana volaba feliz, saludando al sol.

7. El perro y la nube

Perro

Toto miró al cielo y vio una nube con forma de hueso.
—¡Un hueso gigante! —ladró contento.
Corrió y corrió, pero la nube se alejaba. Se sentó cansado, mirando cómo el viento la movía. Entonces, otra nube apareció, con forma de perro.
—¡Un amigo! —dijo Toto.
Desde ese día jugaba con las nubes todas las tardes.

8. La gallina pintora

Gallina

Pía, la gallina, encontró unos pinceles en el granero. ¿Y si pinto mi gallinero?, pensó.
Pintó flores, rayas y corazones por todos lados. El gallinero quedó tan colorido que los demás animales fueron a verlo.
—¡Qué bonito lugar! —decían.
Pía sonrió feliz:
—Cuando todo es gris, un poco de color alegra el día.

9. El pez y la burbuja

Pez

Pepe, el pez, jugaba a hacer burbujas en el agua. Un día una burbuja no explotó… ¡y empezó a hablar!
—Hola, soy Bubu.
Pepe se asustó, pero luego rió.
Jugaron a hacer carreras y a esconderse entre las algas.
Cuando Bubu subió al cielo y se deshizo, Pepe susurró:
—Gracias por el juego, amiga burbuja.

10. El caracol que quería correr

Caracol

Tico, el caracol, soñaba con ser veloz. Veía pasar a los conejos y se sentía lento. Un día, una hormiga le dijo:
—No importa la rapidez, sino llegar feliz.
Tico siguió su camino, despacio, cantando. Y cuando llegó al final del sendero, descubrió flores que nadie más había visto.
—A veces ir lento te deja ver lo hermoso —pensó.

11. El zapato viajero

Zapato

Un zapato viejo estaba triste en el ropero.
—Ya nadie me usa —decía.
Una noche una brisa lo levantó y lo llevó por la ventana. Rodó por la calle, cruzó un charco y llegó a una casa pequeña. Allí, un niño sin zapatos lo encontró.
—¡Perfecto! —dijo sonriendo.
El zapato sintió que volvía a caminar por el mundo.

12. La comadreja cantante

Comadreja

Olivia, la comadreja, amaba cantar, pero los otros animales se tapaban los oídos.
—¡Gritas muy fuerte! —le decían.
Triste, se fue al lago a practicar sola. Esa noche un grupo de luciérnagas se acercó y brilló al ritmo de su canto.
Desde entonces, Olivia canta cada noche y las luciérnagas hacen su concierto de luces.

13. El árbol y el pájaro

Pájaro

Un árbol vivía solo en medio del campo.
—Ojalá tuviera compañía —decía suspirando.
Un día un pajarito cansado se posó en su rama. El árbol lo cobijó con sus hojas.
Desde entonces, el pájaro canta y el árbol lo escucha. Y aunque uno no puede volar y el otro no puede moverse, son los mejores amigos.

14. El sombrero del viento

Sombrero

Un día el viento encontró un sombrero volando por la calle.
—¡Qué bonito eres! —dijo el viento.
Decidió llevarlo a pasear por el cielo. Volaron sobre montañas, mares y nubes rosadas.
Cuando el viento lo dejó caer en un parque, un niño lo recogió. El sombrero estaba feliz: había viajado por el mundo.

15. El gato y la sombra

Gato

Milo, el gato, jugaba a cazar su sombra. Saltaba, giraba, corría… pero la sombra siempre lo seguía.
—¿Por qué no te quedas quieta? —maulló cansado.
Entonces la sombra se estiró en el suelo, igual que él.
—Ah, ahora entiendo —dijo sonriendo—. Eres mi mejor compañera.

16. La estrella curiosa

Estrella

Una pequeña estrella miraba hacia la Tierra cada noche. Veía luces, ríos y montañas.
—Quiero saber cómo es ese lugar —decía.
Un día, una gota de lluvia subió al cielo con el viento y le contó historias del mundo. La estrella brilló más fuerte.
—No necesito bajar —dijo feliz—, puedo viajar con los cuentos.

17. El pato que no sabía nadar

Pato

Pipo era un pato que le tenía miedo al agua. Sus amigos nadaban y hacían carreras, pero él solo los miraba desde la orilla.
Un día, una rana lo empujó sin querer, y Pipo cayó al estanque. Salpicó, chapoteó… ¡y flotó!
Desde entonces, nada feliz y enseña a otros patos a perder el miedo.

18. La pelota viajera

Pelota

Una pelota rodó fuera del patio y siguió su camino calle abajo. Rodó por una plaza, saltó una cuneta y cayó en el río.
Flotó feliz, viendo los patos pasar. Un niño pescador la vio y la rescató con su red.
—¡Una pelota viajera! —dijo riendo.
Y la pelota volvió a rodar, lista para otra aventura.

19. El sapo y la lluvia

Rana

Lalo, el sapo, estaba aburrido bajo una hoja seca. De pronto escuchó un trueno y cayó la primera gota.
—¡Por fin! —gritó feliz.
Saltó de charco en charco, cantando con la lluvia. Cuando el sol volvió, el jardín brillaba. Lalo miró el arcoíris y dijo:
—Vale la pena esperar para saltar entre colores.

20. El reloj olvidado

Reloj

Un reloj vivía en una repisa y hacía tic-tac todo el día. Un día se detuvo. Nadie lo notó. Pasaron horas, días… hasta que una niña lo levantó.
—Pobrecito, te has quedado quieto —susurró.
Le dio cuerda y el reloj volvió a sonar.
Desde entonces, marcaba la hora con alegría, sólo por ella.

21. La ardilla y la nuez dorada

Ardilla

Tina, la ardilla, encontró una nuez brillante en el bosque.
—Debe ser mágica —pensó.
La escondió, pero cada día volvía a mirarla. Cuando llegó el invierno vio a sus amigos buscando comida.
Tomó la nuez dorada y la compartió. No era mágica, pero su corazón sí lo fue.

22. El niño astronauta

Astronauta

Un niño llamado Simón se metió en una caja grande y dijo:
—¡Despegue en tres, dos, uno!
La caja tembló y él imaginó estrellas y planetas.
Cuando su mamá abrió la tapa, Simón gritó:
—¡Misión cumplida!
Desde ese día todos lo llaman el pequeño astronauta.

23. La bicicleta de colores

Bicicleta

Luna tenía una bicicleta vieja, toda gris. Un día decidió pintarla con flores, estrellas y rayas. Cuando salió a pasear, todos los niños del barrio sonrieron.
—¡Parece un arcoíris con ruedas! —dijeron.
Desde entonces, Luna y su bicicleta alegran cada tarde del vecindario.

24. El delfín saltarín

Delfín saltarín

Dino era un delfín que amaba saltar sobre las olas. Cada mañana hacía piruetas y saludaba al sol.
Un día, una gaviota le dijo:
—¡Seguro puedes tocar el cielo!
Dino lo intentó, saltó muy alto y cayó riendo al agua.
—No llegué al cielo —dijo—, pero toqué las nubes con mis sueños.
Y siguió saltando feliz, brillando bajo el sol.

25. El canguro y el espejo

Canguro

Pipo era un canguro que encontró un espejo junto al lago. Se miró y pensó:
—¡Hay otro canguro igual a mí!
Intentó saludarlo, pero el otro hacía lo mismo. Se enojó, remeció el espejo y se cayó al agua.
Al salir, se rió:
—Qué tonto, era yo mismo.
Y siguió, feliz de conocerse.

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Catalina Arancibia Durán
Catalina Arancibia Durán
Máster en Literatura Española e Hispanoamericana. Diplomada en Teoría y Crítica de Cine. Profesora de talleres literarios y correctora de estilo.