El beso (Der Kuss) es un lienzo al óleo y pan de oro pintado en el año 1908 por el pintor simbolista Gustav Klimt (Austria, 1862 - 1918).
Este cuadro se convirtió en el más célebre del artista, elaborado en la llamada ‘época de oro’ (1898-1908) de su carrera profesional. Actualmente, es una de las obras más conocidas en el mundo del arte. Su fama la llevó al mercado en miles de productos como ropa y productos de oficina que lograron alzarla como un ícono de la cultura popular.
Galería Belvedere, Viena, Austria
Análisis del cuadro El beso de Gustav Klimt
El beso está enmarcado en el inicio de la época moderna, donde el concepto del erotismo comenzó a germinar en el arte y en la sociedad.
Las técnicas usadas son variadas, como la de los frescos y de los mosaicos. Para ello, utilizó láminas de oro, técnica que solía utilizarse en los íconos bizantinos. De esta manera, Klimt desafió la tradición y le dio carácter sagrado a una pareja en pleno acto erótico.
Asimismo, el fondo del cuadro da la sensación de atemporalidad. Los amantes sólo tienen de base una especie de pradera llena de flores de la madre naturaleza, lo que nutre aún más el simbolismo del amor.
Variadas representaciones
Se cree que los modelos del cuadro son el propio Klimt y su amante Emilie Flöge, aunque el negó haberse autorretratado.
Aunque al principio se creyó que la obra representaba la reconciliación entre los sexos y su alianza, la postura dominante del hombre y sumisa de la mujer viene a negar esta idea. El modelo masculino parece más bien someterla, y la figura femenina se encuentra al borde del abismo con los ojos cerrados en una entrega total.
Por ello, hay quienes postulan que la pintura vendría a constatar la incompatibilidad por naturaleza. De ahí se entienden las formas ornamentales cuadradas para el hombre y circulares para la mujer.
Por otro lado, para algunos críticos este cuadro representa el ‘sentimiento’ de entrega total y pérdida de uno mismo que los amantes experimentan.
Te puede interesar:
